El dato
Existe la caprichosa man¨ªa de las conmemoraciones, muchas de ellas con el pretexto de que el Pisuerga pasa por Valladolid. De esa suerte, aunque s¨®lo sea por unos d¨ªas, recordamos acontecimientos, personajes y sucesos que dormitan pl¨¢cidamente en el olvido. Hay efem¨¦rides que se sustentan sobre falsedades hist¨®ricas y, al cabo de los tiempos, tenemos a los ayuntamientos saqueando el presupuesto de festejos para desviarlos hacia eventos o figuras que nunca sucedieron o existieron. El superpoblado repertorio hagiogr¨¢fico hierve de santos y m¨¢rtires ficticios, y en el libro de la historia se han colado gentes que no nacieron o les tomaron el n¨²mero cambiado. Al cabo de los tiempos, ni san Jorge alance¨® drag¨®n alguno ni Santiago apareci¨® por la batalla de Clavijo.No importa; al fin y al cabo, la cultura popular y com¨²n suele ser un amasijo de datos err¨®neos, fechas trocadas y atribuciones ins¨®litas, revuelto en ese impreciso y deficiente ordenador que es la memoria. Quiz¨¢ sea emp¨ªricamente beneficioso amueblar la cabeza con algo m¨¢s que el nombre de los futbolistas que superen los 10.000 millones de cl¨¢usula de rescisi¨®n. Resultar¨ªa pintoresca la indagaci¨®n, si pudiera ser sincera y solvente, acerca de la n¨®mina infinita de literatos, pol¨ªticos y artistas en general, contempor¨¢neos, que se citan en conferencias, ensayos, universidades de verano y art¨ªculos period¨ªsticos, de quienes una abrumadora mayor¨ªa jam¨¢s hab¨ªamos o¨ªdo hablar.
En los tiempos en que Madrid ten¨ªa tertulias de caf¨¦, las mistificaciones y camelos eran mucho m¨¢s dif¨ªciles, pues siempre sal¨ªa un frecuentador del Ateneo para descubrir la impostura. En cuanto a las frases ingeniosas y perdurables, hay que reconocer un d¨¦ficit desolador. No es que ya no se pronuncien, de vez en cuando, o falte esa rar¨ªsima oportunidad de soltarlas, sino que ya no existen aquellos escuderos del talento, que apuntan y esparcen las ocurrencias del maestro. Los ingleses y traductores en general se las atribu¨ªan a Oscar Wilde (73%) y a Bernard Shaw (27%); Anatole France y Sacha Guitry, en versi¨®n francesa; Pittigrilli en la italiana, Mark Twain a la americana, qued¨¢ndonos nosotros con don Francisco de Quevedo, Cardona, Agust¨ªn de Fox¨¢ o Ramper, el payaso.
Eso es la causa de la sequ¨ªa contempor¨¢nea de la ingeniosidad: escasez o falta de compiladores y repetidores. Aqu¨ª, alguien dice algo divertido y el ambiente se congela a su alrededor, como un paisaje de valles y monta?as que hubiera perdido el eco. Aunque les parezca estramb¨®tico, parte de estas sosas reflexiones me vinieron a la mente cuando repar¨¦ en la inscripci¨®n incluida en el monumento a Isabel la Cat¨®lica, que lleva 113, a?os en el paseo de la Castellana y s¨®lo miramos de reojo. Hice una breve encuesta entre familiares y conocidos sobre el grupo escult¨®rico. Quien m¨¢s se aproxim¨® a una descripci¨®n dijo: "S¨ª, hombre; Isabel II, que va montada en un jamelgo, ayudada por dos o tres pol¨ªticos".
Sin duda, hay mucha gente que conoce la respuesta correcta y se lleva las 10.000 pesetas en el concurso, pero apuesto a que otro gran n¨²mero apenas sabe que fue la primera Isabel y que las riendas las lleva Gonzalo de C¨®rdoba, el Gran Capit¨¢n, flanqueada por el cardenal don Pedro Gonz¨¢lez de Mendoza, dos tipos de mucha enjundia.
Pues s¨ª; el centenario de la instalaci¨®n del monumento pas¨® sin la pena y la gloria de recordar, fuera de pasada, unos renglones de nuestra historia, oportunidad que no deber¨ªan olvidar quienes corresponda. De aquella reina apenas queda la an¨¦cdota, posiblemente ap¨®crifa, del prop¨®sito de no mudar de camisa hasta conquistar Granada. Sospecho que pocos saben que la capa o pelaje de los caballos que presentan un tono amarillento sucio se llama isabelo, en recordaci¨®n del aspecto que deb¨ªa ofrecer tan ¨ªntima prenda.
Claro que es de nota conocer que el centenario monumento madrile?o lo esculpi¨® el catal¨¢n Manuel Oms, pensionado en la Academia de Bellas Artes de Roma y cuya existencia ignoraba por completo, lo confieso. No digo d¨®nde obtuve y copi¨¦ estos datos, porque imagino que le traen al fresco a todo el mundo.
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