Fin de siglo
Parece ser que desde que se invent¨®, desarroll¨® y consolid¨® la m¨¢quina de vapor -entre la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros a?os del XX-, cada fin de siglo viene marcado por un desm¨¢n del capitalismo.El final del siglo XIX vino marcado por las jornadas laborales de hasta doce horas y m¨¢s para ni?os de siete o menos a?os. Era cuesti¨®n de exprimir los limones hasta extraerles todo su jugo, en palabras de un economista estadounidense. La reacci¨®n es de todos conocida: Marx y Engels pusieron el grito en el cielo y surgieron, casi de inmediato, la Revoluci¨®n de Octubre y, tras la II Guerra Mundial, las socialdemocracias europeas.
Este final de siglo viene marcado por un desm¨¢n m¨¢s preocupante, como demostr¨® la amarga carta de una secretaria a su diario hace unos d¨ªas: ya no son necesarios los limones. Las m¨¢quinas llevan a cabo cada vez una mayor parte del trabajo a realizar, y lo hacen no s¨®lo m¨¢s r¨¢pido, sino tambi¨¦n mejor que los seres humanos.
Viviane Forrester lo expone con una claridad meridiana en su libro El horror econ¨®mico (Fondo Cultural de Econom¨ªa) y adem¨¢s expone cu¨¢les van siendo las consecuencias de esta situaci¨®n.
Nuestra sociedad est¨¢ basada en el dinero como unidad de intercambio, y para conseguir esas unidades es necesario trabajar. Esto funciona mientras es necesario que las personas trabajen para producir los bienes que se intercambian por dinero, pero ?qu¨¦ pasa cuando ese trabajo ya no es necesario porque las m¨¢quinas son m¨¢s productivas en cantidad y calidad que las personas? ?C¨®mo se garantiza el derecho a la vida -supervivencia- y a la dignidad humana de aquellas personas cuyo trabajo hoy ya no es necesario? Estas personas han quedado excluidas. Forrester concluye que nuestra sociedad ha superado la fase en que la supervivencia y la dignidad humana pod¨ªan quedar ligadas al trabajo.
Ignacio Ramonet discurre por caminos similares en su libro Un mundo sin rumbo (Temas de Debate), y propone, a poco de comenzar, la semana de 20 horas a igual sueldo.
Los beneficios suben, las acciones se disparan y ni?os guapitos juegan a la ruleta en Bolsa -derivados de futuros- con la dignidad humana de miles, decenas de miles o centenares de miles de personas. ?Hay alguien en su sano juicio que de verdad crea que esto puede durar mucho tiempo o llevarnos a una situaci¨®n deseable? ?No est¨¢ ya bastante claro el tama?o del lobo debajo de semejantes orejas?-
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