El impulso de una reforma:la ley 50 / 77
El autor afirma que la reforma fiscal era una se?al de identificaci¨®n del nuevo sistema pol¨ªtico que todo el mundo admit¨ªa. A su juicio, estaba en el ambiente que, de alg¨²n modo, el nuevo Gobierno har¨ªa una profunda reforma fiscal para dar una soluci¨®n a lo que podr¨ªamos llamar los nacionalismos perif¨¦ricos. El ministro de Hacienda era Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ezUna denominaci¨®n tan ¨ªmpersonal como la que encabeza este art¨ªculo dir¨¢ todav¨ªa algo a bastante gente especializada en materia tributar¨ªa, pero cada vez menos; hace ya muchos a?os que esa ley dej¨® de estar vigente; por el contrario, dice mucho a quienes intervinieron en la reforma fiscal que se inici¨® al filo del cambio de r¨¦gimen pol¨ªtico, una vez que ¨¦ste se hubo consolidado en las primeras elecciones libres celebradas en Espa?a, el 15 de junio de 1977.
El Gobierno que surgi¨® de la mayor¨ªa parlamentaria que result¨® de esas elecciones tom¨® r¨¢pidamente medidas econ¨®micas. En realidad, en la fase previa de la transici¨®n los problemas econ¨®micos no hab¨ªan podido ser abordados; la tarea pol¨ªtica del tr¨¢nsito a la democracia hab¨ªa absorbido la total capacidad de los gobernantes, especialmente el primer Gobierno Su¨¢rez, anterior a las elecciones antes se?aladas. La situaci¨®n econ¨®mica era mala: la inflaci¨®n era ya de asustar, en extremos que ahora nos parecen una historia de ciencia ficci¨®n, las magnitudes macroecon¨®micas estaban desajustadas; el vicepresidente econ¨®mico del Gobierno, Enrique Fuentes, fue quien dirigi¨® esa pol¨ªtica econ¨®mica de choque; en Espa?a no se hab¨ªa hecho frente a las consecuencias de la primera crisis del petr¨®leo; desde 1973 el pa¨ªs viv¨ªa en una burbuja efervescente por la volatilidad de la situaci¨®n pol¨ªtica.
Pero estaba claro, para todos o casi todos, que el nuevo r¨¦gimen ten¨ªa que entend¨¦rselas con una reforma fiscal seria. Por supuesto que muchos quer¨ªan que se hiciera una nueva Constituci¨®n, que se comenz¨® a hacer enseguida; pero la reforma fiscal era una se?al de identificaci¨®n del nuevo sistema pol¨ªtico que todo el mundo admit¨ªa (aunque no todo el mundo quer¨ªa, como se comprende, id¨¦ntica reforma).
Estaba en el ambiente, de alg¨²n modo, que el nuevo r¨¦gimen har¨ªa una profunda reforma fiscal que dar¨ªa una v¨ªa de soluci¨®n a los que podr¨ªamos llamar los nacionalismos perif¨¦ricos, o har¨ªa una amnist¨ªa del pasado ligado a la guerra civil y al r¨¦gimen anterior, o llevar¨ªa a sus ¨²ltimas consecuencias el Estado de Derecho, o consagrar¨ªa un sistema de derechos fundamentales pol¨ªticos y de otra clase. El ministro de Hacienda de ese primer Gobierno democr¨¢tico era Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y a ¨¦l se debe al impulso de su realizaci¨®n.
A los pocos d¨ªas de establecidas las Cortes y formado el Gobierno, ¨¦ste envi¨® a aqu¨¦llas el proyecto de ley de medidas urgentes de reforma fiscal. Las Cortes tuvieron que improvisar: a¨²n no se hab¨ªa realizado la primera adaptaci¨®n del Reglamento del Congreso a la nueva situaci¨®n, ni se hab¨ªa decidido cu¨¢les ser¨ªan las Comisiones que en su seno se iban a constituir, ni c¨®mo iban a ser y a trabajar. Era pleno verano (julio de 1977), y se adopt¨® la decisi¨®n de crear una Comisi¨®n de Econom¨ªa y Hacienda, provisional, que me toc¨® presidir, y para la que no hubo, no ya vacaciones veraniegas, sino ni siquiera de desaceleraci¨®n canicular del ritmo de trabajo impuesto por la urgencia que tal proyecto hab¨ªa incorporado a la propia denominaci¨®n de la ley.
La Comisi¨®n design¨® una ponencia en la que, en di¨¢logo fluido con las personas del Ministerio de Hacienda, elabor¨® esta ley que en octubre estaba ya promulgada, despu¨¦s de su paso por el Congreso y el Senado.
En aquella Comisi¨®n at¨ªpica (el presidente, por ejemplo, presidi¨® las reuniones de la ponencia) se dio forma a la ley que era un aldabonazo reformista, manifestaci¨®n de una voluntad pol¨ªtica seria, y que dio origen a un proceso de reforma que, aunque tuvo su m¨¢xima intensidad en 1978, no concluy¨®, de verdad, hasta 1985, con la aprobaci¨®n del IVA (algunos textos iniciales hab¨ªan sido ya corregidos).
El aldabonazo era fuerte: esa ley, que result¨® ser la n¨²mero 50 de 1977, suprim¨ªa el secreto bancario a efectos fiscales, creaba el delito fiscal y el impuesto sobre el patrimonio, adem¨¢s de otras reformas que facilitaban el camino para la implantaci¨®n del elemento m¨¢s importante de la total reforma: la creaci¨®n de un impuesto general y progresivo sobre la renta global de las personas f¨ªsicas, lo que suceder¨ªa al a?o siguiente.
Cuatro observaciones, entre las muchas posibles sobre esta ley. La primera, que la ley, como toda reforma, no fue una improvisaci¨®n, sino que hab¨ªa sido precedida de una serie de trabajos doctrinales y program¨¢ticos sobre las necesidades de reforma del sistema fiscal, centrados principalmente, aunque no exclusivamente, en el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda (dirigido sobre todo por Enrique Fuentes).
La segunda es que la reforma que se apuntaba trataba, al fin, de homologar nuestro sistema fiscal con los de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa Occidental, seg¨²n criterios que hab¨ªan sido v¨¢lidos y preponderantes hasta los primeros a?os setenta, y que se concretaron en el amplio periodo que hab¨ªa seguido a la II Guerra Mundial.
Espa?a lleg¨® tarde, como en tantas otras cosas, aunque no s¨¦ si con retraso. La reforma no tuvo en cuenta (ni la Constituci¨®n, en esta materia) las ideas y principios que se apuntaban (y a¨²n no se hab¨ªan plasmado) en nuesto entorno con motivo de la sacudida que para las econom¨ªas europeas supuso la primera crisis del petr¨®leo (y, en 1979, la segunda, que se sum¨®).
La tercera es que la necesidad de la reforma era ampliamente sentida. No se suele recordar que todos los partidos que concurrieran a las elecciones del 154 y obtuvieron representaci¨®n parlamentaria estimable propugnaban la creaci¨®n de un impuesto personal sobre la renta global, incluida, por supuesto, Alianza Popular.
La cuarta es que se quer¨ªa poner el acento, desde esta ley 50 / 77, en los aspectos de integraci¨®n ciudadana en las preocupaciones de la Hacienda. Poner l¨ªmites a los incumplimientos generalizados de las leyes fiscales y al h¨¢bito social de no tomarse, muchas de ellas, muy en serio, pero mediante la incorporaci¨®n, de buen ¨¢nimo, a la tarea com¨²n de contribuir a la Hacienda p¨²blica. Aquello de "Hacienda somos todos", que algunos recordar¨¢n. Se trataba, desde este p . unto de vista, de un revulsivo en la conducta social fiscal; la seriedad frente a la Hacienda iba de la mano de la consagraci¨®n de las libertades. No se trataba s¨®lo de una reforma econ¨®mica (como siempre las reformas fiscales lo son), sino de una reforma pol¨ªtica: la creaci¨®n de ciudadanos tambi¨¦n responsables de algunas conductas en relaci¨®n con lo p¨²blico.
Por supuesto, que luego hubo demasiados excesos p¨²blicos en la exigencia de esta forzada colaboraci¨®n ciudadana; y por supuesto que la naturaleza de las gentes no se transforma de la noche a la ma?ana. Pero ¨¦sta ser¨ªa otra historia.
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