'Volare'
Cada vez con mayor frecuencia siento la necesidad de escaparme de esta ciudad hostil y despiadada, de olvidar sus horrores cotidianos, en tantas ocasiones injustificados y absurdos. No siempre me permite el bolsillo, o el trabajo, evadirme f¨ªsicamente. Por eso me conformo con "volare, cantare, ooooh", rememorando la canci¨®n interpretada hace siglos por el viejo Modugno en el Festival de San Remo. ?Se puede remontar el vuelo en una urbe como Madrid, y m¨¢s cuando la estaci¨®n predispone a la melancol¨ªa, cual sucede ahora? Se puede, siempre que echemos en el asador buenas dosis de voluntad y unas cucharaditas de imaginaci¨®n.?Quieren ejemplos? Intentar¨¦ d¨¢rselos, aunque tendr¨ªa que ser yo un poetazo como la copa de un pino para describir el salto desde la realidad m¨¢s sencilla al ensue?o escapista. Veamos: es un mediod¨ªa del oto?o-invierno y caminamos por los peque?os jardines de AZCA hacia el sur, o m¨¢s concretamente hacia los edificios del BBV, el Banco Guipuzcoano y el de Santander (all¨ª, los puntos cardinales son bancos, multinacionales y grandes almacenes). Pongamos que es domingo, lo que garantiza una mayor privacidad. Silencio, ox¨ªgeno, hojas ca¨ªdas sobre las veredas (hasta aquel santuario no llegan los tubos monstruosos de quien les dije, hoy no quiero dar nombres). Ni un alma a la vista. Bueno, s¨ª, acaso un remoto jubilado con su perrito, alguna se?ora descarriada (en el buen sentido) distribuyendo su catering entre los m¨ªninos residentes o un par de ex presidiarios inofensivos ase¨¢ndose en la fuente, afeit¨¢ndose con despliegue de espejo y navaja barbera.
El sol se asoma curioso por entre los rascacielos. Hay una leve calima que difumina las cosas con una t¨¦cnica parecida a la del pintor puntillista Seurat cuando el caminante, en este caso yo, contempla a trav¨¦s de los ¨¢rboles, todav¨ªa con muchas hojas verdidoradas vistiendo sus ramas, unos oblicuos rayos de luz apenas tangibles y, tras ellos, la silueta casi irreal de los edificios citados. Acto seguido, siente uno de pronto que despega, que vuela... y ya no est¨¢ en el parquecillo de AZCA ni en este Madrid que tantas veces le angustia y abruma, sino, ?miren por d¨®nde!, en el neoyorquino Central Park. M¨¢s feliz que Mary Poppins, y enormemente predispuesto a la generosidad para con el pr¨®jimo, decide uno llevarse consigo al jubilado y su can, a la viejecita fil¨¢ntropa, a los dos ex convictos, que ya est¨¢n limpios como los chorros del oro, y a los m¨ªnimos cuasivegetales de AZCA, crecidos entre geranios y espliegos. Pero que no se hagan ilusiones, pues piensa depositarlos con mucho mimo en el Park y van que chutan. Porque, ?hombre!, ya que estamos en la Gran Manzana, y adem¨¢s pilla cerquita, apetece tomarse un dry-martini en el Oak Bar del Plaza, tan elegante, donde seguramente no mirar¨ªan con buenos ojos a tal cohorte.
Otro lugar estupendo para el despegue de vuelos escapistas ser¨ªa, es, el bulevar izquierdo de la Castellana, caminando de nuevo y a la misma hora en sentido sur. El mejor tramo se encuentra, rebasado Vitrubio, frente al Museo de Ciencias Naturales y el monumento a Isabel la Cat¨®lica, y se inicia con una zona m¨¢s estrechita, deliciosa. All¨ª hay, en primavera y verano, arriates de begonias, y ahora, abundantes hojas muertas del oto?o para pisar, hollar y, si as¨ª lo deseamos, brincar, retozar, evocando tiempos mejores de esta ciudad. Tambi¨¦n guijarritos cubriendo la faja de tierra contigua y paralela a las losas de piedra y sosegados bancos de madera con respaldo, todo lo cual nos aporta dulces evocaciones norte?as. Si al llegar a este punto de la caminata ya hemos conseguido reconciliarnos con Madrid, podemos optar por quedarnos. En caso contrario, el despegue se realiza con enorme facilidad.
Volemos alto y lejos antes de que sea tarde, y ya lo es: al t¨¢ndem diab¨®lico (nada de nombres, recuerden) se le ha ocurrido ahora la original idea de practicar un t¨²nel bajo el paseo del Prado, tan milagrosamente bello a¨²n. Lo destrozar¨¢n, y luego a Recoletos y la Castellana. Arrancar¨¢n las losas de granito, viejas y desiguales, pondr¨¢n seudopiedra, mandar¨¢n a paseo los guijarritos, enviar¨¢n a la estruendosa brigada antihojas...
?Volare? ?Valor es lo que nos hace falta!
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