La UE crea un consejo del euro sin los pa¨ªses que rechacen la moneda ¨²nica
Hizo concesiones. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, tuvo ayer un gesto europe¨ªsta al admitir la creaci¨®n de un foro informal en el que los ministros de Econom¨ªa de los pa¨ªses que se integren en el euro -excluido, entre otros, el Reino Unido- puedan discutir en privado de asuntos que s¨®lo les conciernen a ellos. Pero salv¨® la cara: los pa¨ªses out podr¨¢n acudir en ciertos casos a ese Ecofin informal o Euro-X. Tambi¨¦n Francia cedi¨®, al admitir competencias lim¨ªtad¨ªsimas para ese consejo informal, para gloria de los deseos alemanes.
Los jefes de Estado o de Gobierno de los Quince no decepcionaron. A un r¨¢pido acuerdo de principios por la ma?ana le sigui¨® una tormentosa sesi¨®n de negociaciones multilaterales a primera hora de la tarde, cuando a la hora de poner las cosas negro sobre blanco todos toparon con la letra peque?a.Todo el detalle del acuerdo de la ma?ana acab¨® saltando por los aires y a ¨²ltima hora la decisi¨®n se qued¨® en tres cortos pronunciamientos: el Ecofin es el ¨²nico marco legal para la toma de decisiones; los pa¨ªses que formen parte de la moneda ¨²nica tendr¨¢n derecho a discutir en privado los temas que afecten al euro, y cuando los te mas sean de inter¨¦s com¨²n, esas reuniones ser¨¢n a quince para incluir tambi¨¦n que no acepten el euro. Nada se dice de cu¨¢ndo y qui¨¦n tomar¨¢ estas decisiones.
Exactamente lo que quer¨ªa Alemania: reuniones al nivel menos org¨¢nico posible. Un poco de lo que quer¨ªa Francia (reuniones exclusivas de los pa¨ªses in), pero sin la parafernalia org¨¢nica que exig¨ªan: no habr¨¢ orden del d¨ªa, no habr¨¢ ninguna estructura, ning¨²n mecanismo que permita dilucidar cu¨¢ndo un tema no afecta a los pa¨ªses excluidos del euro y por lo tanto no va a ser nada f¨¢cil privarles de su presencia. Y un poco de lo que quer¨ªa Blair (estar ah¨ª cuando se sienta concernido por las reuniones).
Nada hac¨ªa presagiar una soluci¨®n de compromiso tan hueca. No hab¨ªa habido grandes batallas sobre el asunto por la ma?ana, cuando todos defendieron de entrada la necesidad de encontrar una soluci¨®n pragm¨¢tica, que no hiciera da?o a ning¨²n bando en liza. Se trataba de encontrar una f¨®rmula que permitiera crear el Euro-X sin marginar completamente al Reino Unido y sus tres compa?eros de viaje (Dinamarca, Suecia y Grecia).
El portugu¨¦s Antonio Guterres hab¨ªa hecho la s¨ªntesis de las ideas que se iban desgranando sobre la mesa y propuso un acuerdo sobre cuatro grandes patas: 1) Reafirmar que el Ecofin es la ¨²nica autoridad para tomar las decisiones. 2) Que los pa¨ªses que se integren tienen derecho a reunirse a solas. 3) Que en las reuniones pueda estar la Comisi¨®n Europea como garante de los Tratados y v¨ªnculo entre los in y los out. 4) Publicar el orden del d¨ªa de las reuniones restringidas para que los excluidos del euro puedan reclamar su derecho a discutir los temas que les afecten tambi¨¦n a ellos.
?se fue el gran pacto. Pero el compromiso empez¨® a atascarse a la hora de ratificarlo. La presidencia luxemburguesa puso sobre la mesa una propuesta en busca de la s¨ªntesis: 1) El Euro-X hace p¨²blico el orden del d¨ªa de su reuni¨®n y lo hace llegar a los pa¨ªses out. 2) Estos han de razonar por qu¨¦ un punto del orden del d¨ªa lo consideran de su incumbencia. 3) El Euro-X decide si admite la entrada del resto de pa¨ªses para debatir los temas solicitados. 4) En caso de respuesta negativa, el tema se discute en el Euro-X pero tambi¨¦n, despu¨¦s, en el Ecofin, donde participan todos.
Pero Tony Blair empez¨® a darse cuenta de que eso s¨®lo se pod¨ªa leer en el Reino Unido en clave de fracaso y acab¨® prefiriendo la voluntarista resoluci¨®n final, que deja en manos de la "buena fe de todas las partes", como dijo el espa?ol Rodrigo Rato, la decisi¨®n sobre cu¨¢ndo se deb¨ªa reunir el Euro-X y cuando los encuentros ser¨ªan a quince. O sea, el Ecofin de siempre.
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