Atemperar el declive
LA HUELGA intermitente de la miner¨ªa asturiana del carb¨®n de titularidad estatal (Hunosa y Minas de Figaredo) no constituye, como otras veces, un ejercicio de resistencia numantina frente a la m¨¢s elemental l¨®gica econ¨®mica. Hace ya tiempo que los poderosos sindica tos mineros asturianos han abandonado las posiciones maximalistas y han aceptado la evidente necesidad de aplicar una reducci¨®n progresiva de empleo y producci¨®n en unas empresas que no s¨®lo acumulan ingentes p¨¦rdidas econ¨®micas (Hunosa prev¨¦ para este a?o un d¨¦ficit de explotaci¨®n de 61.000 millones de pesetas: 6,1 millones por trabajador), sino que carecen de cualquier viabilidad futura.En los ¨²ltimos 15 a?os, los sindicatos mayoritarios pactaron con los Gobiernos del PSOE cuantiosos recortes de empleos y de producci¨®n. Como consecuencia de ello, esas dos empresas p¨²blicas, que en 1983 daban empleo a 22.578 mineros, cuentan en la actualidad con algo menos de 10.000. El compromiso alcanzado en julio por los sindicatos con el Gobierno del PP supone una reducci¨®n neta de otros 2.400 empleos entre 1998 y el 2001, y una disminuci¨®n de la producci¨®n de los 2,5 millones de toneladas actuales a 2,1 millones. La Uni¨®n Europea considera insuficiente ese ajuste y plantea una reducci¨®n adicional de otras 600.000 toneladas y que no se contrate a nuevos trabajadores, lo que dejar¨ªa a ambas empresas con menos de 6.000 puestos de trabajo. Los sindicatos exigen al Gobierno el cumplimiento estricto del acuerdo alcanzado con Industria y amenazan con una escalada de conflictividad si ese compromiso no se ratifica hoy en la comisi¨®n de seguimiento.
Lo que se pretende no es eludir un proceso inevitable, sino modularlo y atemperarlo para ganar tiempo, acompasando el desmantelamiento de las estructuras caducas y los sectores periclitados de la vieja industrializaci¨®n al surgimiento de nuevas alternativas econ¨®micas. La UE no puede ignorar la especificidad de una situaci¨®n caracterizada por la crisis simult¨¢nea de los principales sectores productivos (carb¨®n, siderurgia, construcci¨®n naval, armamento ... ) de la regi¨®n. Seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n BBV, Asturias fue la comunidad espa?ola con menor crecimiento econ¨®mico entre 1960 y 1996, y en 1997 s¨®lo Castilla y Le¨®n tuvo un crecimiento menor. Entre 1991 y 1997 se eliminaron en Asturias 50.000 de los 361.000 empleos existentes.
La situaci¨®n asturiana precisa, por todo ello, colaboraci¨®n y solidaridad, y si esa contribuci¨®n no puede ni debo, pasar ya por la inyecci¨®n de crecientes recursos econ¨®micos p¨²blicos para el sostenimiento artificial de sectores sin futuro, ser¨ªa bueno que el Gobierno hiciera ver a Bruselas que la paz social es un bien econ¨®mico en s¨ª mismo, especialmente all¨ª donde es m¨¢s perentorio alentar la confianza de los inversores locales o for¨¢neos para el surgimiento de nuevas actividades econ¨®micas. Esta misma reflexi¨®n debe pesar en el ¨¢nimo de los sindicatos. Una escalada de la tensi¨®n como la que vivi¨® la miner¨ªa asturiana a fines de 1991 y primeros meses de 1992 ser¨ªa desastrosa.
Por lo dem¨¢s, el PP tiene otros motivos para hacer fuerza ante Bruselas en la demanda, no tanto de permisividad para las p¨¦rdidas cr¨®nicas de Hunosa como de flexibilidad en el ritmo de su progresiva eliminaci¨®n. El PP, antes y despu¨¦s de asumir el Gobierno del pa¨ªs y el del Principado de Asturias, acus¨® al PSOE de no haber aportado a Asturias m¨¢s que destrucci¨®n de empleo y cierre de minas. Aznar proclam¨® en Oviedo que en Asturias no sobraba ning¨²n minero, y el actual presidente asturiano, Sergio Marqu¨¦s, asegur¨® que ser¨ªa capaz de comprometer a empresarios privados para que reabrieran los pozos cerrados por los socialistas.. Es hora de cumplir esas promesas. Si no en las minas, en otros sectores productivos.
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