Cambalache
A ra¨ªz de la guerra del Golfo brotaron expertos adalides como milagrosos manantiales verbales bajo la varita del zahor¨ª representante de Kuwait en la Tierra, el se?or Javier de la Rosa. Ahora, los belicistas de anta?o viven la amarga experiencia de que ya nadie les convoca para que avalen las operaciones policiacas de castigo contra Irak emprendidas peri¨®dica mente por EE UU. No est¨¢ el se?or De la Rosa para gastos superfluos, y la causa de salvar el derecho internacional a costa de unos miles de iraqu¨ªes es en Espa?a a¨²n m¨¢s gratuita que la estulticia. Que EE UU, el socio de la ONU m¨¢s moroso y padrino de toda clase de Estados violadores de acuerdos onusianos, se valga del respaldo de las Naciones Unidas para utilizar una vez m¨¢s a Irak como pun ching de sus entrenamientos militares requiere una urgente traducci¨®n al ingl¨¦s del tango Cambalache para que lo baile el matrimonio Clinton en sustituci¨®n de Macarena cuando celebre el pr¨®ximo picadillo iraqu¨ª: Siglo veinte, cambalache problem¨¢tico y f¨¦bril. / El que no llora no mama y el que no afana es un gil. Aupado sobre los tacones postizos de su internacionalidad, Aznar, como en el pasado Felipe Gonz¨¢lez, se ofrece como felpudo para que pasen por encima los bombarderos norteamericanos en nombre de un inter¨¦s en este caso m¨¢s gal¨¢xico que general. Id¨¦ntica disposici¨®n presenta Blair, la gran esperanza blanca de la social democracia posmoderna, convencido de que Occidente sigue siendo Occidente y necesita oportunas batallas de Lepanto para que el infiel no vuelva a llegar hasta las puertas de Belgrado, as¨ª en el siglo XV como en el XX. Mientras tanto, Sadam Husein est¨¢ dispuesto al martirio, pero no al propio, sino al de sus s¨²bditos, para que el llamado mundo ¨¢rabe tome con ciencia de que el enemigo es el Imperio uno, grande y libre. De haber guerra, que cada ciudadano espa?ol asuma su cuota de escabechina.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.