Adi¨®s

En mi lista de canciones sensibleras, Candle in the wind, de Elton John y Bernie Taupin, ocupa un lugar de privilegio junto a cumbres de la abyecci¨®n sentimentaloide anglosajona como Feelings, The way we were, Lady in black o las obras completas de Andrew Lloyd Webber.Cuando Elton John la incluy¨® en su doble ¨¢lbum de 1973 Goodbye, yellow brick road ya qued¨® claro que nos encontr¨¢bamos ante un terrible amasijo de t¨®picos sobre la pobre Marilyn Monroe. Ya saben, esa chica sensible, demasiado noble para esta sociedad mezquina, a la que todos contribuimos a eliminar y bla, bla, bla. Convertida en Goodbye, England's rose, la canci¨®n sigue siendo infecta, pero por lo menos servir¨¢ para recaudar fondos que invertir en alguna de las buenas causas que preocupaban a la princesa muerta.

Esto nos recuerda que Dios aprieta, pero no ahoga, y que la redenci¨®n est¨¢ al alcance de todos, incluso de aquellos que han sido capaces de perpetrar algo como Candle in the wind. Yo de ellos me tomar¨ªa en serio este camino de purificaci¨®n y reescribir¨ªa la canci¨®n tantas veces como fuera necesario. ?Cantar¨¢ Elton John en el funeral de la madre Teresa Goodbye, Calcutta's nun??Qu¨¦ tal otro refrito para Mobutu bajo el t¨ªtulo de Goodbye, bloody dictator? ?Y una despedida musical como Dios manda para el negro de Banyoles (Goodbye, Banyoles' blackman)? Nadie puede negar que la India, el Congo y Botsuana necesitan todo el dinero que se pueda recaudar.

Si de m¨ª dependiera, Bernie Taupin se pasar¨ªa reescribiendo Candle in the wind hasta el d¨ªa del juicio final. Momento en el que su socio podr¨ªa interpretar, espero que por ¨²ltima vez, la cancioncita de marras, convenientemente rebautizada para la ocasi¨®n como Goodbye, cruel world.