Trapiello : "El 98 regenera el tejido moral de Espa?a"
El escritor publica 'Los nietos del Cid', ensayo sobre la literatura de comienzos de siglo
Por no gustarle, no le gusta ni la etiqueta, que ya no hay quien la borre: generaci¨®n del 98; preferir¨ªa generaci¨®n del novecientos. No fueron ocho, sino ochenta. No les dol¨ªa Espa?a, y la renovaci¨®n de la literatura espa?ola no vino entonces, sino antes, con Gald¨®s y B¨¦cquer. Con todo, considera Andr¨¦s Trapiello, que hoy presenta en Madrid Los nietos del Cid. La nueva Edad de Oro de la literatura espa?ola (1898-1914) (Planeta), que a gente como Unamuno, Machado y Baroja se les debe la regeneraci¨®n del tejido moral de Espa?a, m¨¢s que a pol¨ªticos como C¨¢novas del Castillo.
Con fama de reflotador de cad¨¢veres, de husmeador de almonedas y pozos negros de libros viejos, Andr¨¦s Trapiello no ha pretendido hacer un manual, uno m¨¢s, sobre la gente del 98 (por citar el c¨¦lebre libro de Ricardo Baroja), sino ofrecer un panorama lo m¨¢s completo posible, lo m¨¢s vivo posible, sobre todo de aquella gen te que' con m¨¢s o menos fortuna, vivi¨® literariamente ese doblar la esquina del siglo. "Ser¨ªa m¨¢s aceptable hablar del novecientos; fue una ¨¦poca que agrupa a mucha gente y todos la protagonizaron".No s¨®lo la n¨®mina oficial, los inmortales del 98, al gusto de Azor¨ªn, muy dado a las listas. Es partidario de meter figuras menores y recomponer la foto del 98, sacan do algunos santones. "?Me puede decir alguien qu¨¦ influencias tiene hoy Benavente en la literatura espa?ola?", se pregunta Trapiello. "A m¨ª me gusta m¨¢s Eugenio Noel". Y contin¨²a: "No se trata de quitar a unos para meter a otros, sino de ampliar la n¨®mina. Los del 98 no fueron ocho, sino ochenta. Y hay que dar cabida a todos, pues en todos ellos, en un Sawa, en un Felipe Trigo, en un Zamacois, interesa un libro, unos poemas o" con frecuencia, una vida apasionante, superior a la propia obra".
Baroja y Valle-Incl¨¢n
"Me gusta Eugenio Noel", dice Trapiello; "Benavente, no". Y lo razona en su ensayo, como razona todas sus simpat¨ªas, que las hay, y sus antipat¨ªas, que tambi¨¦n: "No, no", se defiende; "por ser pro-Ba roja no soy anti-Valle. A m¨ª me fascina el personaje, no tanto su obra. Pero yo no me muestro en contra, sino que, aporto los testimonios de sus contempor¨¢neos; lo que dec¨ªa Unamuno de que la vida de Valle-Incl¨¢n acabar¨ªa enterrando su obra; lo de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, que le llama un castillo de quema. Y no digo que Valle sea un petardo, es Juan Ram¨®n, ojo, quien le llama 'un castillo de quema'. Yo tengo mis preferencias, y pienso que igual que Cervantes excluye a Quevedo, por estupendos poemas que ¨¦ste tenga, Baroja exluye a Valle-Incl¨¢n; y ?por que no lo vamos a decir?"Trapiello, que no cree que libros as¨ª puedan hacerse desde criterios objetivos (pues el conocimiento que de estos autores ha adquirido en los ¨²ltimos veinte a?os lo ha compartido con su propia vida de lector y de buscador ansioso de papel viejo), se rebela contra los escritores blindados. "Clar¨ªn lo est¨¢; Gald¨®s, no; Valle lo est¨¢; Baroja, no. Y ¨¦ste tiene los m¨ªsmos derechos que aqu¨¦l; ?y por qu¨¦ se puede permitir que Valle insulte a Gald¨®s y nada podamos decir de Valle? Es curioso que nuestros escritores que m¨¢s detestan la propia literatura espa?ola al ¨²nico que salvan es a Valle, que es intraducible". Galdosiano como es, estima que toda la gente del 98 (Baroja tambi¨¦n) fue especialmente injusta con Gald¨®s, que era en la literatura "el padre" a quien hay que abatir (es ley de vida, admite). "Aqu¨ª hay mucho sacrist¨¢n", da por zanjada la cuesti¨®n, "preservando la fe de ciertos escritores y rechazando a otros". Basta de guerras civiles, insiste; lo que ha pretendido hacer en su ensayo es "ampliar la n¨®mina, intentar que el lector se entusiasme como yo lo he hecho con tantos escritores olvidados que por ah¨ª andan, con las obras desbaratadas en los arroyos de los rastros". Se necesita, s¨ª, entusiasmo, reconoce, pero como recuerda que Pessoa dec¨ªa que el entusiasmo siempre es una groser¨ªa, prefiere matizarlo con cierto escepticismo. "La mezcla resulta agridulce, y creo que esto le va bien a mi ensayo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.