Gangas de anta?o
70 anticuarios de toda Espa?a ofrecieron sus mercanc¨ªas en un rastro de Majadahonda
Los ricos tambi¨¦n regatean. Pero no s¨®lo eso, sino que adem¨¢s son a los que m¨¢s trabajo les cuesta sacar la cartera y soltar billetes, aunque a cambio obtengan una preciosa antig¨¹edad con la que adornar el hall de sus lujosas viviendas. As¨ªlo afirmaban ayer algunos de los 70 propietarios de puestos que se reunieron en la cuarta edici¨®n del Rastro de Antig¨¹edades de Majadahonda (39.700 habitantes), el municipio con la tercera renta per c¨¢pita m¨¢s alta de la Comunidad (1.846.400 pesetas). Por ello, los comerciantes tuvieron que ponerse firmes ante las duras negociaciones de compraventa para mantener los precios de sus productos.El rastro de Majadahonda (que se repetir¨¢ el pr¨®ximo 14 de diciembre en el recinto ferial) destac¨® ayer por la variedad y calidad de los objetos en venta. Hab¨ªa de todo. Por ejemplo, unos gram¨®fonos de los a?os treinta que funcionaban perfectamente, pero que ten¨ªan que luchar contra su descendencia moderna. "Se escucha mejor mi compactdisc", le dijo un ni?o a su padre, mientras el anticuario pinchaba un disco de ¨®pera de "la ¨¦poca de los romanos", como dec¨ªa el comerciante.
En el rastro tambi¨¦n se pudo ver uno de los primeros tomavistas que llegaron a Espa?a. Lo ofrec¨ªa en venta Francisco Blaneo, un anticuario llegado de Le¨®n. "Es el hermano mayor de las modernas c¨¢maras de v¨ªdeo", explic¨® el comerciante. "S¨®lo le falta la cinta para grabar, pero funciona perfectamente", a?adi¨®.
Blaneo tambi¨¦n vend¨ªa tel¨¦fonos antiguos con timbres aut¨¦nticos y cuyos auriculares se colgaban en el lateral del aparato.
Jos¨¦ Pulido, un artesano de la madera y el metal, vend¨ªa mesas "hechas de madera vieja y rejas, antiguas", explic¨®. Para obtener la materia prima con la que trabaja en su taller de Algete, el hombre hab¨ªa buscado objetos en las casas en ruinas y en venta. Una se?ora de 84 a?os paseaba junto a unas tablas de las que se usaban antes para lavar la ropa en los r¨ªos o en las fuentes de los pueblos. Al verlas no pudo evitar decir: "Menos mal que ahora hay lavadoras y esto s¨®lo se vende ya como una antig¨¹edad". No deb¨ªa tener muy buenos recuerdos de esa otra ¨¦poca.
En un tenderete cercano estaba el anticuario Carlos de Montes, quien hab¨ªa tra¨ªdo su mercanc¨ªa en barco desde la India. All¨ª selecciona objetos de madera ya averiados y en desuso para reciclarlos en su taller a base de imaginaci¨®n y muchas horas de trabajo. Por ejemplo, de una silla de montar en camello, comprada en el citado pa¨ªs oriental, De Montes hab¨ªa fabricado una mesa, una silla y un perchero. Todo en venta.
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