Mendicutti novela el rapto m¨ªstico de un transexual
Rebecca de Windsor ha sido Jes¨²s L¨®pez Soler durante 37 a?os. A esa edad, cansada de ser estrella del cabar¨¦, le da el estro m¨ªstico: decide ser santa, la m¨¢s santa del mundo. ?se es el sorprendente arranque de Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy (Tusquets), ¨²ltima novela de Eduardo Mendicutti (Sanl¨²car de Barrameda, C¨¢diz, 1948), que fue presentada ayer en Madrid, y cuyo origen literario est¨¢ en un poema raro de Jaime Gil de Biedma, versi¨®n gay de La noche oscura de san Juan, de la Cruz, que el autor catal¨¢n dedic¨® al poeta-monje Julio Maruri. La estrofa cumbre es la cita del libro, y dice as¨ª: "En una noche oscura, / con ansia y en ardores inflamada, / en busca de aventura / sal¨ª, toda alocada, / dejando atr¨¢s mi celda sosegada".El origen sentimental de la historia de Rebecca, un transexual gaditano incapaz de vencer su lado masculino y de frenar su feroz examen personal, es m¨¢s complejo: "Procede del desorden de las ideas, la confusi¨®n de los valores, emociones y sentimientos. La m¨ªstica, la religi¨®n, parece la ¨²nica salvaci¨®n a ese desconcierto".
Marginado doble
El autor, colaborador habitual de El Mundo, confiesa sin ambages que hay elementos autobiogr¨¢ficos en el libro. Mendicutti se ha sentido desde joven un marginado doble, tanto del a?ejo prototipo del se?orito-masculino-andaluz como de la moderna etiqueta homosexual-sensible-del-sur: "No tengo sensibilidad para la superstici¨®n, la poes¨ªa, las plantas, los toros... Y ¨¦se es mi complejo: mi falta de espiritualidad, mi escepticismo y descreimiento, el hecho de que sea muy terrenal y que me guste el f¨²tbol... Si el siglo que viene es realmente espiritual, lo voy a pasar fatal".Pero Rebecca, "una narradora no del todo femenina que se va masculinizando", es a la vez una met¨¢fora: "Los travestidos exageran sus rasgos y su lenguaje como una forma de crear estupor y desconcierto, de enga?ar a su propia memoria. Pero yo creo que todos somos transexuales: muy tramposos con la memoria, con lo que sentimos, con c¨®mo nacimos. Los prejuicios para aceptar que no somos m¨¢quinas ni ¨¢ngeles siguen en pie".
Mendicutti no parece tratar de dar moralina, y la novela est¨¢ llena de un humor muy ling¨¹¨ªstico, que refleja una congoja propia y reivindica una vida menos sufrida, "que destierre la culpa y nos permita reconciliarnos con lo que somos, convivir sin dolor con nuestras miserias y duplicidades: masculinos y femeninos, religiosos y profanos, espirituales y carnales... Guardar las apariencias como sea produce unas tensiones tremendas".
Despu¨¦s de tres a?os trabajando en la novela, el autor s¨®lo tiene un miedo: que una "lectura f¨¢cil", fr¨ªvola, tape la idea fundamental, el alegato anticulpa: "Rebecea reivindica el derecho a no sentirse culpable".
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