Despu¨¦s de tanto Sancho Panza
"Despu¨¦s de darte tanto Sancho Panza, ya era hora de que te dieran a su due?o". Guillermo Cabrera Infante fue el hombre m¨¢s felicitado esta ¨²ltima semana tras el Premio Cervantes que le concedieron el martes. Esa felicitaci¨®n que le liga a Sancho Panza y al propio Cervantes es la del poeta y agente literario norteamericano Thomas Colchie, y forma parte de un fajo de un millar de env¨ªos de congratulaci¨®n que recibi¨® el autor de Tres tristes tigres en su visitad¨ªsima casa de Gloucester Road, en Londres. All¨ª tiene Cabrera Infante un contestador autom¨¢tico en el que anuncia en ingl¨¦s, dos noticias, una buena y otra mala; la buena noticia anuncia que no est¨¢n en casa ni ¨¦l ni Miriam G¨®mez, su esposa, que es como la Dulcinea de este premio; y la mala es que volver¨¢n, "eventualmente". Esta semana el contestador no ha funcionado: los dos han recibido todos los mensajes; han contestado, casi al alim¨®n, centenares de entrevistas, y han coleccionado en el orden met¨®dico de Miriam G¨®mez telegramas y faxes, solemnes y cachondos, que han contribuido a hacer aun m¨¢s abigarrado el cuarto de trabajo de Cabrera Infante: un cuarto que tambi¨¦n es cocina, lugar de cine, comedor, librer¨ªa atiborrada, recept¨¢culo de todos los amigos y conocidos que pasan por Londres, y adem¨¢s sala de fumar puros y de ver cine con los numerosos nietos.Es parad¨®jico mucho de lo que ocurre con Cabrera: es un gran escritor, un creador de una lengua distinta, un hombre que ha puesto el humor y la m¨²sica, a un tiempo, en la literatura, y la ha renovado de veras, con decisi¨®n y con riesgo, y ri¨¦ndose; las consecuencias de su largo exilio han desatado ahora reacciones encontradas que revelan las contradicciones en que vivimos. Este mismo peri¨®dico lo recog¨ªa el mi¨¦rcoles: mientras una parte del mundo dec¨ªa que le hab¨ªan negado el premio porque era un exiliado, otra parte de ese mismo mundo declaraba: se lo han dado porque es un exiliado.
De Cuba, dec¨ªa Guillermo Cabrera Infante d¨ªas despu¨¦s del premio, no recibi¨® sino patadas; no del todo: el jueves recibi¨® un fax po¨¦tico, desde alg¨²n lugar de La Habana: "Tus lectores murmuran / complacidos en las esquinas de / La Habana; yo, encerrado en mi cuarto / digo lo mismo. ?Al fin"'.
Entre los mensajes que recibi¨® Cabrera desde el martes, guarda uno con especial emoci¨®n, el de Octavio Paz, que interrumpi¨® su melancol¨ªa -"Octavio tan enfermo y tuvo este gesto"- para dictar un fax en el que expresaba su felicidad y la del equipo de la revista Vuelta, que durante a?os ha sido receptora de art¨ªculos del nuevo Cervantes. La cineasta checa Jana Bokova, le envi¨® desde Buenos Aires un papel lleno de besos de sus propios labios. "Querido don Quijote", le dec¨ªa, y luego le cubr¨ªa de labios, para regocijo de la legendaria capacidad de broma del autor de La Habana, para un infante difunto. En contraste, el presidente espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, le hizo llegar un telegrama solemne, "Le felicito, muy satisfecho por ser usted el premio Cervantes...". Cabrera coment¨®: "Si hubiera ganado Uslar Pietri seguro que le hubiera enviado el mismo texto". Le felicitaron el Ron Bacard¨ª en el exilio y Manuel Fraga, el presidente gallego, con la misma f¨®rmula que Aznar ("?no los tendr¨¢n hechos en serie, los telegramas?", se preguntaba Guillermo). El poeta escoc¨¦s Alastair Reed le escribi¨® el siguiente mensaje, con una vieja broma reactualizada: "?Y Cervantes? ?Se merece Cervantes el premio Cabrera Infante? ?Viva Espa?a!". Jes¨²s Gil y Gil, que es el hombre que m¨¢s felicita, tambi¨¦n envi¨® su enhorabuena al escritor, con un telegrama en el que englobaba a su equipo, el Atl¨¦tico de Madrid, y en el que trataba a Cabrera de t¨²; "debe pensarse que soy un aficionado, y no sabe que lo soy todo menos atl¨¦tico, pues ahora mismo me encuentro en muy mala forma f¨ªsica".
No se puede entender a Cabrera sin Miriam G¨®mez; Manolo Blahnik, el famoso zapatero canario que ha hecho su vida y su fortuna en Londres, le hizo un regalo memorable: tendr¨¢ zapatos gratis para sus pies durante toda su vida. ?Y el Cervantes? Ya se calza con Blahnik, a quien descubri¨® para el mundo. Un dise?ador, el arquitecto Oscar Tusquets, les llam¨® para darles la enhorabuena en una semana en la que ¨¦l mismo era protagonista involuntario de una de las historias que m¨¢s divierte a la esposa de Cabrera Infante: un atracador atac¨® recientemente a una inquilina del edificio que ocupa el matrimonio cubano en Londres; Miriam sali¨® en su defensa con la pata de una silla dise?ada por Tusquets. Este lunes ¨²ltimo, Miriam acudi¨® al juicio y sufri¨® all¨ª, pensando que los juicios televisados son precisamente una de las grandes distracciones de su marido, un ataque de risa. El juez no se lo tom¨® en cuenta, y ella no fue recusada por la risa; se le olvid¨® el otro d¨ªa contarle a Tusquets esta historia que ya forma parte del repertorio de los cuentos que el matrimonio relata al un¨ªsono. Por cierto, la pata de la silla de Tusquets sigue en el juzgado, como prueba. Cuando lo cuenta, Miriam vuelve a la carcajada y se le olvida un rato el ajetreo de esta semana en la que despu¨¦s de tanto Sancho Panza su marido es Cervantes, premio Cervantes.
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