S¨®lo es el viento que agita la hierba
Los mercados a la baja forman parte del capitalismo tanto como los mercados al alza. Cuando el valor de las acciones sube demasiado por encima de los fundamentos econ¨®micos reales, los mecanismos correctores son inevitables. Pero la escala y el impacto de la actual "correcci¨®n" afectar¨¢n mucho menos a la econom¨ªa estadounidense, b¨¢sicamente s¨®lida, que a las econom¨ªas asi¨¢ticas.La ca¨ªda que barre todo el este de Asia estas ¨²ltimas semanas es f¨¢cil de comprender porque hay una raz¨®n para ella. La bonanza econ¨®mica del este de Asia estaba basada en un crecimiento de la exportaci¨®n de un 20%, lo cual significaba entre un 7% y un 8% de crecimiento total para la econom¨ªa de cada uno de estos pa¨ªses. Esto habr¨ªa sido sostenible si s¨®lo hubieran estado implicados un pu?ado de peque?os pa¨ªses como Tailandia, Taiwan o Malaisia. Pero cuando pa¨ªses grandes como China e Indonesia tambi¨¦n basan su "econom¨ªa milagrosa" en un crecimiento de la exportaci¨®n del 20%, el sistema tiene que fracasar antes o despu¨¦s. Nos encontramos ante la cl¨¢sica crisis de exceso de capacidad: hay demasiadas f¨¢bricas produciendo demasiado para demasiados pocos consumidores.
Por si fuera poco, en As¨ªa se estaba dando una cierta megaloman¨ªa que hab¨ªa que controlar. Si las torres Sears de Chicago y el World Trade Center de Nueva York no se pueden autofinanciar, ?c¨®mo puede permitirse un pa¨ªs relativamente pobre como Malaisia los edificios m¨¢s altos del mundo, las torres Petrona? Cuando los alquileres suben m¨¢s en Bangkok que en Los Angeles sabemos que no tiene sentido. ?C¨®mo puede un pa¨ªs pobre tener alquileres mucho m¨¢s altos que los de un pa¨ªs rico?
El efecto que perdurar¨¢ de la crisis asi¨¢tica ser¨¢ muy parecido a las consecuencias de la crisis de M¨¦xico de hace tres a?os: la macroestabilidad se habr¨¢ restablecido en unos a?os, pero el crecimiento disminuir¨¢ significativamente.
Esto agravar¨¢ inevitablemente el d¨¦ficit comercial de Asia con Estados Unidos. El poder adquisitivo de Asia con respecto a las importaciones disminuir¨¢ -se podr¨ªan imponer restricciones totales a las importaciones- y la econom¨ªa de los pa¨ªses asi¨¢ticos se volver¨¢ a¨²n m¨¢s dependiente del aumento de las exportaciones a Estados Unidos y Europa. Es muy probable que se caldeen las disputas comerciales.
La crisis del mercado de valores estadounidense est¨¢ unida a Asia s¨®lo psicol¨®gicamente. Es un p¨¢nico contagioso alentado por una mentalidad gregaria. Los inversores son como ant¨ªlopes huidizos. Unas veces huyen porque ven a un le¨®n. Otras huyen porque el viento agita la hierba y se creen que es un le¨®n.
La actual crisis de Estados Unidos es el viento que agita la hierba. No hay le¨®n, porque la econom¨ªa estadounidense no tiene problemas fundamentales. En Estados Unidos, la inflaci¨®n est¨¢ m¨¢s o menos muerta; al fin y al cabo, el crecimiento es constante (pero no lo suficientemente espectacular como para provocar una ca¨ªda) y el presidente estadounidense, Bill Clinton, est¨¢ a punto de dar a conocer un presupuesto equilibrado.
Aunque era probable que se produjese alguna correcci¨®n en el mercado de valores, el efecto a largo plazo en los ¨ªndices de crecimiento de Estados Unidos va a ser cero. De hecho, lo ¨²nico que ha hecho la crisis es evitar que el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, suba los tipos de inter¨¦s, lo cual es bueno para el crecimiento continuado.
Para aquellos que insisten en analog¨ªas hist¨®ricas, esta vez la crisis tiene poco en com¨²n con la Gran Depresi¨®n de 1929. En aquella ocasi¨®n, lo que hundi¨® la econom¨ªa no fue el mercado de valores, sino la quiebra de los bancos. Hoy, gracias a los seguros de la Reserva Federal, es imposible que ocurra algo parecido.
Por consiguiente, el resultado m¨¢s probable de este episodio actual en lo que a Estados Unidos se refiere ser¨¢ el mismo que el de la crisis de 1987: dentro de seis meses, ni siquiera nos acordaremos de que ha ocurrido.
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