Z¨¹lle est¨¢ fuerte
Revelaci¨®n de Heras en El MorrederoEl suizo resiste, los ataques de Dufaux y Escart¨ªn
Z¨¹lle est¨¢ fuerte, est¨¢ tan fuerte que asusta. El efecto disuasorio) que no logr¨® con la contrarreloj de C¨®rdoba frente a Dufaux y Escart¨ªn lo consigui¨® ayer en la ascensi¨®n a El Morredero, un puerto ins¨®lito en la Vuelta, una ascensi¨®n dura -16.kil¨®metros al 7 2%- que sirvi¨® de escenario para la revelaci¨®n del ¨²ltimo escalador espa?ol en salir a la palestra, el salmantino Roberto Heras, que gan¨® la etapa. Fue el mejor consuelo para su equipo, el Kelme. Fernando Escart¨ªn, su l¨ªder, intent¨® atacar a sus rivales, pero ni era su mejor d¨ªa, ni el tipo de la ascensi¨®n -escalonada, con muchas zonas para recuperarse entre pared y pared- le permitieron m¨¢s que terminar satisfecho por haber perdido s¨®lo tres segundos frente al l¨ªder suizo.El tercero en discordia, Laurent Dufaux, lleg¨® m¨¢s cansado a¨²n. Z¨¹lle, as¨ª, sali¨® reforzado y con menos dudas. La confianza es una prenda suya para las tres etapas de monta?a consecutivas que les quedan por afrontar.
Escart¨ªn lleg¨® cansado porque la ONCE le cans¨® y porque su equipo, el Kelme no supo aprovechar su mayor presencia en la parte final. Dufaux lleg¨® m¨¢s cansado porque la ONCE le cans¨®, y tambi¨¦n su propio equipo, el Festina.
Cuando el equipo de Manolo S¨¢iz se pone a controlar una etapa desde el comienzo, el resto del pelot¨®n se pone a temblar. La ONCE en formaci¨®n al frente del pelot¨®n supone ir a marchas forzadas -50 por hora en la primera hora, 42 por hora en toda la etapa- por senderos y barrancos. El objetivo era claro: eliminar la frescura de las piernas de los rivales; hacer llegar al puerto final a Escart¨ªn y Dufaux pidiendo tiempo muerto. Aun a costa de sacrificar a todo el equipo, aun a costa de dejar a Z¨¹lle aislado en el puerto final, rodeado de kelmes por todas partes.
Y cuando Z¨¹lle se qued¨® aislado gracias al trabajo combinado del Kelme y el Festina -ataques de Dom¨ªnguez, Rodr¨ªguez y Arsenio en el primer puerto; ritmo r¨¢pido marcado por Herv¨¦ y Stephens al salir de Ponferrada-, cuando el suizo quedaba a merced de lo que dispusieran los dem¨¢s, ?qu¨¦ pas¨®? Dicen algunos manuales que al l¨ªder le toca marcar el ritmo en la subida cuando est¨¢ solo, que sus rivales s¨®lo tienen que dedicarse a atacarle, pero eso no pas¨® camino de El Morredero.
S¨®lo cuando Jim¨¦nez lanz¨® su habitual ataque de homenaje a la afici¨®n y para dar una alegr¨ªa a su equipo, s¨®lo entonces, a 18 kil¨®metros para la meta, se vio a Z¨¹lle tirar del carro. Y despu¨¦s, s¨®lo le bastar¨ªa seguir una rueda, la de Dufaux. Cuando atacara Escart¨ªn, que lo hizo varias veces, aunque -no era su d¨ªacon escasa fuerza, duraci¨®n y convicci¨®n, Dufaux saldr¨ªa a su rueda, y Z¨¹lle detr¨¢s. As¨ª sucedi¨®.
La t¨¢ctica del Kelme lanzar ataques cada dos por tres para mover el ¨¢rbol y que cayera la fruta madura- no dio resultado. El ¨¢rbol no se movi¨® porque el ¨²nico hombre de los de Pino que podr¨ªa haber resultado peligroso para la general, Marcos Serrano, bastante ten¨ªa con hacer la goma. Heras no preocupaba a nadie. Todos hab¨ªan renunciado ya al triunfo de etapa. Y todos s¨®lo pudieron ver -c¨®mo Z¨¹lle, el m¨¢s fuerte, sprintaba a 150 metros de la meta y sacaba tres segundos a Escart¨ªn y seis a Dufaux. Poca renta, pero sintom¨¢tica.
Heras, escalador de la estirpe de Laudelino Cubino, gan¨® la etapa. Justo premio al trabajo de su equipo. Justo reencuentro de la Vuelta con los escaladores espa?oles. Desde 1993, a?o en que Montoya gan¨® en la cima de Alto Campoo, desde 1992 casi -triunfo de Pedro Delgado en Lagos y de Cubino en Luz Ardiden-, ning¨²n escalador espa?ol hab¨ªa logrado una victoria en una cumbre de la Vuelta. Los herederos han tardado, pero al fin han llegado.
El ciclismo espa?ol empieza a reencontrarse con sus ra¨ªces y con su tradici¨®n. Est¨¢ irremediablemente condenado a hablar de las gestas de los menudos y fibrosos. De Escart¨ªn, de Heras, de Blanco, de Jim¨¦nez. Si Olano no lo remedia, Indur¨¢in ya es pasado. Otra historia.
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