El Madrid es una ruina
Los de Mart¨ªn cosecharon ante el Efes Pilsen su tercera derrota consecutiva en la Euroliga
Definitivamente, el Madrid tiene dos caras. La espa?ola, la de la Liga ACB, y la europea. En aquella ense?a unos n¨²meros de ensue?o (96,2 puntos de promedio por partido). Asusta a casi todos y lidera la clasificaci¨®n. En la continental, s¨®lo ense?a derrotas, limitaciones y naufragios. No atemoriza a nadie y es incapaz de ganar. Cero de tres, lleva.Ayer hizo un partido que no dio sino escalofr¨ªos. Un partido memo, incoherente, da?ino para los jugadores, para el p¨²blico y para la entidad. El Madrid europeo est¨¢, tras tres fracasos, en el infierno. Achicarr¨¢ndose.
El apag¨®n madridista lleg¨® pronto, a los cinco minutos. Y fue provocado por algo tan simple, y tan antiguo, como una defensa en zona. El Madrid qued¨® atrapado en un espesor impropio de un conjunto al que se le suponen, porque los tiene, recursos para superar cualquier argucia defensiva de su rival. Incluso algo tan poco novedoso como una zona. Transcurridos cinco minutos el marcador andaba en equilibrio (11-11). Diez minutos despu¨¦s, los turcos mandaban por nueve puntos (28-37), al abrigo de su, por lo visto, infranqueable defensa.
Y en esto que el p¨²blico, escaso pero ruidoso, comenz¨® a protestar. No parece acostumbrarse a estas cosas. Ni a ver que Herreros s¨®lo consigue tres puntos. Y Arlauckas, seis. El Madrid de las dos caras, la espa?ola y la europea, ense?aba ¨¦sta en su versi¨®n menos agraciada. Su juego era un horror, un cat¨¢logo de carencias desconocidas para su p¨²blico. Buscaron los blancos a Herreros y Angulo, confiados en que aquella zona, de pinta sencilla pero de maquiav¨¦licos resultados, pod¨ªa romperse con lanzamientos desde la lejan¨ªa. Bonito prop¨®sito. Y vano tambi¨¦n.
Maquill¨® el Madrid el electr¨®nico antes de irse al descanso (37-42). Y aparecieron los blancos tras la reflexi¨®n, o la bronca de su t¨¦cnico, o lo que fuera, con otra cara. No era para exagerar, pero cierta. mejora s¨ª se notaba. Un poquito de car¨¢cter, otro poquito de Bodiroga, no mucho, algo de arrojo y el asunto pareci¨® de nuevo encarrilado.
Un espejismo fue, nacido porque el Efes, tan entero, tan hormiguita en sus ataques, s¨®lo hizo cuatro puntos en los ocho primeros minutos de la reanudaci¨®n. Y ayud¨® tambi¨¦n, menuda alegr¨ªa, que se dejara su defensa zonal en el vestuario.
As¨ª que el Madrid cogi¨® aire. Y una t¨ªmida ventaja (49-46). Desempolv¨® el t¨¦cnico turco su feliz defensa y le puso grilletes a la reacci¨®n blanca. Que pas¨® a mejor vida, por supuesto. De nuevo en la borrasca, Bodiroga intent¨® la guerra por su cuenta y perdi¨® cinco balones, uno tras otro, en cuesti¨®n de pocos minutos, mientras Herreros pon¨ªa su mu?eca al servicio de una estad¨ªstica pat¨¦tica (2 de 11 hizo el Madrid en triples). Sin tiros lejanos no hay zona que reviente. Y menos una tan disciplinada como la que se sac¨® el Efes de la manga.
Naumoski, en vista de la situaci¨®n, comenz¨® a ense?ar sus fundamentos. Despacio, despacio. Y a disfrutar. Dio una lecci¨®n que ni Santos, ni Laso, ni Ant¨²nez, que ya s¨®lo est¨¢ para los milagros o para los minutos basura, fueron capaces de silenciar. El gigante Besok reba?¨® todo lo que se encontr¨®, que fue mucho, mientras Howard demostraba un acierto intachable. El Madrid apel¨® a su orgullo para ponerle freno a aquello. Pero esto no es atletismo.
Eligi¨® anoche el cuadro blanco una extra?a manera de suicidarse. Lo peor no es que el Madrid no pudiera. Es que a ratos dio la impresi¨®n de que no sab¨ªa. Y su futuro en la Euroliga est¨¢ repleto de oscuridad. Lo de Mosc¨² y Tel Aviv parec¨ªa un accidente. Lo de ayer no tiene sino pinta de cat¨¢strofe. El Madrid del espect¨¢culo, del juego alegre, es casero, espa?ol. El europeo no deja de ser una verdadera ruina.
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