Historias del Congo
Un cuentacuentos lleva las leyendas africanas hasta el coraz¨®n de la ciudad
Ya no cabe nadie. La sala est¨¢ abarrotada y el aforo ha quedado peque?o. El p¨²blico se agolpa en el suelo y en los rincones del bar.Los rumores, las voces y las risas han terminado. Un tambor escupe notas de las regiones m¨¢s profundas de ?frica. Ha llegado la hora de escuchar a Ondongo, quien aparece envuelto en una t¨²nica de color verde mientras baila con un falso cocodrilo sobre la cabeza y una vara multicolor en la mano.Ondongo es cuentacuentos y naci¨® hace 33 a?os en Brazaville, en el Congo. Muy pronto, cuando a¨²n era adolescente, comenz¨® a contar historias tradicionales a los ni?os de su pa¨ªs, bajo la sombra de un naranjo. Cuentos, f¨¢bulas y leyendas muy antiguas transmitidas de padres a hijos y de comunidad en comunidad. Con mucho esfuerzo y a?os de dedicaci¨®n consigui¨® el reconocimiento como Maestro de la Palabra. La guerra que masacr¨® el Congo arrastr¨® a Ondongo hasta Madrid hace tres a?os.
"Ahora me dedico a compartir esas palabras que aprend¨ª y el p¨²blico participa conmigo", explica sonriente. Asegura que no es dif¨ªcil contar una historia, pero es necesario conocer una serie de t¨¦cnicas narrativas.
"En mis cuentos aparece toda la sociedad, ricos y pobres, personas y animales... Hablo de la muerte, de la religi¨®n, del matrimonio, de la vida... de cosas muy cercanas a la gente", apunta.
Tras una ovaci¨®n cerrada, Ondongo arranca el espect¨¢culo con una leyenda que explica el principio del mundo. La historia transcurre entre gritos, saltos y risas.
El p¨²blico participa y se convierte en elemento imprescindible. "La gente que se acerca a verme entra poco a poco en el cuento. Quiero que bailen, que contesten, que interrumpan", comenta Ondongo.
Una f¨¢bula sobre la astucia y los celos ameniza los primeros instantes. El sol y la luna se enga?an mutuamente. Al final, la luna vence con las estrellas como testigo.
Despu¨¦s de los aplausos, irrumpe un sonido de xil¨®fono de madera y calabazas vac¨ªas. Ondongo se refresca bebiendo agua vertida en un coco. "No s¨®lo act¨²o en los bares. Tambi¨¦n he contado cuentos en bibliotecas, colegios, asociaciones culturales se?ala. Conocen su arte en Le¨®n, Segovia y Avila. A pesar del ¨¦xito, Ondongo a¨²n no ha cumplido su sue?o: "Quiero actuar en Barcelona y en el Pa¨ªs Vasco. No me han llamado y me gustar¨ªa ir".
Tras casi dos horas, el p¨²blico est¨¢ entregado. El cuenacuentos grita: "Quiero daros alegr¨ªa. Venga, cantad todos conmigo''
Canciones de bienvenida y felicidad, saludos y movimientos combinados con una pronunciaci¨®n suave. Por la mente de todos, han. pasado monos, selvas, r¨ªos. Una frase africana resume, al final, el arte de Ondongo: "Las leyendas ense?an a ser valiente, los cuentos a mejor comportarse, las adivinanzas y los proverbios a saber sostener una conversaci¨®n. Es bajo el ¨¢rbol de las palabras -ceiba o mango- don de se aprende el resto: el gran saber".
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