"Madrid significa cierta imperfecci¨®n que permite a¨²n libertad"
Ray Loriga, a quien nadie conoce por Jorge, su nombre de pila, es un hombre con aspecto adolescente, delgado y cuidadamente desali?ado. Naci¨® en Madrid hace 30 a?os pero bien podr¨ªa pasar por el estudiante de una novela del ruso Dostoievski o por un poeta centroeuropeo de 1920. S¨®lo la ristra de sortijas de cu?o punki que exhibe en sus dedos permite situarle en nuestro tiempo. Es hijo del ilustrador Loriga, cuyos dibujos inteligentes y un punto enigm¨¢ticos alumbraron tantas p¨¢ginas del diario Informaciones, y de una actriz que renuncio a su vocaci¨®n para criar a sus hijos. Ray adopt¨® este nombre en homenaje al boxeador hom¨®nimo Sugar Robinson, al que siempre admir¨®. Fascinado por el poeta franc¨¦s Rimbaud, que alcanz¨® su plenitud con 20 a?os, ¨¦l parece guardar en su rostro el impacto que en su generaci¨®n caus¨® la muerte prematura de Kurt Cobain. Hay en su expresi¨®n una pincelada nost¨¢lgica de interrogantes sin respuesta a los que parece haber querido responder en sus cuatro novelas y ahora en su primera pel¨ªcula, reci¨¦n estrenada en Madrid, La pistola de mi hermano, t¨ªtulo dado a su novela Ca¨ªdos del cielo en Estados Unidos, donde pasa seis meses al a?o.Pregunta. ?No son ya demasiados los filmes dedicados a las pistolas?
Respuesta. Creo que s¨ª lo son, pero mucho peor que hablar de ellas en una pel¨ªcula es venderlas o aprender a sujetar las, como se hace en los ej¨¦rcitos.
P. ?Cu¨¢l es el eje de su pel¨ªcula?
R. Es un relato de tres personas adolescentes lleno de silencios y de palabras, con un ritmo que invita a la reflexi¨®n sobre el miedo.
P. ?Contra qu¨¦ dispara usted en ella?
R. Contra un mont¨®n de prejuicios. Hay otra violencia subterr¨¢nea, que no se ve ni est¨¢ en los c¨®digos penales, pero que se refleja en comportamientos llenos de crueldad contra las mujeres o por cuestiones de clase. Me gustar¨ªa disparar contra todo eso.
P. ?Por qu¨¦ escribe?
R. Porque escribir es la manera m¨¢s civilizada de disparar contra toda esa violencia oculta.
P. Acabar con la violencia hablando de la violencia.
R. En tiempos de Doris Day nos ense?aban las grandes neveras y los bellos tel¨¦fonos. Ahora nos muestran las armas: la demencia armada en Nueva York, donde vivo, llega a l¨ªmites alarmantes.
P. A ustedes no les gusta rotularse como generaci¨®n X, pero muchos desconocemos qu¨¦ desean realmente.
R. Se nos obliga a ser adolescentes hasta los 30. A veces confunden nuestro silencio, creen que no nos relacionamos. Pero, incluso con el silencio, decimos muchas cosas. Otras cosas nuestras tambi¨¦n las ignoro yo.
P. ?Qu¨¦ significa Madrid?
R. Cierta imperfecci¨®n cultural cuyos resquicios permiten a¨²n cierta libertad.
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