100.000 copias de los diarios robados de Aza?a saldr¨¢n a la venta en Navidad
Aznar presentar¨¢ los tres cuadernos ¨ªntimos secuestrados por el franquismo
La rocambolesca historia de los Diarios de Manuel Aza?a (1880-1940) est¨¢ a punto de acabar. Grijalbo Mondadori tiene ya en la imprenta 100.000 ejemplares de los tres cuadernos que el presidente del Gobierno de la II Rep¨²blica escribi¨® entre el 22 de julio de 1932 y el 26 de agosto de 1933. Los diarios fueron robados en 1936 por un diplom¨¢tico espa?ol en Ginebra y han permanecido "secuestrados" -primero por el Gobierno de Franco y despu¨¦s por la familia del dictador- 61 a?os, seg¨²n el director de la edici¨®n, Gonzalo Pont¨®n. Las 488 p¨¢ginas estar¨¢n en la calle antes de Navidad, ser¨¢n presentadas por el presidente Aznar y costar¨¢n 1.990 pesetas. Los textos, prologados por Santos Juli¨¢, ense?an la prosa brillante, la lengua viperina y la triste e ir¨®nica visi¨®n de Aza?a sobre gentes y sucesos cruciales de ese per¨ªodo.
Para Gonzalo Pont¨®n, que hace 20 a?os edit¨® en Grijalbo los seis diarios conocidos de Aza?a con el t¨ªtulo Memorias pol¨ªticas y de guerra, es un caso de "justicia po¨¦tica" que esta misma editorial saque finalmente a la luz unos textos que, augura, "tendr¨¢n gran impacto en la conciencia de la gente, porque dan idea del drama de un hombre fuera de ¨¦poca y tiempo". La publicaci¨®n, como la historia de los diarios, no ha sido f¨¢cil: se retras¨® casi un a?o por las cautelas impuestas por un juez que bloque¨® el contrato firmado en febrero entre Grijalbo y la mayor¨ªa -el 70%- de los due?os de los derechos. Los leg¨ªtimos poseedores son las sobri nas camales de Aza?a, Manuela (ya fallecida) y Enriqueta, y los sobrinos nietos Manuel y Antonio Mart¨ªnez Aza?a y Mar¨ªa Jos¨¦ Navarro Aza?a. Finalmente, dice Pont¨®n, el 30% de la pro piedad que pidi¨® el bloqueo ha firmado el contrato.
Los pol¨¦micos diarios dan idea de la riqueza de la figura de Aza?a, de su gran capacidad para describir paisajes y de su sarcasmo para retratar tipos. "Don Niceto, que habla por los codos, no tiene conversaci¨®n", escribe del presidente Alcal¨¢ Za mora, con quien pasa de la corte s¨ªa a la acritud: "El arte, la litera tura o los viajes no aparecen nunca en sus palabras". Aza?a habla tambi¨¦n de s¨ª mismo: "Lo que m¨¢s me gusta es ser motor y despertador de actividades dor midas", dice al citar su deseo de dar a Madrid un gran plan urban¨ªstico.
Pero tan apasionante como el contenido es la peripecia hist¨®rica de los cuadernos, que salieron de Espa?a en septiembre de 1936, cuando Cipriano Rivas Cherif, cu?ado y amigo de Aza?a, los lleva a Ginebra tras ser nombrado c¨®nsul. Dos meses despu¨¦s, el vicec¨®nsul Antonio Espinosa, que intenta lavar su permanencia en el puesto tras la rebeli¨®n militar entregando a los nacionales documentos ¨ªntimos del enemigo, roba los tres cuadernos. ?Por qu¨¦ precisamente esos? Seg¨²n Santos Juli¨¢, "los roba a bulto: intenta acopiar cosas en peque?as dosis para no le vantar sospechas".
Antes de acabar la guerra, el periodista Joaqu¨ªn Arrar¨¢s publica fragmentos de los textos robados en el ABC de Sevilla. Con eso y alg¨²n cap¨ªtulo m¨¢s, edita las Memorias ¨ªntimas de Aza?a en Ediciones Espa?olas. La manipulaci¨®n muestra un Aza?a sanguinario. La pista de los diarios se pierde hasta los a?os 60, cuando el historiador Ricardo de la Cierva se entera de que est¨¢n en el Servicio Hist¨®rico Militar. Quiere verlos, peto le dicen que Franco se los ha llevado.
Caso cr¨®nico de obsesi¨®n por el enemigo o simple bot¨ªn de guerra, como ha sugerido Javier Tusell, lo cierto es que cuando ¨¦ste pide los cuadernos a la farnilia Franco -siendo director general de Bellas Artes- la respuesta es "no est¨¢n". Hasta que, la pasada Navidad, un aparente azar lo descubre todo. Arancha, nieta de Franco, se va a casar, y pide a su madre que le regale unos libros del abuelo. La hija del general encuentra los cuadernos y llama a la ministra Aguirre.
Luego viene el culebr¨®n Aznar -se dijo, y despu¨¦s se desminti¨®, que el presidente se llev¨® los cuadernos a Baqueira Beret-, y el dep¨®sito -de manos de la ministra- en el Archivo Hist¨®rico Nacional. All¨ª se guardan hoy.
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