Ram¨®n Sampedro

Ram¨®n Sampedro ha muerto. La noticia me ha hecho sentir una mezcla de amargura y alegr¨ªa. Durante a?os, Ram¨®n clam¨® a la sociedad para que se le practicase la eutanasia, poniendo fin a lo que para ¨¦l era una tortura sin sentido.Hace media hora que he escuchado la noticia, en la que no se ha especificado, por no saberse a¨²n, la causa de su muerte. Sea como fuere, Ram¨®n ha llegado donde pretend¨ªa, para ¨¦l ha terminado el suplicio de a?os y a?os encamado, deseando morir. Lo de menos, ahora, es c¨®mo le sobrevino la muerte. Espero y deseo que, si la hubiere, ninguna persona sufra el peso de la injusticia que sobre esta cuesti¨®n, en el marco del m¨¢s aberrante puritanismo e hipocres¨ªa, dictamina el C¨®digo Penal.

La lucidez que Ram¨®n ha demostrado, en sus intervenciones en radio, televisi¨®n y prensa escrita, est¨¢ muy por encima de la media. Ram¨®n era un desahuciado f¨ªsico, pero ni mucho menos desde el punto de vista intelectual. S¨®lo unas leyes caducas han impedido que a Ram¨®n se le hubiese practicado, hace tiempo, la eutanasia. Nadie, absolutamente nadie, ha podido nunca, moralmente, tachar los deseos de Ram¨®n. La magnitud de sus planteamiento era desbordante. La sociedad en pleno ha de exigir a los legisladores una modificaci¨®n inmediata de las leyes actuales, humanizando una situaci¨®n que permita a quien lo desee ejercer su derecho a morir dignamente.-