El fin de un estilo
Los tiempos han cambiado demasiado deprisa para el Banesto
Cuando el pasado martes Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri defendi¨® ante los patrones de Banesto la necesidad deportiva y Publicitaria de luchar para mantener a Santi Blanco en el equipo, defend¨ªa quiz¨¢s una traici¨®n a sus principios. Defend¨ªa entrar en la lucha cuerpo a cuerpo en las condiciones establecidas por un mercado cuyas claves ya no controla. Un mundo de representantes e inflaci¨®n galopante en el que la entrada de otro patrocinador con dinero -el Vitalicio de M¨ªnguez- a?ade la ¨²ltima gota. Ech¨¢varri, el abanderado desde hace a?os de una modernidad que no chocaba con su forma paternalista de llevar a los corredores, ve¨ªa necesaria la rendici¨®n moment¨¢nea, olvidar el lado humano por un tiempo hasta recomponer sus fuerzas. Pero el banco fue inflexible: negociar para recuperar a un corredor que ten¨ªan bajo contrato supon¨ªa romper con su l¨ªnea. El caso Santi Blanco ha trastocado los cimientos del veterano equipo. Un choque inesperado, s¨ª, pero no inesperable.Quiz¨¢s todo empez¨® a acelerarse en 1993, cuando la fusi¨®n con el Amaya. Entraban en el tradicional equipo Banesto sangre nueva, ideas diferentes, otras ra¨ªces. Otros no se remontan tan lejos y apuntan directamente a la retirada de Indur¨¢in el primer d¨ªa de este a?o. No s¨®lo a la forma traum¨¢tica en que se produjo, sino a la necesidad que tuvo el equipo de reconvertirse falto del paraguas que nunca fallaba. El fichaje de Olano hab¨ªa sido una necesidad para pasar los a?os de transici¨®n y empezar a cimentar el nuevo Banesto, pero lo mejor estaba por llegar: la llegada, a la cima de la camada de Blanco. Era la ilusi¨®n que manten¨ªa a Ech¨¢varri con fuerzas: lograr que el ¨ªdolo de su equipo fuera el ¨ªdolo de todo el pa¨ªs. Como con Arroyo, Perico e Indur¨¢in.
"Demasiadas estrellas j¨®venes en un mismo equipo. Y en un equipo que es el Banesto", es el diagn¨®stico de un experto. Estrellas muy bien publicitadas. Tan bien lanzadas al mercado que despiertan la avidez de los competidores. El Banesto se mostr¨®, as¨ª, demasiado vulnerable a las acechanzas externas, sobre todo porque Ech¨¢varri y su lucha ante organizadores y federaciones est¨¢ aislado dentro del ciclismo espa?ol.
A mediados de verano, cuando la agenda de Ech¨¢varri rebosaba de citas para renovar a algunos corredores y fichar a otros; cuando incluso ve¨ªa en peligro la continuidad de Jim¨¦nez y Casero y se vio forzado a quedarse con uno de los dos a fuerza de talonario, Ech¨¢varri dijo, ya con s¨ªntomas de desilusi¨®n: "?Y qui¨¦n me dice a m¨ª que lo mismo no me pasar¨¢ con Blanco o Una? Osa cuando me toque renovarles?". Salen a la luz cifras millonarias que rompen la tradicional rigidez y escalonamiento de sueldos dentro del equipo. Otros corredores del conjunto empiezan, tambi¨¦n a desilusionarse por lo que ven a su alrededor: j¨®venes con ¨ªnfulas de l¨ªderes que logran unas fichas m¨¢s altas que las que su palmar¨¦s deber¨ªa permitir. J¨®venes a los que, siguiendo la tradici¨®n del equipo, se les mima desde que son aficionados. J¨®venes a los que el dinero es casi lo ¨²nico que les seduce finalmente. Y es el dinero lo que puede acabar con todo un estilo, lo que supone su fin.
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