Estatuas

En una conversaci¨®n sobre estatuas con unos amigos llegamos a la conclusi¨®n, de que la m¨¢s espectacular de Madrid es, a todas luces, la ecuestre del general don Baldomero Espartero. Ostentosa, airosa, bizarra y apuesta, el hombre nacido en Gran¨¢tula (Ciudad Real) luce su figura a todos los madrile?os desde una de las calles m¨¢s castizas de nuestra capital: la calle de Alcal¨¢.Su caballo supera en mucho en tama?o, perfecci¨®n y br¨ªo a otros muchos de la metr¨®poli, como por ejemplo al del marqu¨¦s del Duero en el paseo de la Castellana, siendo as¨ª que su presencia da una sensaci¨®n de grandeza muscular dificilmente igualable. S¨®lo la presencia de otro sol¨ªpedo en la plaza de Oriente que sujeta ¨²nicamente con dos patas la figura de Felipe IV puede aventajarle en brillantez.

Pero si el conjunto del monumento es muy aceptable, podemos asegurar qu¨¦ los letreros o las figuras que aparecen en su pedestal no nos explican de una forma adecuada la actuaci¨®n en la vida de este pr¨®cer. Primero, en la guerra de la Independencia de 1808; despu¨¦s en las etapas de la emancipaci¨®n suramericana. Algo m¨¢s tarde, venciendo a los carlistas en Luchana y firmando con Maroto el Convenio de Vergara. Y sucesivamente, cuando fue nombrado regente de Espa?a en 1841, cuando estuvo emigrado en Londres, cuando regres¨® a nuestra patria encargado de formar Gobierno en 1854 y, por ¨²ltimo, en su momento culminante, cuando fue nombrado candidato a la. corona de Espa?a con otros personajes despu¨¦s de que a Isabel 11 se la expulsara del trono.

Todos estos conceptos, perfectamente simplificados por cualquier historiador, pod¨ªan engrosar los pocos conocimientos que sobre tan insigne hombre tenemos en la actualidad.-