Los cuatro aniversarios de Garc¨ªa M¨¢rquez
El escritor recibe un c¨¢lido homenaje en la Universidad de Georgetown
"Yo no cuento una cosa si no me la creo yo, porque si no qui¨¦n se la va a creer", le dijo una vez Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez a Juan Luis Cebri¨¢n. Recordando esa frase, Cebri¨¢n a?adi¨®: "Es que a Gabo y, en general, a los colombianos les pasan unas cosas que no nos pasan a los dem¨¢s". Una risa general sigui¨® a ese comentario y a los muchos otros efectuados el mi¨¦rcoles en la Universidad norteamericana de Georgetown por los amigos del escritor colombiano all¨ª reunidos para festejar cuatro aniversarios: los 70 a?os de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, los 50 de su primer cuento -La tercera resignaci¨®n-, los 30 de Cien a?os de soledad y los 15 de la concesi¨®n del Premio Nobel.
Garc¨ªa M¨¢rquez tambi¨¦n estaba en Georgetown, la prestigiosa universidad de Washington, pero no en la sala donde, ante un p¨²blico regocijado, hablaban Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, Antonio Sk¨¢rmeta, Belisario Betancur, Juan Luis Cebri¨¢n y otros de sus amigos. El escritor, que reh¨²ye este tipo de homenajes, hab¨ªa preferido encerrarse durante cuatro horas en un aula con un grupo de estudiantes para hablar de periodismo y literatura.Los amigos de Gabo optaron por contar an¨¦cdotas de su relaci¨®n con el maestro colombiano. El argentino Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, autor de Santa Evita, cont¨® la llegada a Buenos Aires de Garc¨ªa M¨¢rquez al poco de la publicaci¨®n en esa ciudad de la primera edici¨®n de Cien a?os de soledad, en 1967. Gabo y su esposa Mercedes tra¨ªan un "hambre terrible" y lo primero que le pidieron a su anfitri¨®n argentino fue que les llevara a comer un asado. "El azar m¨¢gico que acompana la vida de este hombre quiso que la fonda se llamara Angelito el Ins¨®lito", dijo Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez.
Por lo dem¨¢s, Garc¨ªa M¨¢rquez lleg¨® a Buenos Aires en el m¨¢s completo anonimato y, dado el inmediato ¨¦xito de Cien a?os de soledad, sali¨® "tocado para siempre por una fama devastadora".
Sk¨¢rmeta, el chileno que escribi¨® el libro en el que est¨¢ basada la pel¨ªcula El cartero y Pablo Neruda, record¨® que ley¨® por primera vez Cien a?os de soledad despu¨¦s de haberse peleado a pu?etazos con un vagabundo norteamericano que hab¨ªa ocupado su apartamento en Nueva York. "Empec¨¦ el libro con ese desagradable estado de ¨¢nimo y lo termin¨¦ con una sensaci¨®n de levitaci¨®n", dijo Sk¨¢rmeta. "La lectura de Cien a?os de soledad", a?adi¨®, "provoc¨® mi inmediato regreso a Chile y fue para m¨ª la Segunda Declaraci¨®n de Independencia".
Conocer Am¨¦rica Latina
Cebri¨¢n dijo que ley¨® esa obra por recomendaci¨®n del cr¨ªtico Rafael Cont¨¦. "Ese y otros textos de Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cort¨¢zar nos descubrieron a muchos espa?oles que hab¨ªa una Espa?a m¨¢s grande que la situada en los estrechos l¨ªmites de la dictadura de Franco, que no pod¨ªamos entendemos a nosotros mismos si no conoc¨ªamos Am¨¦rica Latina".
En su primer encuentro personal con Gabo en su despacho de director de EL PA?S, Juan Luis Cebri¨¢n qued¨® fascinado por el torrente de an¨¦cdotas que sal¨ªa de la boca del colombiano. Record¨® una que provoc¨® una carcajada: Gabo le cont¨® que, como muestra de solidaridad, la China de Mao hab¨ªa enviado a Cuba una gran cantidad de preservativos, pero que, como la talla era "demasiado peque?a" para los niveles caribe?os, los cubanos los hab¨ªan terminado usando como "globitos".
Cebri¨¢n cont¨® tambi¨¦n que cuando le llam¨® para felicitarle por el Nobel, Gabo le respondi¨®: "Tengo un problema, Juan Luis. Mi madre no quiere el Nobel, porque, dice que al que se lo dan se muere inmediatamente". El periodista, escritor y miembro de la Real Academia explic¨® luego que Gabo lo ha hecho todo en periodismo, desde ser corresponsal hasta fundar un peri¨®dico llamado El comprimido, pasando por escribir dos grandes libros -Relato de un n¨¢ufrago y Noticia de un secuestro- que prueban que el reportaje puede ser un g¨¦nero literario.
"Aunque Gabo no vol¨® por m¨ª en las elecciones de 1982, yo tengo con ¨¦l una gratitud muy grande", dijo el ex presidente colombiano Belisario Betancur. "A los pocos d¨ªas de mi toma de posesi¨®n estall¨® la crisis de la deuda latinoamericana y, aunque Colombia pagaba puntualmente, nadie nos quer¨ªa prestar dinero para que organiz¨¢ramos el Mundial de F¨²tbol. Yo no sab¨ªa c¨®mo anunciarle al pueblo que no tendr¨ªamos Mundial, pero entonces le dieron el Nobel a Garc¨ªa M¨¢rquez y pude aparecer dando una buena y una mala noticia: ten¨ªamos Nobel, pero no tendr¨ªamos f¨²tbol".
"Le¨ª Cien a?os de soledad empezando por el final", prosiguio Betancun "Como s¨®lo hab¨ªamos conseguido un ejemplar de la edici¨®n argentina y mi mujer ya lo hab¨ªa empezado, rompimos el libro por la mitad y yo me qued¨¦ con la segunda parte".
Betancur record¨® la costumbre del escritor de consultar con sus amigos durante la elaboraci¨®n de sus libros y someterles luego al primer manuscrito. "Cuando estaba con El general en su laberinto, Gabo me llam¨® para decirme que estaba escribiendo una escena en la que Bol¨ªvar com¨ªa mangos en Cartagena de Indias, pero que quer¨ªa confirmar que en esa ¨¦poca ya hab¨ªa mangos en Am¨¦rica. Consult¨¦ con bot¨¢nicos e historiadores, averig¨¹¨¦ que el mango hab¨ªa llegado al continente en 1860 y le llam¨¦: 'Gabo', le dije, "c¨¢mbiale corriendo la fruta al Libertador".
Babelia
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