M¨¦xico
El que suscribe, Secundino Matamoros, de 43 a?os, casado, funcionario, ha constatado que en Madrid se piensa mucho en ti, M¨¦xico lindo y querido. El callejero de nuestra capital, en cambio, se muestra ro?oso contigo, a pesar de tu secular actitud acogedora con Espa?a. Aqu¨ª s¨®lo hay una callejuela con tu nombre y, adem¨¢s, con falta de ortograf¨ªa, porque M¨¦xico se escribe con equis aunque se pronuncie con jota. A ver si se enteran de una vez por todas.Aunque las autoridades est¨¦n en las nubes, el pueblo soberano le damos recio al tequila, nos ponemos tibios a Coronitas y nos encantan las rancheras, sobre todo de madrugada. Anteayer mismo, sin ir m¨¢s lejos, me arrojaron una maceta que estuvo apunto de romperme la crisma: y s¨®lo por cantar el Cucurrucuc¨² con furia en la v¨ªa p¨²blica (eso s¨ª, eran las cinco de la ma?ana, todo hay que decirlo).
Por mi parte, siempre he intentado contrastar el desd¨¦n oficial con un mexicanismo privado absolutamente barroco. Mi perro se llama Emiliano; mi gata, Zapata; mi mujer, Adelita. Y si Adeli ta se fuera con otro, a ese otro le parto las piernas, y si vuelve a nacer, se las vuelvo a partir. Yo soy as¨ª de recto. Yo s¨¦ perder, pero de una forma asilvestrada y montaraz.
Soy un tipo descre¨ªdo, pero que no me toquen a la Almudena ni a la Virgen guadalupana porque los rajo el alma, por mis pistolas. Soy sobrio en el vestir, pero cuando me da el arrebato me planto un sombrerazo y unas camisas que estremecen al mis mo cielo, mi cuate. Y luego duermo la turca sin quitarme el sombrero.
En cuanto a mis creencias intelectuales, tengo m¨¢s de un centenar de libros del Fondo de Cultura Econ¨®mica. Pero a m¨ª, quien me inspira de verdad es Cantinflas: ¨¦se s¨ª que sab¨ªa de metaf¨ªsica y oratoria.
Yo siempre hablo con su l¨®gica, a pesar de lo cual s¨®lo me siguen el discurso con coherencia el chihuahua, la gata y la estatua de Agust¨ªn Lara que hay por Lavapi¨¦s.
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