El pajar de los dos millones y medio
Toda la grandeza y esplendor de la Vuelta, todo el cargamento de vallas y publicidad que convierten la l¨ªnea de meta en una alambrada sin fin, estuvo a punto ayer de quedarse escondido. Y de la manera m¨¢s simb¨®lica, al estilo de las pel¨ªculas de Berlanga o Capra: el espect¨¢culo sin par chocando contra la normalidad de la vida cotidiana representada por un humilde pajar de adobe. Y, como siempre, sali¨® ganando la vida. Aunque los 30 tr¨¢ilers que se quedaron atrancados en una curva de la subida al Morredero por La Ba?eza lograron su objetivo finalmente y llegaron a meta, antes tuvieron que arrodillarse humildemente a los pies del propietario del pajar y pagarle 2,5 millones de pesetas.En mitad de Corporales, una peque?a aldea en la ladera de El Morredero, un pajar construido hace tiempos inmemoriales obliga a la estrecha carretera a trazar una curva inveros¨ªmil, un recodo por el que no pod¨ªan maniobrar los gigantescos camiones. La ¨²nica soluci¨®n para que llegaran a la meta era derribar parte del pajar. Y as¨ª se lo solicitaron al propietario. Pero ¨¦ste, que sab¨ªa que el tiempo jugaba a su favor -siempre son los forasteros los que tienen prisa en los pueblos-, se neg¨® en redondo. Oblig¨® a la organizaci¨®n de la Vuelta a negociar con ¨¦l de t¨² a t¨². Primero fueron sus hijos quienes llegaron a un principio de acuerdo a eso de las once de la noche del mi¨¦rcoles, pero, juzgando que a¨²n ten¨ªa margen de maniobra, rompi¨® lo acordado. Por menos de 10 millones no permitir¨ªa que le derribaran el pajar. Se inici¨® as¨ª un chalaneo, en el que tambi¨¦n intervinieron las autoridades gubernativas. Dur¨® casi hasta las tres de la ma?ana. El propietario no logr¨® sus 10 millones, pero tampoco est¨¢ tan mal hacer sudar a algo tan importante como es toda una Vuelta.
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