El abrazo de Zabalaga
Los escultores vascos Eduardo Chillida y Jorge Oteiza se reconcilian despu¨¦s de tres d¨¦cadas de enfrentamiento personal.
El gui¨®n no escrito de un reencuentro entre dos colegas cont¨® con todos los elementos necesarios para vencer las reticencias acumuladas a lo largo de tres d¨¦cadas. Distanciados por una rivalidad que ha arrastrado hasta la enemistada los partidarios de uno y otro, divididos en los bandos de oteizianos y chillidistas, Jorge Oteiza, de 89 a?os, y Eduardo Chillida, de 73, sellaron el pasado lunes su pacto de reconciliaci¨®n en el mejor escenario: ante una escultura de hierro titulada Besarkada (Abrazo), a las puertas del caser¨ªo de Zabalaga, en Hernani (Guip¨²zcoa), donde ya est¨¢ en marcha el proyecto de creaci¨®n de una fundaci¨®n que recoger¨¢ el legado art¨ªstico de Chillida.Antes fue necesario el trabajo decidido de un intermediario de prestigio, la excusa de la grabaci¨®n de un programa de televisi¨®n, el intercambio de mensajes escritos e, incluso, un intento fallido. La firma de la paz lleg¨®, por fin, con las c¨¢maras de v¨ªdeo como testigos medi¨¢ticos y la difusi¨®n de un escueto mensaje como prueba irrefutable de la voluntad de los dos artistas. "M¨¢s all¨¢ de nuestras diferencias habr¨¢ siempre un espacio-tiempo para la paz", escribieron.
As¨ª pusieron punto final a un desencuentro que comenz¨® con la pol¨¦mica, instigada por Oteiza, alrededor de la atribuci¨®n en exclusiva de la creaci¨®n de la primera escultura no figurativa de hierro de la escuela vasca. Oteiza, un hombre de car¨¢cter irrefrenable y vehemente, convertido por el paso de los a?os y el progresivo aislamiento en un hombre gru?¨®n de discurso destructivo, ha ido a?adiendo desde entonces m¨¢s p¨¢ginas a la espiral de enconamiento.
Oteiza ha seguido arrojando contra su antiguo" compa?ero toda la munici¨®n que ha encontrado a su alcance, desde conversaciones en privado y cartas publicadas en los medios de comunicaci¨®n, plagadas de descalificaciones y reproches, hasta la publicaci¨®n de El Libro de los plagios en 1991, una de las m¨¢s duras piezas del ataque. El silencio ha sido la respuesta de Chillida, volcado en continuar su producci¨®n art¨ªstica ya presente en medio mundo. "Que cumpla el consejo b¨ªblico que dice 'honrar¨¢s a tu padre y a tu madre", se limit¨® a aconsejar a Oteiza cuando las acusaciones de plagio arreciaron. En una entrevista publicada el pasado mes de noviembre, Chillida sorprendi¨®, sin embargo, con un viraje radical de actitud. "Como hombre, [Oteiza] no me interesa", dijo.
Estas declaraciones fueron el preludio de un cambio m¨¢s trascendente, pero en sentido opuesto. El ex senador Juan Ignacio de Ur¨ªa, nombrado por designaci¨®n real para formar parte de las cortes constituyentes y actualmente miembro de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del Pa¨ªs, ya hab¨ªa comenzado el trabajo de tender puentes entre ambos meses atr¨¢s. Fue con motivo del inicio de la preparaci¨®n de un cap¨ªtulo de la serie de Euskal Telebista (ETB) Euskal sortzaileak (Creadores vascos) dedicado a la trayectoria de Eduardo Chillida, el artista vasco que ha alcanzado los m¨¢s altos niveles de reconocimiento y difusi¨®n internacional de su obra. Los responsables del programa contactaron con Ur¨ªa y perge?aron con ¨¦l, amigo de ambos artistas, el camino de la reconciliaci¨®n.
Los avances en el acercamiento se materializaron en un carta de Oteiza, enviada por correo certificado el pasado d¨ªa 11. Los t¨¦rminos en los que se dirige al viejo compa?ero no han traspasado el c¨ªrculo de la intimidad de los artistas, pero su efecto para conseguir sacar la bandera blanca fue inminente. Oteiza, con unas u otras palabras, decidi¨® pedir disculpas por la agresividad con la que ha tratado a Chillida en todos estos a?os. Una indisposici¨®n en el estado de salud de Oteiza, debilitado tras el fallecimiento de su esposa, Itziar, hace un par de a?os, oblig¨® el pasado fin de semana a posponer el encuentro. La segunda cita fue la definitiva, y el lunes a mediod¨ªa, en Zabalaga, Chillida recibi¨® a Oteiza ante unos pocos allegados y las c¨¢maras de televisi¨®n como testigos. S¨®lo estaba previsto un apret¨®n de manos, pero el encuentro se carg¨® de emotividad cuando ambos se volvieron a encontrar frente a frente.
En Zabalaga, la finca propiedad de Chillida donde tiene previsto inaugurar el pr¨®ximo a?o un museo dedicado a recoger sus aportaciones a la escultura, se fundieron en un abrazo "c¨¢lido", seg¨²n los testigos. Chillida y su esposa, Pilar Belzunce, aprovecharon el reencuentro para mostrar a Oteiza los rincones de su a?orado proyecto de fundaci¨®n-museo. Juntos recorrieron el caser¨®n, restaurado en su interior seg¨²n los criterios espaciales de Chillida, y su entorno. La reconciliaci¨®n acab¨® sentando a los protagonistas en torno a la mesa de la casa familiar de los Chillida en San Sebastian. En las faldas del monte Igeldo, mirando a la bah¨ªa de La Concha, sellaron el reencuentro en un almuerzo junto a Pilar Belzunce; Bego?a, la mujer que cuida de Oteiza; uno de los hijos de Chillida y su esposa; el ex senador Ur¨ªa, y el productor de televisi¨®n Jon Intxaustegi.
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