Estar y ser
Estar en los centros de poder es condici¨®n necesaria pero no suficiente para influir en Europa. Por eso hay tanta discusi¨®n en torno a la constituci¨®n de ese nuevo foro llamado Euro X (la equis se despejar¨¢ cuando se sepa qu¨¦ pa¨ªses entran en la moneda) que ha de reunir a los ministros de Econom¨ªa y Finanzas de los pa¨ªses de la uni¨®n monetaria. Aunque sea informal, y aunque los de fuera est¨¦n de una u otra manera informados -el Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Finanzas (Ecofin) ha de examinar hoy las modalidades- de lo que ocurre en su seno, ¨¦ste ser¨¢ un foro esencial para la coordinaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas y monetarias, a modo de complemento del otro centro esencial de poder que ser¨¢ el Comit¨¦ Ejecutivo del Banco Central Europeo, en el que Espa?a aspira a una de las seis plazas disponibles.M¨¢s all¨¢, tambi¨¦n est¨¢ en discusi¨®n qui¨¦n ser¨¢ el acompa?ante -pues est¨¢ decidida la f¨®rmula uno m¨¢s uno- del titular de Econom¨ªa en las reuniones del Euro X: ?el director general del Tesoro de cada pa¨ªs, o el representante permanente en la UE, el jefe de la delegaci¨®n diplom¨¢tica que se sienta cada semana en el Coreper, otro foro que ha ido cobrando poder con el tiempo? El debate, que se da en todos los pa¨ªses y en Bruselas, no es balad¨ª. Pues hasta ahora han sido los ministerios de Asuntos Exteriores los que hab¨ªan llevado la voz cantante en la integraci¨®n europea. ?Va a cambiar esto con el gran salto adelante de la integraci¨®n monetaria?
En este debate surge con fuerza el valor que ha cobrado la pol¨ªtica exterior, entendida ahora ya en la integraci¨®n europea no s¨®lo como diplomacia cl¨¢sica, sino tambi¨¦n como defensa de intereses econ¨®micos complejos, e incluso como una manera de dise?ar a trav¨¦s de la Uni¨®n Europea aspectos cada vez m¨¢s numerosos de la pol¨ªtica econ¨®mica y social nacional. La UE no es s¨®lo pol¨ªtica exterior, sino tambi¨¦n pol¨ªtica interior, y por eso las diferencias internas entre Gobierno y oposici¨®n en materia interna tienden a salpicar la pol¨ªtica europea, y viceversa. Es lo que ha ocurrido con la actitud espa?ola en la cumbre extraordinaria sobre el empleo y el posterior debate parlamentario.
Hay algo m¨¢s, pues no s¨®lo los aparatos de Exteriores han ganado predominancia. Desde hace algunos a?os, con el creciente papel de impulso pol¨ªtico al proceso de integraci¨®n que han ido cobrando los Consejos Europeos, los jefes de Gobierno han ido adquiriendo un lugar central en la UE. Es la plasmaci¨®n de ese concepto de Estado Estratega en el que una de las funciones b¨¢sicas de los Gobiernos es defender pol¨ªticas en instituciones supra o internacionales. Por eso el impulso pol¨ªtico en materia europea que viene desde cada c¨²spide nacional es esencial, y cuando falla se resiente todo el edificio. No basta la administraci¨®n, por muy buena que sea, y en nuestro caso lo es. De hecho, tras el cambio pol¨ªtico de 1996, muchos de los funcionarios espa?oles en el circuito europeo son los mismos -e igualmente buenos- que antes.
Ahora parece fallar el insumo pol¨ªtico, como si faltara una idea de Europa, una idea positiva, se entiende, pues el presidente Aznar parece complacerse en un papel defensivo -cuando, desde luego, hay mucho que defender ante las amenazas que se ciernen contra los intereses espa?oles-.Pero no es suficiente contemplar a Europa en negativo, sin aportar respuestas constructivas, incluso a nuestros propios problemas. Es lo que ha pasado en la cumbre extraordinaria sobre el empleo en Luxemburgo, y en la anterior en Amsterdam. Si adem¨¢s se mantienen distancias personales con un socio natural como Prodi o menos natural pero ya hist¨®rico como Kohl, se echa a perder un capital pol¨ªtico que tiene Espa?a, amasado con dificultad y esfuerzo a lo largo de muchos a?os, y que le llevaba, y podr¨ªa a¨²n llevarle, a representar un papel de intermediario y de componedor que acabe revirtiendo en beneficio del pa¨ªs. Sin duda, Espa?a va a estar en la moneda ¨²nica. Pero, para sacar mayor provecho nacional de la integraci¨®n europea, en la UE no basta con estar. Tambi¨¦n hay que ser. Y el ser es esencialmente proyecto de algo. Hoy cabe preguntarse: ?de qu¨¦?
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