Ayuda familiar

En las sociedades preindustriales los padres criaban, con el consiguiente esfuerzo, unos hijos que despu¨¦s se hac¨ªan cargo de ellos en la vejez, cerrando as¨ª un ciclo econ¨®mico. Hoy la carga que supone sacar adelante a unos hijos es mayor, ya que la madre, potencialmente trabajadora, ha de renunciar a unos ingresos, hipotecando su tiempo en casa. Adem¨¢s, los hijos (que pasan ahora a ser un bien p¨²blico) cotizar¨¢n en su d¨ªa al Estado (no a la familia), formando un fondo del que se pagar¨¢n las pensiones de todos los jubilados por igual, hayan tenido muchos v¨¢stagos, pocos o ninguno. Una situaci¨®n tan injusta en la que las cargas son cosa privada y los frutos son cosa p¨²blica conduce necesariamente a una baja tasa de natalidad. "?Hijos?, s¨ª, pero que los tengan los dem¨¢s". El ¨²nico mecanismo corrector de esta tendencia es restablecer la equidad, afrontando con realismo (no con migajas), por parte del Estado, el coste de los hijos. Si las ayudas familiares no son sustanciales, la pir¨¢mide de edades seguir¨¢ perdiendo base hasta su total desequilibrio.-