Un integrismo sin ayatol¨¢s
El ¨²ltimo episodio de violencia vivido en Egipto hace que, como cada vez que se produce un atentado atribuido al radicalismo isl¨¢mico, se piense en Ir¨¢n. El triunfo de su Revoluci¨®n Isl¨¢mica ha proyectado la imagen del islamismo como algo genuinamente iran¨ª. Nada m¨¢s lejos de la realidad. El integrismo naci¨® en Egipto, tal como reconoce Hala Mustafa, una de las m¨¢ximas expertas de ese pa¨ªs en el fen¨®meno isl¨¢mico."Aqu¨ª se constituy¨® la fraternidad de los Hermanos Musulmanes y aqu¨ª est¨¢ en juego el futuro pol¨ªtico del mundo ¨¢rabe", ha repetido una y otra vez Mustafa. En efecto, fue en los a?os treinta cuando Hasan al Banna form¨® esa organizaci¨®n pol¨ªtica con el objetivo de lograr Gobiernos isl¨¢micos para los musulmanes. Y en ¨¦l coinciden todas las organizaciones integristas para las que ha servido de modelo dentro y fuera de Egipto.
Hoy, la hermandad est¨¢ prohibida como tal, aunque tolerada. Sus miembros se dedican a actividades de car¨¢cter social y suelen asociarse a otros partidos pol¨ªticos para participar en las elecciones. Cuentan con varias decenas de diputados en la presente legislatura. Pero ni esa labor ni su situaci¨®n de permisividad sin reconocimiento satisfacen a los sectores m¨¢s radicales del islamismo. As¨ª han surgido diversos grupos terroristas, el m¨¢s antiguo y activo de los cuales es la Gamaa Islamiya (literalmente Asamblea o Agrupaci¨®n Isl¨¢mica).
Esa organizaci¨®n estuvo detr¨¢s del asesinato del presidente Anuar el Sadat en 1981, fecha desde la que Egipto se encuentra en estado de emergencia. M¨¢s recientemente, en 1990 se responsabiliz¨® de la muerte del presidente del Parlamento, Rifaat Mahgoub. Y en todo ese tiempo no ha dejado de arrinconar y atacar a los coptos (cristianos egipcios). En los ¨²ltimos cinco a?os, su nombre ha tenido una mayor proyecci¨®n internacional al firmar la mayor¨ªa de los atentados contra turistas cometidos en Egipto, incluido el de ayer.
Con todo, y a pesar de su penetraci¨®n social, el islamismo no ha alcanzado en Egipto la envergadura que logr¨® en Ir¨¢n. Ni las condiciones pol¨ªticas, ni la religiosidad de uno y otro pueblo son las mismas. En tanto que los iran¨ªes siguen la rama shi¨ª del islam (inicialmente una herej¨ªa de los seguidores de Al¨ª, el yerno de Mahoma), los egipcios siguen la Sunna o tradici¨®n, la rama ortodoxa, en principio mucho menos proclive a los radicalismos.
El objetivo ¨²ltimo de las m¨¢s estrictas interpretaciones del islam es, sin embargo, el mismo, vengan desde el shi¨ªsmo o desde el sunismo: un Gobierno que aplique la sharia (ley isl¨¢mica). Por eso no han faltado an¨¢lisis que han establecido conexiones entre el Gobierno de los ayatol¨¢s y los movimientos integristas del resto del mundo musulm¨¢n. Tales informaciones enfriaron durante mucho tiempo las relaciones entre Teher¨¢n y El Cairo.
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