Guti¨¦rrez Arag¨®n crea un prodigio de estilo en su maravilla 'Cosas que dej¨¦ en La Habana'
Contrasta un 'chute' franc¨¦s de droga dura con un delicado pastel mexicano
La tierna e ingeniosa Por si no te vuelvo a ver, del mexicano Juan Pablo Villase?or; y el bronco chute franc¨¦s de droga dura Clubbed to death, de Yolande Zauberman, precedieron ayer al estreno de Cosas que dej¨¦ en La Habana, hermosa pel¨ªcula dirigida por Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, en la que elabora un gran estilo y recupera aquel momento de estado de gracia que, en 1982, le condujo a Demonios en el jard¨ªn y poco antes a Maravillas. Ahora, en su recorrido por la Peque?a Cuba madrile?a, siguiendo los pasos de tres j¨®venes actrices cubanas, multiplica por tres aquellas maravillas.
Merece la pena, porque es ¨²til para adentrarse en las dificultades que presenta sostener un relato como Cosas que dej¨¦ en La Habana, recordar una formidable imagen de Demonios en el jard¨ªn, aqu¨¦lla donde la pel¨ªcula arranca y en la que la gran madre campesina Margarita Lozano alza sus faldones, se agacha sobre un barbecho, suelta sobre la tierra una enorme meada y ¨¦sta se hace primero manantial, luego arroyo, luego r¨ªo y luego inundaci¨®n. Sin altisonancia alguna, con sencillez y verismo casi documental, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n desencadena en esta peque?a imagen cotidiana una din¨¢mica de proporciones ¨¦picas o, si nos ponemos solemnes, c¨®smicas.No hay en el hermoso recorrido por los vericuetos de la Peque?a Cuba madrile?a que vertebra a Cosas que dej¨¦ en La Habana una gran matriarca que suelte su meada-riada sobre el asfalto del Madrid habanero, ni nada parecido a una r¨¦plica de aquella inundaci¨®n. Pero en cambio s¨ª hay, en el itinerario de tres muchachas cubanas por la cartograf¨ªa de su destierro espa?ol, aquella resonancia ¨¦pica o aquella din¨¢mica colectiva. Llegan y viven en Madrid, pero arrastran consigo la condici¨®n de rostros vivientes de otra ciudad y de otro pueblo, lo que multiplica -hasta hacerlas multitudinarias, hasta hacerlas riada- las resonancias de sus actos, por m¨ªnimos que sean.
Poeta ir¨®nico
Y es que estas tres muchachas, adem¨¢s de construir por s¨ª mismas tres personajes vivos y cre¨ªbles, est¨¢n sumergidas en un mundo igualmente vivo y cre¨ªble, cerrado sobre s¨ª mismo y atrapado por la c¨¢mara de Guti¨¦rrez Arag¨®n de forma tan elegante y certera que m¨¢s que verse, se vive. Guti¨¦rrez Arag¨®n es un gran manejador de la pincelada transparente y un consumado poeta ir¨®nico, due?o de los misterios de lo indirecto, lo que le permite representar a trav¨¦s de una conducta o un estado de ¨¢nimo individual, con un simple toque, la interioridad de una multitud. Es decir, aquella aludida meada que se hace fuente y luego arroyo y luego r¨ªo y luego inundaci¨®n.Hace unos d¨ªas vimos aqu¨ª Career girls, una preciosa comedia escrita y dirigida por Mike Leigh. Es este otro gran manejador de la pincelada transparente y tiene la peculiaridad de que le bastan dos o tres de estas pinceladas para abrimos de par en par, en pocos minutos, las puertas del conocimiento de sus personajes. Guti¨¦rrez Arag¨®n, en cambio, no es (ni lo busca: todo lo contrario) tan veloz como su colega brit¨¢nico. Es mucho m¨¢s paciente y elabora con primor una cadencia cautelosa para desvelar con serenidad y sin compulsi¨®n sus personajes o, en rigor, los personajes de Senel Paz, cuya gran escritura vuelve la mirada a su mundo, al de Fresa y chocolate.
A su don de la iron¨ªa y la transparencia, a?ade por ello Guti¨¦rrez Arag¨®n el de la gradualidad, de modo que la progresiva y minuciosa apertura de cada personaje se hace paso a paso, en goteo, con tacto e incluso con un exquisito olfato para hacer subir el relato mediante el relevo de personajes. Y son efectivamente los relevos en la boca de la escena de las tres muchachas cubanas, apoyadas en las magn¨ªficas r¨¦plicas de Jorge Perugorr¨ªa -se recupera a s¨ª mismo despu¨¦s de desviaciones err¨¢ticas en su carrera espa?ola-, Daisy Granados, Charo Soriano, Kiti Manver y el coro de perfectos brochazos con que la pel¨ªcula fulmina a sus personajes -gentuza espa?oles, los que marcan el sutil y fastuoso ritmo interior del relato y mantienen tensas y siempre hacia arriba las l¨ªneas de inter¨¦s, de captura y de intriga. Y esto dice que en Cosas que dej¨¦ en La Habana, adem¨¢s de int¨¦rpretes hay aut¨¦ntica direcci¨®n de int¨¦rpretes. Violeta Rodr¨ªguez (la hermana peque?a) sostiene en elevaci¨®n constante, de principio a fin de la pel¨ªcula, su personaje; Broselianda Hern¨¢ndez (la mayor) hace destapar el suyo en dos quiebros magistrales en la zona de desenlace, e Isabel Santos (la mediana) mantiene agazapada la fort¨ªsima identidad del suyo, para hacerla brotar de pronto hacia la mitad de la pel¨ªcula, en su soberbia escena frente al muchacho marica, mediante un golpe apabullante de talento.
Tres seres totalmente vivos, convertidos gradualmente, mediante m¨¢gicos relevos, en met¨¢foras de una riada humana dolorida y aut¨¦ntica, que est¨¢ ah¨ª y hierve de vida. ?Puede pedirse m¨¢s?
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