HB de Legazpia critica la quema del Ayuntamiento por el entorno de ETA
"Ni entendemos ni aceptamos este ataque al Ayuntamiento". Con estas categ¨®ricas palabras, pronunciadas anoche por el concejal Jon Irnanol Ormazabal, Herri Batasuna de Legazpia (Guip¨²zcoa) plasm¨® su posici¨®n cr¨ªtica a la quema de la Casa Consistorial de ese municipio. Ormazabal, uno de los dos ediles que tiene HB en la Corporaci¨®n, que se abstuvo en la votaci¨®n de la moci¨®n aprobada por el resto de los partidos pol¨ªticos, tach¨® de "incomprensible y metedura de pata" el grave destrozo ocasionado en el edificio del Ayuntamiento por j¨®venes encapuchados del entorno de ETA.
El pleno de Legazpia que se inici¨® a las siete y s¨®lo dur¨® unos diez minutos, afirm¨® en esa moci¨®n que el ataque del consistorio ha sido un acto de "barbarie y falta de respeto a los ciudadanos" y que todos los partidos ten¨ªan que seguir trabajando para conseguir "un clima de convivencia, que s¨®lo vendr¨¢ propiciado con el abandono de las v¨ªas violentas y el respeto de los derechos humanos"."Lo que han hecho no es l¨®gico, porque es la casa de todos, tambi¨¦n la de ellos", asegura Jon, de 26 a?os, vecino de Legazpia. La quema del Ayuntamiento de ese municipio, en un sabotaje cometido en la madrugada del 6 de enero por grupos de encapuchados, ha soliviantado los ¨¢nimos a la mayor¨ªa de los vecinos de esa localidad.
Legazpia, un municipio del valle del Urola que atraves¨® una salvaje reconversi¨®n industrial durante los a?os 1992-1993, cuando desaparecieron 800 pues,-, tos de trabajo, se despert¨® el d¨ªa de Reyes con un gesto de incredulidad. Nadie entiende ni se explica como se puede llegar a destruir un edificio con el argumento de que se lucha por el pueblo.
Incomprensi¨®n
"Tuvimos tiempos muy malos, pero la situaci¨®n econ¨®mica se ha enderezado mucho en los dos ¨²ltimos a?os. El pueblo vive un ambiente de cierto optimismo y nadie se explica que ellos hayan quemado el Ayuntamiento", comenta Miren, una ama de casa de 60 a?os. Miren comenta que la situaci¨®n pol¨ªtica en el pueblo es "tranquila, porque aqu¨ª nunca hab¨ªa pasado nada y las relaciones, incluso con los concejales de Herri Batasuna, nunca han sido de enfrentamiento directo, ni de odio".La relativa bonanza econ¨®mica del pueblo, deudor laboral del emporio industrial que cre¨® Patricio Echeverria, y donde el paro ha descendido de m¨¢s de 700 trabajadores a 405 en menos de tres a?os, explica en cierta manera la ausencia de incidentes de violencia callejera en este enclave industrial de 9.153 habitantes.
Patxi, un trabajador de la empresa Bellota, abunda en la incompresi¨®n que para los vecinos ha suscitado el ataque contra el Ayuntamiento: "Lo que han hecho es un desastre con el que quiz¨¢s pretendan violentar la vida cotidiana, pero no lo van a conseguir, porque aqu¨ª han mejorado mucho las cosas desde un punto de vista social y econ¨®mico. Lo que la gente quiere es que la dejen trabajar y vivir en paz".
Prudencio Larra?aga, que fuealcalde del municipio durante dos legislaturas, advierte que el clima en la localidad se "ha enrarecido" desde que los dos concejales de HB fueron expulsados de la comisi¨®n de gobierno, por negarse a condenar el secuestro y asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco.
Los ediles de Herri Batasuna hab¨ªan ostentado hasta entonces las delegaciones de Juventud y Deportes, y las relaciones con el resto de los concejales -5 de EA, 4 del PNV y 2 del PSE- eran, si no cordiales, s¨ª "m¨¢s o menos normales".
Ane, una trabajadora de 23 a?os del sector servicios, se niega a buscar explicaciones al sabotaje. "Es una pasada, un sinsentido porque, bueno, desde la l¨®gica que ellos tienen, ser¨ªa m¨¢s o menos entendible que hubiesen intentado quemar el alkartetxe o el batzoki (sedes de EA y PNV) pero lo que no cabe en ninguna cabeza es que quemen algo que tambi¨¦n es suyo".
La rabia e impotencia de los vecinos se palpaba en las calles de Legazpia. Trabajadores municipales se afanaban ayer en restablecer en la medida de lo posible los estragos causados por el fuego. Las tareas de restauraci¨®n del edificio, construido en 1730, e prolongar¨¢n durante unos seis eses y los da?os evaluados en una primera estimaci¨®n se aproximan a los 50 millones de peseas, el 5% del presupuesto anual el Ayuntamiento.
El alcalde, Juan Ram¨®n Larra?aga, confiesa que el sabotaje es "un golpe econ¨®mico, muy fuerte para las arcas municipales" pero se consuela con la reacci¨®n de los vecinos, que corrieron al Ayuntamiento para ayudar.
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