Jugar y trampear
Ayer lleg¨® aqu¨ª No va m¨¢s ¨²ltima pel¨ªcula del gran Claude Chabrol, el cineasta m¨¢s inteligente ,y m¨¢s creador de inteligencia ajena, el m¨¢s libre y m¨¢s comprometido con la libertad de los de m¨¢s, de cuantos escapa ron con algo propio que decir del rasero de aquella tolvanera francesa de cine de laboratorio que llamaron Nueva Ola y que, a caballo entre los a?os cincuenta y sesenta, tuvo como mayor virtud hacer despertar de su lar ga siesta al cine europeo del que emergi¨®. Ahora es esa ya Vieja Ola la que sestea y son muchachos inagotables, de pelo completamente blanco, como este Chabrol, quienes convierten en fuente de vida su tumba.No va m¨¢s es exactamente lo que su t¨ªtulo dice: el tope o dique ritual que anuncia el comienzo de una jugada de ruleta o de vida. Chabrol siempre guard¨® algo del alma del jugador en alg¨²n rinc¨®n de su inmenso talento y aqu¨ª juega e incluso juguetea a fondo. Hace unos a?os, en su genial pel¨ªcula anterior, La ceremonia, se puso grave, serio, casi se dir¨ªa que con su iron¨ªa cabreada y proporcion¨® un maravilloso respiro a quienes todav¨ªa tienen respeto por la verdad y dan el pan y la sal al viejo esp¨ªritu de los libertarios, los disconformes y los revolucionarios, esas gloriosas antiguallas cada d¨ªa m¨¢s due?as del futuro en este cobarde final de siglo donde imponen su perruna ley los estetas mansos y obedientes.
Tras aquel memorable zarandeo, con el que Chabrol redujo a carne de sarcasmo a los impostores que profetizan el fin de la historia y de las luchas de clases, este cineasta sublevado se ha tomado la vacaci¨®n de un precioso entrem¨¦s, tal vez para dar un necesario descanso a su c¨®lera para que ¨¦sta vuelva a la carga dentro de unos meses. Juega y, por supuesto, lo hace a lo grande, a lo inteligente, a lo fraternal, a lo deslumbrador, a lo limpio. Envida, apuesta, goza y hace envidar, apostar y gozar a Isabelle Huppert y Michel Serrault, dos arist¨®cratas de la gracia humana, a quienes pone en alarma de secuestro y les susurra al o¨ªdo- "Llevaos a esos de ah¨ª fuera de calle". Esos de ah¨ª fuera somos nosotros, sus espectadores secuestrados, que (no hace falta decirlo) jugamos a lo que. sea con esa gente, tan generosa que nos hace sentirnos guapos como ellos, libres como ellos, inteligentes como ellos y afortunados como ellos.
Pero si Chabrol juega escrupulosamente limpio, el argentino Marcelo Pi?eyro, en Cenizas del para¨ªso, hace trampas a destajo y con la solvencia y el recochineo de un expert¨ªsimo tah¨²r cinematogr¨¢fico. Dispara un complicado, aparatoso y artificioso melodram¨®n en forma de puzzle de intriga y, para colmo, lo barniza, en una cara de su falsa moneda, de par¨¢bola seudob¨ªblica; y en la otra, de denuncia de la corrupci¨®n pol¨ªtica en Argentina. Es decir, cartas marcadas sobre cartas marcadas. Pero, peor a¨²n, a trav¨¦s de un gui¨®n falsario pero escrito con regla de c¨¢lculo, de los que da el pego. Ojo: posible premio, pues vayan ustedes a saber lo que puede deducir un jurado chino de este cuento chino.
Babelia
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