La exposici¨®n de los ¨ªberos pretende acabar con el t¨®pico de una sociedad marginal y salvaje
La exhibici¨®n, de 350 piezas, llega a Barcelona tras lograr 100.000 visitantes en Paris
Esculturas de guerreros que lucen extra?as corazas pectorales de disco, tinajas con decoraciones fant¨¢sticas, espadas de hierro curvas, joyas de oro, fieras bestias de piedra y peque?os exvotos itif¨¢licos. La gran exposici¨®n sobre los iberos organizada a tres bandas por instituciones de Espa?a, Francia y Alemania ha desembarcado con toda su riqueza y espectacularidad en el Centro Cultural de La Caixa en Barcelona -¨²nica escala espa?ola de su periplo europeo-, donde hoy la inauguran los Reyes. M¨¢s de 350 piezas de la cultura ib¨¦rica, entre ellas algunas de las m¨¢s representativas y hermosas, componen la exhibici¨®n Los iberos, pr¨ªncipes de Occidente, que pretende acabar con el t¨®pico de una sociedad marginal, primitiva y pendenciera para mostrar en todo su esplendor y complejidad una antigua civilizaci¨®n a la altura de sus contempor¨¢neas.
Es el turno de los iberos. Despu¨¦s de los celtas, los vikingos, los etruscos, ha llegado el tiempo de la reivindicaci¨®n europea de un pueblo que, parad¨®jicamente, no ha acabado de encontrar a¨²n un lugar preciso en el imaginario de su tierra de origen.Si los celtas que triunfaron en el Palazzo Grassi veneciano eran "los hombres de la primera Europa"., ahora los iberos son saludados como "una de las figuras tutelares de la gran Europa cultural que hoy se vuelve a dibujar", en palabras del ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s, Hubert V¨¦drine, mientras que el ministro del Interior alem¨¢n , Manfred Kanther, no se queda atr¨¢s y afirma en el cat¨¢logo de la exposici¨®n: "La cultura de los iberos, fascinante e independiente, nos muestra la riqueza y variedad de las ra¨ªces culturales de Europa".
Desgraciadamente, los iberos no gozan, al menos todav¨ªa, de la popularidad internacional de otras civilizaciones exhibidas, y para su presentaci¨®n en sociedad (europea) se ha debido echar mano principalmente del valor est¨¦tico de sus obras y de alg¨²n subterfugio, como la supuesta influencia que la escultura ib¨¦rica ejerci¨® en Picasso. La cosa ha funcionado, al menos en t¨¦rminos num¨¦ricos, ya que 100.000 personas acudieron al Grand Palais de Par¨ªs para visitar a los iberos, unas gentes de las que m¨¢s bien lo ignoraban todo.
M¨¢s all¨¢ de la indiscutible belleza de algunas de sus realizaciones y de la subrayada dimensi¨®n europea de su cultura, los iberos llegan -o m¨¢s bien regresan- a Espa?a envueltos en un discurso expositivo diferente, que presta m¨¢s atenci¨®n al contexto y que intenta explicar, y sobre todo reexplicar, las bases de su civilizaci¨®n. As¨ª, la visita de la exhibici¨®n en el centro cultural de La Caixa es una experiencia est¨¦tica de primer orden -uno puede enamorarse rendidamente de una min¨²scula figurita de bronce o impresionarse con el realismo de una contundente garra de le¨®n-, pero es tambi¨¦n una lecci¨®n cient¨ªfica compleja cuyo seguimiento requiere un esfuerzo.
Y es que la exposici¨®n invita a una lectura nueva de la cultura ib¨¦rica en la que se emplean im¨¢genes nuevas, esencialmente el maravilloso conjunto escult¨®rico hallado en 1975 de Cerrillo Blanco (Porcuna, Ja¨¦n), del que una decena de piezas han sido restauradas especialmente para la exhibici¨®n.
"Por primera vez se ofrece una visi¨®n global de la cultura ib¨¦rica, desde el ¨¢rea andaluza hasta el Languedoc, y desde el final del siglo VI hasta los siglos I y II", destacan los comisarios, Carmen Aranegui, Jean-Pierre Mohen y Pierre Rouillard.
"Hasta hace muy poco tiempo se entend¨ªa la cultura ib¨¦rica como resultado directo de otras influencias, de la colonizaci¨®n", dice la arque¨®loga de la Universidad de Valencia; "se la ve¨ªa como el final de otros mundos, como un ap¨¦ndice de otras culturas. Pero hoy", contin¨²a, "presentamos a la sociedad ib¨¦rica de otra manera: como autora de todas las realizaciones que la acompa?an. Era una sociedad que seleccionaba elementos de su entorno, pero que realizaba una s¨ªntesis creadora. No siguieron una pauta, no fueron mim¨¦ticos. Fue una sociedad que tom¨® en sus manos la articulaci¨®n de su propia cultura".
Esa capacidad, a juicio de Aranagui, queda patente en el conjunto de Cerrillo Blanco, con sus representaciones idealizadas de guerreros enfrentados a otros guerreros y a animales, y en el que la aristocracia -los pr¨ªncipes a que hace referencia el t¨ªtulo de la exposici¨®n- expres¨® los signos de su poder y cre¨® un mito heroico propio. La eclosi¨®n de la escultura monumental ib¨¦rica en el siglo V, cuando llegaron a la madurez la estatuaria griega y la etrusca, se?alan los comisarios, muestra perfectamente el grado de desarrollo a que lleg¨® la cultura de los iberos.
Una civilizaci¨®n, la ib¨¦rica, por tanto, que no debe considerarse marginal ni primitiva, resalta Aranagui, y que debe quitarse ya el estigma de otros t¨®picos como el salvajismo y la belicosidad. "La cultura ib¨¦rica ha sufrido los prejuicios y las desfiguraciones propias de todas las culturas consideradas nacionales, como ha sucedido con los galos en Francia", se?ala. "Es una cultura que ha sido reclamada por diferentes ideolog¨ªas, como la de la Espa?a una y grande, y eso ha hecho caer en errores y sentimentalismos al contemplarla".
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