Aprendices de brujo
Fueron a la cumbre de Luxemburgo imaginando que de ella s¨®lo saldr¨ªan buenas palabras y compromisos ret¨®ricos, y se equivocaron, porque se logr¨® la concreci¨®n de algunos puntos. Llegaron con los deberes hechos con alfileres, sin el esfuerzo adicional que requer¨ªa la gravedad del problema (el paro). Desarrollaron sin complejos la tesis de un modelo econ¨®mico espa?ol y de la creaci¨®n de empleo, basado en el mero crecimiento; con ello entendieron que bastaba, pese a la terquedad de los datos que explican lo contrario: el empleo que se crea introduce en el mercado a los nuevos activos, pero no disminuye apenas la cifra de los tres millones de parados. Pretendieron aprovecharse de lo que m¨¢s les conven¨ªa de cada circunstancia, y su, oportunismo les ha marginado de. la tendencia general. Se creyeron su propia propaganda ("Afortunadamente, el nivel de creaci¨®n de empleo en estos momentos es alto, se puede cifrar en un 3%, y la tasa de paro ha descendido del 15% al l2%": declaraciones de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, a la revista Time) y se han quedado solos. Son unos aprendices de brujo.
Se pusieron bajo el paraguas de la poderosa Alemania, pero Helmut Kohl, haciendo pol¨ªtica y dando otro peque?o impulso a la Europa unida, los abandon¨® en el ¨²ltimo instante, al declinar el bloqueo de los acuerdos m¨ªnimos a que hab¨ªan llegado los jefes de Estado y de Gobierno. Les tuvo que echar un capote Portugal (con un ¨ªndice de paro muy inferior al nuestro), pero no aceptaron por ser muy costoso- el plazo de cinco a?os para. dar una reinserci¨®n laboral o formaci¨®n a los j¨®venes y a los parados de larga duraci¨®n; han sido incapaces, hasta el momento, de evaluar dichos costes y explicar si existe una reasignaci¨®n de recursos alternativa.
Criticaron con la prepotencia de quien desprecia cuanto ignora a los que demandaban atender a las opiniones p¨²blicas y europeizar las respuestas, y abanderaron la nacionalizaci¨®n de las soluciones.... hasta que les pusieron fecha (cinco a?os a partir de ahora) y objetivos concretos (700.000 j¨®venes y m¨¢s de un mill¨®n de adultos afectados por los acuerdos de Luxemburgo). Dijeron no por "sentido com¨²n": no se puede asumir lo que no se puede cumplir. Se han despertado como baluartes de una forma de entender la Uni¨®n Europea: muy aplicados en el cumplimiento de los criterios de convergencia (sobrados en algunos de ellos, como el d¨¦ficit p¨²blico y la inflaci¨®n) y renuentes en la reinserci¨®n de los parados: el escenario m¨¢s conservador en el pa¨ªs m¨¢s necesitado de generar empleo.
Desde el viernes, 15 millones de parados europeos (los correspondientes a los 14 pa¨ªses, menos Espa?a) tienen una peque?a esperanza de cambiar de condici¨®n en los cinco pr¨®ximos a?os; los tres millones de parados espa?oles no poseer¨¢n las mismas ventajas. La cl¨¢usula de -exclusi¨®n a la que se ha acogido el Gobierno evita garantizar las soluciones, que aqu¨ª siguen siendo promesas. ?En qu¨¦ plazo de m¨¢s de cinco a?os puede Espa?a incorporarse al ritmo comunitario?
Por primera vez desde su ingreso en la Comunidad Econ¨®mica Europea en 1986, Espa?a limita su impulso europe¨ªsta y se apunta a las excepciones. Las cr¨ªticas a la renuencia continental del Partido Popular se hab¨ªan hecho hasta ahora en voz baja, pero desde Luxemburgo son clamorosas. Es parad¨®jico que quien est¨¢ peor colocado en materia de empleo frene las t¨ªmidas primeras medidas activas de la historia de la Uni¨®n Europea, conseguidas como m¨ªnimo denominador de los Quince. La analog¨ªa hecha por Diego L¨®pez Garrido es acertada: "Aznar ha relevado a Margaret Thatcher en el Consejo Europeo; el debate sobre el empleo ha entrado en el coraz¨®n de la UE, pero se ha parado en los Pirineos". Aznar ha cometido, en Luxemburgo, un error pol¨ªtico.
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