El Dr¨¢cula filantr¨®pico y el Camb¨® de Valladolid
Si hoy apareciera en los labios de alg¨²n dirigente pol¨ªtico la afirmaci¨®n de que el PNV representa "el pasado" o la de que una alternativa al actual Gobierno al ¨²nico que amenaza es al matrimonio entre el actual y Converg¨¨ncia, no dudar¨ªamos en atribu¨ªrselo a un socialista. Esas afirmaciones, sin embargo, est¨¢n literalmente entresacadas de las que hizo Aznar a Pilar del Castillo en Nueva Revista a fines de 1995. Pero no es preciso abochornar a nadie con declaraciones que resultan contradictorias por el paso del tiempo cuando, en los mismos diarios gubernamentales, mientras los editoriales zurran al presidente de la Generalitat por su insolidaridad fiscal con el resto de los espa?oles, los recuadros se entusiasman con su condici¨®n de estadista que garantiza la estabilidad. Al tiempo, el coro de vestales afligidas de la oposici¨®n grita y lagrimea, indignado, contra el secretismo que ha animado una reuni¨®n de la que derivar¨¢n -nos asegura- males irremediables para el conjunto de los espa?oles."Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario" fue el t¨ªtulo de una comedia al que sol¨ªa remitirse Joaqu¨ªn Ruiz Gim¨¦nez para encontrar una v¨ªa intermedia entre sus tan inquietos como poco numerosos seguidores. Todas esas contradicciones y reconversiones de juicios no obedecen a desvar¨ªo o a insustancialidad sino a un g¨¦nero de situaci¨®n pol¨ªtica precisa. Las escenificaciones de la cordialidad, tras la angustia de un posible futuro inestable, suele convertir a los personajes pol¨ªticos clave en animales fabulosos, protagonistas de la mitolog¨ªa cl¨¢sica, que antes parec¨ªan una cosa y ahora resultan otra. Pero el observador atento sabe que las cosas son de una tercera manera. La realidad consiste en que esa visi¨®n de Pujol como un conde Dr¨¢cula transfigurado en fil¨¢ntropo es -en la ¨®ptica del PP- el producto de un apoyo parlamentario externo tan necesario y positivo como poco grato para quien lo recibe. Desde 1989 el catalanismo viene apoyando al Gobierno que tenga un diputado m¨¢s que la oposici¨®n. Es bueno que lo haya hecho no s¨®lo por estabilizador sino porque ha sido un introductor de sensatez en muchos terrenos. Resulta previsible, por tanto, que lo haga hasta que concluya la legislatura y de ello pueden derivar consecuencias positivas para todos. No es bueno olvidar, sin embargo, las evidencias. En un libro reciente se contienen dos declaraciones de otros tantos l¨ªderes nacionalistas que no pueden resultar m¨¢s expresivas. Duran i Lleida asegura de forma taxativa que los votantes catalanistas no aprecian nada al PP y Arzalluz que a ¨¦ste le convendr¨ªa una escisi¨®n por su ala derecha. El afiliado medio del PP ha dejado de odiar a Felipe Gonz¨¢lez y todav¨ªa no ha empezado a descargar adrenalina contra Almunia; en el ¨ªnterin de quien abomina, en realidad, es de Pujol. Alguna raz¨®n deben tener los socialistas en sus quejas contra el pacto PP-CiU, pero lo que importa es que, incluso si no la tuvieran y lo supieran, no podr¨ªan dejar de repudiarlo present¨¢ndolo con las m¨¢s negras tintas.
Ah¨ª reside el principal inconveniente de la situaci¨®n presente: todo el mundo se siente maniatado y obligado a actuar de una determinada manera en un marco que, siendo positivo, hay que preguntarse si no est¨¢ ya desvencijado y resulta inutilizable para el futuro. A fines de la d¨¦cada de los ochenta perduraba la imagen de Catalu?a, en la ¨®ptica socialista, como la patria de una derecha civilizada. Pero hoy, incluso en sectores inesperados, aparece, m¨¢s bien, el rostro de un vampiro. En el d¨ªa a d¨ªa de una d¨¦cada esa pol¨ªtica ha dado resultados muy apreciables, pero ahora hay que preguntarse si no ha llegado a su l¨ªmite. No ha resuelto un problema decisivo -el "encaje" de Catalu?a en el resto de Espa?a- y ha deteriorado a todo el mundo (tambi¨¦n a los partidos de implantaci¨®n espa?ola).
Al margen de que la estabilidad inmediata sea tan previsible como tambi¨¦n que se vea acompa?ada de sobresaltos, hay que preguntarse por el futuro. Los dos grandes partidos har¨¢n todo lo posible por llegar a la mayor¨ªa absoluta, pero parece poco probable que la consigan. El catalanismo puede optar por una postura arriscada y maximalista. Preferir¨ªa otra opci¨®n, la de participaci¨®n directa, expuesta por Camb¨® en el Congreso de junio de 1916. "Yo creo", dijo entonces, "que Espa?a es una cosa viva... y porque algunas de sus partes no han participado en la direcci¨®n de ese todo vivo, Espa?a pol¨ªticamente hace dos siglos que es un ser incompleto, un ser mutilado".
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