Experimentos
Los okupas llenan un vac¨ªo, taponan esos huecos por donde se les escapa la vida a pedazos a viejos, y no tan viejos, edificios, edificios desahuciados, condenados a la extinci¨®n, a pudrirse, piedra a piedra, hasta convertirse en providenciales ruinas que eviten a sus propietarios los gastos de la demolici¨®n y justifiquen una intervenci¨®n,definitiva, por razones de salubridad y seguridad, que los deje asolados, reconvertidos en solares, listos para la especulaci¨®n.Ver c¨®mo resurge de sus proyectadas cenizas uno de estos edificios hu¨¦rfanos debe ser una espantosa pesadilla para propietarios, intermediarios, especuladores y recalificadores interesados en tan rentable negocio. Sin duda hubieran preferido verlos infestados de ratas y jeringuillas, descomponi¨¦ndose a la intemperie, con los tejados hundidos y las cornisas en inestable y peligroso equilibrio sobre la acera.
Las autoridades municipales suelen mirar hacia otra parte, hacer la vista gorda, frente a estos brotes de lepra que corroen, de forma inexorable e implacable, el coraz¨®n de la urbe. C¨®mplices, o al menos encubridores, de todos los desaguisados de esta ¨ªndole, los mun¨ªcipes tambi¨¦n tiemblan cuando ven aparecer, sobre las desvalidas fachadas de los edificios condenados, las pancartas solidarias y libertarias de un nuevo centro okupa.
Para los antidisturbios, encargados generalmente de la soluci¨®n final, la papeleta tampoco debe ser plato de gusto, sobre todo si han de llevar a cabo el operativo de desalojo a la luz de las c¨¢maras, que suelen dejarles en posici¨®n desairada. A nadie, se supone, le gusta verse retratado en las, instant¨¢neas que publican los diarios y en los informativos de la televisi¨®n en el ingrato trance de arrastrar por los pelos a un adolescente coletudo o distribuyendo porrazos a mansalva sobre las intonsas cabezas de la grey juvenil y desarmada.
Los okupas son un inkordio (con k para respetar su asilvestrado grafismo), son una plaga recalcitrante y de una gran movilidad. Los okupas han desarrollado un sistema de comunicaci¨®n, parecido al de las hormigas y otros insectos sociales, que les proporciona datos sobre otros inmuebles okupables en cuanto son desalojados de una de sus madrigueras. Los okupas son tambi¨¦n dif¨ªciles de erradicar porque, aunque conviven con la utop¨ªa, han aprendido a ser pragm¨¢ticos. Antes de okupar ya saben que un d¨ªa ser¨¢n desokupados y que su posibilidad de subsistencia est¨¢ en el nomadismo, en su capacidad de reacci¨®n frente a cada batalla perdida. Los okupas aprendieron tambi¨¦n que se puede ganar una guerra perdiendo todas las batallas.
En uno de los muros de El Laboratorio, edificio okupado de Lavapi¨¦s, puede leerse: "Si luchas puedes perder, sino luchas est¨¢s perdido". El Laboratorio, un antiguo centro de investigaci¨®n veterinaria, es un amplio, feo y destartalado edificio donde es plausible suponer que a¨²n resuenan los ecos de los gritos abominables de las bestias all¨ª sacrificadas en aras del progreso humano y de la insaciable curiosidad cient¨ªfica de la especie. Pero en El Laboratorio,destinado luego a ser pasto de las ratas, se escuchan hoy otros sonidos, m¨²sicas ¨¦tnicas o el¨¦ctricas que asoman por los estrechos ventanales en los que se perciben nuevos signos de vida, cortinas artesanales, l¨¢mparas improvisadas y provisionales carteles en las paredes y adhesivos en los cristales supervivientes.
A la entrada de El Laboratorio un pasqu¨ªn da la bienvenida a visitantes y okupantes de buena voluntad y s¨®lo excluye de su tolerante hospitalidad a los portadores de ideas racistas, sexistas, xen¨®fobas u hom¨®fobas y a los que acudan con intenci¨®n de robar, traficar o boicotear la pac¨ªfica convivencia de los colectivos que dan vida al centro cultural y social y a sus visitantes y simpatizantes. El patio de El Laboratorio se parece mucho al patio de una c¨¢rcel, de un colegio, de un cuartel o de un hospital donde hiciera sus pr¨¢cticas el doctor Frankenstein, pero sus nuevos habitantes, inmunes a las malas vibraciones, han exorcizado el inmueble, le han liberado de su ominoso pasado, le han dado una ¨²ltima oportunidad de redimirse antes de su muerte anunciada y certificada, sellada y rubricada por todas las disposiciones legales pertinentes. MONCHO ALPUENTE
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