Espa?a y Alemania se enfrentan abiertamente por la financiaci¨®n de la Uni¨®n Europea
El debate sobre la futura financiaci¨®n de la Uni¨®n Europea va a ser largo y sangriento. Espa?a y Alemania representaron en el Ecofin de ayer los polos enfrentados. Rodrigo Rato se opuso a poner l¨ªmites al presupuesto hasta que no se conozca el impacto de la ampliaci¨®n al Este, defendi¨® el Fondo de Cohesi¨®n y se opuso a que los fondos estructurales carguen con la reducci¨®n de gastos. Waigel plante¨® reducir la financiaci¨®n alemana y suprimir el Fondo de Cohesi¨®n para los pa¨ªses del euro. Holanda pidi¨® la supresi¨®n de los fondos estructurales si no son eficaces.
El Ecofin informal celebrado este fin de semana en Mondorf les Bains, un balneario luxemburgu¨¦s enclavado junto a las fronteras con Alemania y Francia, tuvo mucho de tratamiento termal: un buen ba?o en agua tibia (los progresos en materia fiscal) y una larga ducha fr¨ªa (la primera escaramuza presupuestaria).Una escaramuza en la que se mantuvieron las buenas maneras. Pero las propuestas de salida est¨¢n muy enfrentadas. Alemania, con el apoyo abierto de Holanda, plante¨® su contribuci¨®n a los presupuestos comunitarios en t¨¦rminos de saldo: tanto pongo y tanto gano. Eso le permite afirmar que corre con el 80% de la financiaci¨®n.
Espa?a lider¨® el sector m¨¢s amenazado por la reivindicaci¨®n alemana. Cont¨® con el abierto apoyo de Grecia y con la comprensi¨®n puntual de la Comisi¨®n Europea, pero tambi¨¦n la de pa¨ªses como Francia o B¨¦lgica. A juicio del belga Philippe Maystadt, "no hay que razonar en t¨¦rminos de saldo neto porque eso es hablar de justo retorno, un concepto contrario al Tratado". Es decir, el Tratado consagra la cohesi¨®n social y no contempla las aportaciones de sus socios como una inversi¨®n cuyo producto deba retomar de forma proporcional al dinero aportado.
Rato fue m¨¢s all¨¢. Se opuso a fijar un techo de aportaci¨®n para los presupuestos futuros, una guerra que parece perdida de antemano. La Comisi¨®n, en su Agenda 2000, ya ha dictaminado que bastar¨¢ con mantener el 1,27% del PIB de cada Estado miembro como techo financiero para absorver los gastos de la ampliaci¨®n. Para Rato, "ese tope basta en una Uni¨®n a Quince, pero quiz¨¢ no en una Uni¨®n ampliada".
Alemania y Holanda pidieron tambi¨¦n la supresi¨®n del Fondo de Cohesi¨®n para los pa¨ªses que se integren en el euro. Rato defendi¨® no s¨®lo su legalidad jur¨ªdica, sino su legitimidad pol¨ªtica. "La convergencia nominal y la convergencia real son cosas distintas", afirm¨® ante sus colegas. A saber: un pa¨ªs pobre que cumple con la convergencia nominal de Maastricht no puede ser premiado con la p¨¦rdida de un instrumento de convergencia real, de acercamiento de niveles de vida, como es el Fondo de Cohesi¨®n.
La agresividad holandesa, un pa¨ªs que hasta hace muy poco obten¨ªa de la Uni¨®n m¨¢s de lo que aportaba, no tuvo l¨ªmites. Su ministro de Hacienda, Gerrit Zalm, arremeti¨® contra el conjunto de fondos estructurales, que a su juicio han alcanzado un volumen excesivo. "O se demuestra que son ¨²tiles y las diferencias se reducen con rapidez, o son in¨²tiles y hay que suprimirlos".
Francia adopt¨® una posici¨®n intermedia. Admite las razones espa?olas sobre el Fondo de Cohesi¨®n, pero tambi¨¦n las alemanas, y se inclina porque los pa¨ªses que se integren en el euro vayan viendo poco a poco reducido este instrumento. Se alinea con Espa?a al rechazar la lectura de saldos netos que realizan Alemania y Holanda. Pero sabe tambi¨¦n que una reducci¨®n de la contribuci¨®n alemana le supondr¨ªa una p¨¦rdida de ayudas tanto agr¨ªcolas. como estructurales. Por eso propone como remedio la austeridad general en el gasto comunitario, pero manteniendo las actuales contribuciones.La partida de Mondorf qued¨® en tablas. Espa?a gan¨® apoyos en favor de su tesis de que hay que huir de lecturas a partir de saldos netos. Pero Alemania logr¨® que la Comisi¨®n se encargue de realizar un informe sobre cu¨¢les son las verdaderas cifras de retorno, una manera de centrar el debate en el problema de los saldos. Un informe, casi imposible de poner negro sobre blanco, que deber¨ªa tener en cuenta, por ejemplo, que una empresa alemana construye el nuevo aeropuerto de Atenas con fondos comunitarios. O que muchos agricultores alemanes venden su producci¨®n en Francia y es este pa¨ªs el que figura como beneficiario de esas ayudas agr¨ªcolas. Aunque no son estos el tipo de ejemplos que Waigel quiere resaltar.
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