Una nueva etapa
La foto de constituci¨®n del grupo de artistas vascos Gaur, tomada en 1966 en Ir¨²n en el estudio que entonces ocupaba Jorge Oteiza, deteriorada por el paso del tiempo, muestra en primer plano a un Oteiza ya maduro, de barba y pelo canoso, que recuerda al actor Sean Connery. Detr¨¢s, sentado al lado del tambi¨¦n escultor N¨¦stor Basterretxea, est¨¢, recostado contra la pared, con media sonrisa esbozada en la boca, Eduardo Chillida. Entre esta foto y la imagen que refleja el reencuentro de Chillida y Oteiza en la finca de Zabalaga hay mucha m¨¢s separaci¨®n que los m¨¢s de 30 a?os transcurridos entre una y otra.Si la patemidad de la utilizaci¨®n del hierro en la escultura no figurativa fue el detonante de la separaci¨®n, a partir de ah¨ª los motivos se multiplicaron. Chillida sigui¨® escalando posiciones en el arte internacional, mientras que Oteiza, tras abandonar la escultura, se dedic¨® a escribir ensayos sobre la redefinici¨®n de la identidad vasca.
La inauguraci¨®n en 1990 de una escultura de Henry Moore en Gernika, dentro de un parque donde ya estaba instalada la obra de Chillida Gure aitaren etxea (La casa de nuestro padre), reactiv¨® toda la bater¨ªa de acusaciones de Oteiza. En un tono hiriente, volvi¨® a repetir todas sus quejas de plagio, y calific¨® las obras de Chillida de "engendro". Era un intento m¨¢s de reivindicar la autor¨ªa de las primeras esculturas en hierro e, indirectamente, una lucha sin fin por atribuirse el papel de patriarca de la escuela de escultura vasca.
Los reproches acumulados con anterioridad ya hab¨ªan quedado por escrito. "Chillida es el ¨²nico artista vasco que se ha opuesto a la escuela vasca", afirm¨® Oteiza en un libro dedicado a su figura por Miguel Pelay Orozco, editado en 1978. "Chillida ha querido ser ¨¦l solo. No solamente ha sido incapaz de nombramos a los artistas de su pa¨ªs, de hablar de nuestro movimiento cultural, sino que ha dejado perder oportunidades en que la atenci¨®n internacional se hubiera volcado en nuestro pa¨ªs".
Enconamiento
En 1991, la publicaci¨®n de la obra de Oteiza El libro de los plagios fue presentada como un intento de cerrar la pol¨¦mica pero, lejos de conseguirlo, gan¨® en virulencia, insultos y beligerancia contra Chillida y otras personas de su entorno. Peri¨®dicamente el asunto ha vuelto a los medios de comunicaci¨®n, cada vez m¨¢s enconado.Oteiza no s¨®lo se ha enfrentado a Chillida. En los ¨²ltimos a?os han sido sonadas las trifulcas que ha organizado contra la pol¨ªtica cultural del Gobierno Vasco -ha sido el detractor m¨¢s escandaloso del Museo Guggenheim de Bilbao, por ejemplo- y contra cr¨ªticos y profesores de arte. M¨¢s a¨²n, Oteiza lleg¨® a paralizar la emisi¨®n de unos programas de Televisi¨®n Espa?ola aduciendo que no le permit¨ªan incluir unas frases en las entrevistas y, como ¨²ltima protesta contra la Administraci¨®n vasca, decidi¨® ceder su legado art¨ªstico al Gobierno de Navarra.
El abrazo entre Oteiza y Chillida abri¨® el lunes una nueva etapa. Tras la reconciliaci¨®n de Zabalaga, s¨®lo queda esperar que se limen las diferencias entre quienes decidieron optar por uno u otro bando, que llegue la reconciliaci¨®n entre chillidistas y oteizianos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.