Pol¨ªtica y estrategia
Pol¨ªtica... estrategia; estrategia... pol¨ªtica. ?Artes? ?Ciencias? Haceres humanos y eternos como la historia misma; haceres que proceden de un pensar y que se fundamentan en el pensamiento. Su ra¨ªz es id¨¦ntica, ya que es el hombre en toda su amplitud, aunque resulte reducida a su ingenio en la particularizaci¨®n de su apariencia. Sus objetivos, en cambio, son diferentes aunque lo sean tan s¨®lo en su aparecer. El objeto de la pol¨ªtica son las relaciones entre hombres en cuanto seres racionales vivientes en sociedad: al aplicar el hombre su ingenio a esas relaciones complejas y nebulosas, dif¨ªciles y escondidas, hace pol¨ªtica. El objeto de la estrategia es la guerra -peculiares relaciones entre hombres, al fin-: al aplicar el hombre su ingenio a la guerra produce estrategia... Siendo de id¨¦ntica ra¨ªz con objetivos diferentes, l¨®gico es que no siempre haya equilibrio justo entre ambas disciplinas. El momento hist¨®rico prevalente establece diferencias. Seg¨²n la hora que la historia marca destaca una sobre otra en cuanto hacer de historia. Normalmente es la pol¨ªtica la que ocupa el primer plano de la atenci¨®n del hombre que la hace y de los hombres que la reciben. En horas de conflagraci¨®n b¨¦lica, es la estrategia la que ocupa con mayor claridad y propiedad la mente de quienes presencian el momento hist¨®rico en conmoci¨®n. Pero tal preponderancia de una sobre otra no anula la personalidad de la reducida. Siempre hay pol¨ªtica y estrategia; o estrategia y pol¨ªtica. Normalmente es la pol¨ªtica el hacer que destaca, pero en el fondo late siempre la estrategia, sol¨ªcita de la atenci¨®n debida del propio pol¨ªtico. En horas cr¨ªticas y arriesgadas es la estrategia la que predomina en el par, mas la pol¨ªtica sigue estando en su lugar con atenuaci¨®n aparente tan s¨®lo. De todas formas, esa preponderancia de una sobre otra hace dif¨ªcil ver desde el lado destacado la realidad palpitante del otro, y por lo tanto hace m¨¢s dif¨ªcil a¨²n comprender e interpretar el ¨¢mbito o la escena en juego para hacer pol¨ªtica con acierto, para hacer tambi¨¦n estrategia procedente y, en especial, conocer con suficiencia la relaci¨®n conjugada de ambas... Hasta aqu¨ª, algo seme jante a lo que solemos llamar teor¨ªa. ?sta es v¨¢lida para lo que de generalidad pueda haber en los conceptos y realidades de pol¨ªtica y de estrategia, pero cobra va lor m¨¢s destacado y relevante cuando por pol¨ªtica se entiende la pol¨ªtica "internacional" y por estrategia lo que se suele denominar estrategia "de alto nivel" que, especialmente, se refiere a la guerra de grandes dimensiones, pero que no puede dejar en el olvido ciertas facetas de esa guerra indiscutible que, siendo guerra en s¨ª, no aparecen ante el gran p¨²blico, pero que revisten apariencias en la forma de guerras o guerras chiquitas, como se dec¨ªa en Espa?a desde hace cien a?os, o de guerritas no declaradas; de nacionalismos exacerbados y materializados con armas en las manos; de terrorismos a escala apreciable; y de convulsiones armadas con fuerza exagerada aunque se disfracen de simples ocurrencias bruscas, pero con muchos muertos y costosas des trucciones... De todo esto ha dicho ya bastante la historia. Claro es que o¨ªr lo que la historia ha dicho es dif¨ªcil y confuso, no s¨®lo por lo que de sibilino ha tenido siempre el or¨¢culo de aqu¨¦lla, sino, adem¨¢s, por la carga de subjetivismo con la que siempre se ha interpretado la palabra de la historia. Sobre esa premisa, lo que la historia dice es que en los momentos hist¨®ricos destacados por su trascendencia y por las consecuencias de los haceres del hombre en pol¨ªtica y en estrategia, siempre o casi siempre preponder¨® la pol¨ªtica internacional sobre la estrategia en general y, en particular, sobre esa estrategia menor con referencia a conflictos armados consecuentes a decisiones pol¨ªticas de fuerza: tratados de paz, acuerdos diplom¨¢ticos, condiciones e imposiciones de posguerra... Dos casos ejemplares hay en la historia europea de los dos ¨²ltimos siglos, que reflejan todo eso. El primero es el centrado en el Congreso de Viena, de 1815. En esa ocasi¨®n, y en el tiempo que sigui¨®, pol¨ªtica y estrategia anduvieron debidamente conjugadas, tal vez como escas¨ªsimas veces en el hacer hist¨®rico europeo. La verdad es que los pol¨ªticos de entonces destacaron por su saber pol¨ªtica, tanto los vencedores como los vencidos. La pol¨ªtica sancion¨® con perfecci¨®n suficiente lo que Europa deb¨ªa ser a partir de 1815. La estrategia ocup¨® lugar destacado en el hacer del Congreso, en especial en su acertada conjugaci¨®n con la pol¨ªtica en el hacer hist¨®rico del vencedor pragm¨¢tico de las guerras de la Revoluci¨®n y del Imperio: Inglaterra. Para jugar en lo real la estrategia con la pol¨ªtica con adecuaci¨®n a los tiempos, Inglaterra "invent¨®" el balance o power y lo ejerci¨® con inteligencia pol¨ªtica. El balance of power, en lo esencial, fue estrategia, vestida de pol¨ªtica, si se quiere, para hacer dif¨ªcil la vuelta a escena de la guerra grande. ?sta no volvi¨® hasta cien a?os despu¨¦s. Hubo otras guerras y guerritas, pero no fueron la guerra. Europa entonces jug¨® la pol¨ªtica, su pol¨ªtica, mirando a la estrategia y estudiando lo que estrategia es... El otro caso es el de un siglo despu¨¦s: el del Tratado de Versalles siguiente a la guerra europea que acab¨® en el 18, tratado ese que es una clara muestra de hacer pol¨ªtica internacional sin mirar al tiempo y debidamente a la estrategia tras haberla puesto en plano adecuado dentro del marco tridimensional de la guerra haci¨¦ndose. Si la pol¨ªtica no mira como debe a la estrategia -a esa estrategia que no es sino la probabilidad de que resurja no muy tarde el ¨¢nimo del vencido por volver a recurrir a la guerra para deshacer lo que en su sentir fue injusto-, la pol¨ªtica queda desequilibrada desde su propio empezar y est¨¢ abocada al fracaso. ?Qu¨¦ pasa hoy? Hoy no se piensa en la guerra ya, pero sigue habiendo "guerras" de aqu¨¦llas: "guerritas" no declaradas; nacionalismos armados; terrorismos a gran escala; convulsiones de muerte y destrucci¨®n... En ellas hay estrategia, y esa estrategia habla. La pol¨ªtica de hoy no parece o¨ªrla; tampoco mira a esa estrategia para hacerse a s¨ª misma, para materializar esa pol¨ªtica en la forma en que se hace en tiempos de paz oficial en las naciones u organismos internacionales que dicen lograr acuerdos entre pa¨ªses o regiones enfrentadas con las armas mediante intervenciones de paz o mediaciones de alto el fuego. Esa pol¨ªtica debe mirar a esa estrategia para ser eficaz pol¨ªtica, pero, tal como est¨¢n pasando las cosas, no parece hacerlo; es m¨¢s: la pol¨ªtica no cae en la cuenta, cuando se hace a s¨ª misma, de que hay en todo una estrategia exigente que pide ser o¨ªda... El pol¨ªtico de hoy -el de los Estados Unidos, el de Europa, el de los organismos internacionales- no parece comprender ni tener en cuenta el fondo estrat¨¦gico de todo problema pol¨ªtico, y en ello reside, en gran parte, la clave del fracaso de muchos de esos problemas a los que no les falta jam¨¢s su ra¨ªz de estrategia, por hundida que est¨¦. Ah¨ª est¨¢n, para quien sepa verlos y los quiera ver, los ejemplos de los Balcanes de hace unos a?os y de siempre, de Bosnia hoy todav¨ªa, de Israel y los palestinos, de algunos m¨¢s, aunque no tan sonados.Todo pasa como si la pol¨ªtica hoy no creyera tener necesidad de mirar a la guerra para contar con la estrategia en la soluci¨®n de sus problemas. La "guerra", parece pensar la pol¨ªtica, se ha alejado hasta muy por bajo de los horizontes del hoy que corre... Puede ser que esa guerra se haya alejado algo, mas no se ha desvanecido en absoluto. Pero aunque la guerra no est¨¦ en primer plano, la estrategia -grande o chica - sigue estando ah¨ª y en relaci¨®n esencial e ¨ªntima con la pol¨ªtica. Esta tendr¨ªa que darse cuenta de que, sin la estrategia, ella es muy poco, por no decir casi nada.
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