"El 'caso Clinton' es un montaje hip¨®crita"
"?Mon¨®gamo yo? No mucho, la verdad. Este es un oficio muy vulnerable... ?El caso Clinton? Un montaje hip¨®crita, cosas de los peri¨®dicos... ?Si so?¨¦ que acabar¨ªa teniendo ¨¦xito? Siempre lo pens¨¦, s¨ª, pero en el fondo me daba lo mismo". Morgan Freeman (Charleston, Misisip¨ª EE UU), 1937) es tan contundente contestando preguntas como alcanzando la celebridad. S¨®lo lleva 10 a?os haciendo cine, pero eso ha bastado: una de las cr¨ªticas m¨¢s reputadas de Estados Unidos, Pauline Kael, ha dicho de ¨¦l que es el actor m¨¢s grande de Am¨¦rica.En persona es mucho m¨¢s alto y delgado de lo que parece en las pel¨ªculas. Tiene el pelo y la barba blancos, pecas bajo los ojos y una mirada intens¨ªsima, casi imposible de aguantar. Se mueve con la elegancia y la precisi¨®n que dan 30 a?os de carrera teatral. Casado desde hace 22 a?os, no oculta su pasi¨®n por las mujeres, pasi¨®n que parece de ida y vuelta si creemos a una de las actrices m¨¢s sensuales de Hollywood, Gwyneth Paltrow, que tras rodar con ¨¦l, dijo: "Es el m¨¢s sexy del mundo".
Freeman viene de trabajar para Spielberg en Amistad, un mamut ¨¦pico sobre la esclavitud en la que da r¨¦plica a Anthony Hopkins y otros dos grandes de la escuela brit¨¢nica, Pete Postlehwhite y Nigel Hawthorne: "Vamos en el mismo barco", dice. Y acaba de ba?arse hasta las cejas -"A¨²n no he acabado de secarme"- en Hard rain, un thriller con atraco, inundaci¨®n y efectos especiales por valor de 9.000 millones de pesetas en el que interpreta a un saqueador impasible que acaba pareci¨¦ndose a ¨¦l mismo: h¨¢bil, humano y absolutamente libre.
Pregunta. ?Es posible interpretar debajo del agua?
Respuesta. Bueno, siempre que puedas hablar y respirar es posible actuar. Bajo el agua, no hay duda, resulta m¨¢s complicado, pero si puedes ense?ar los ojos es bastante.
P. Usted ha pasado la mitad de su vida en el teatro, bebiendo de viernes a lunes y actuando el resto de la semana. ?No echa de menos aquello teniendo que rodar cat¨¢strofes como ¨¦sta?
R. ?En absoluto! Si me hiciera cosquillas volver al teatro ya lo habr¨ªa hecho. No tendr¨ªa m¨¢s que decirlo. Lo que me cuestiono cuando hago pel¨ªculas as¨ª es la iron¨ªa de mi destino. ?C¨®mo es posible que yo, que a los 20 a?os era un atleta y estudiaba, danza, tenga que hacer un filme de acci¨®n a los 60? Pero est¨¢ bien, no importa. La ¨²nica demanda era estar en forma y yo lo estoy. Soy marinero y monto a caballo.
P. ?So?¨® alguna vez, en aquella ¨¦poca de Nueva York, con llegar a ser un actor c¨¦lebre y un millonario con yate?
R. S¨ª, siempre pens¨¦ que antes o despu¨¦s acabar¨ªa teniendo ¨¦xito. Sab¨ªa que mi destino era ¨¦se, pero tampoco me importaba mucho si al final no era as¨ª. Los actores somos gente rara: medimos el ¨¦xito por la cantidad de trabajo que tenemos, no por el dinero que ingresamos. Y por eso necesitamos agentes: no sabemos evaluar nuestro trabajo. De hecho, cuando empezamos, trabajamos gratis o a cambio de un corte de pelo. Y lo que viene luego es una especie de pago a la larga espera. Pero la fama no importa nada. Si tienes para comer bien, el resto es superfluo.
P. Entonces, ?est¨¢ conforme del todo con el cambio? ?No cree que el cine exige una forma menos profunda de interpretar?
R. No echo de menos nada. Hago lo que quiero, no tengo lamentos, arrepentimientos ni deseos. Todo es perfecto. Claro que interpretar en cine es distinto a hacerlo en el teatro. El trabajo se fragmenta, se hace a base de peque?os segmentos unas veces m¨¢s obvios que otras. La aproximaci¨®n, la preparaci¨®n, es tambi¨¦n diferente, menos continua. Cuando haces teatro trabajas envuelto en una magia especial, aumenta tu capacidad de replicar, de involucrarte en la escenograf¨ªa... Pero hay una cosa crucial que hace igual de atractivos a los dos: los que venimos del teatro tenemos terror al cine, y al rev¨¦s. Y al fin y al cabo, lo decisivo en los dos casos es el texto.
P. ?Tampoco echa de menos Nueva York desde su rancho?
R. Viv¨ª all¨ª muchos a?os, y conservo a¨²n el apartamento porque mi mujer no me deja venderlo. A ella le gusta ir, pero yo no tengo nostalgia de la jungla. Cuando era peque?o me llevaron a vivir a Chicago y estaba loco por volver a Misisip¨ª.
P. Por cierto, que hace poco ha declarado su amor infinito por las mujeres. ?C¨®mo lleva eso su esposa?
R. Ella trabaja en el teatro [dise?a vestuarios] y sabe que es un negocio especial, un oficio de gente muy vulnerable, muy abierta emocionalmente [sonr¨ªe]. Por otro lado, ella sabe bien cu¨¢nto me gustan las damas, y lo entiende. Tengo un n¨²mero muy amplio de amigas que la respetan y la quieren, de forma que ella no se siente amenazada. Sabe que los amigos ayudan a superar los sufrimientos. Por eso ella tambi¨¦n los tiene.
P. ?Estilo Clinton, entonces?
R. ?Claro! Es muy l¨®gico lo que dice Hillary. He estado casada con este hombre 25 a?os, le conozco, ¨¦l me conoce. ?A qui¨¦n co?o le importa lo dem¨¢s? Todo es una comedia de la prensa.
P. Por cierto, que la comedia debe ser el ¨²nico g¨¦nero que le falta por hacer en cine.
R. S¨ª, y ya va siendo hora. La he hecho en teatro, y no tiene grandes secretos; seg¨²n nos ense?¨® Peter O'Toole, el ¨²nico es intentar no parecer c¨®mico. El problema es m¨¢s bien para el escritor que para el actor. Y el problema grande es que ya no hay escritores como los de antes. Ahora todos escriben viendo la televisi¨®n en vez de leyendo, y as¨ª salen las cosas. Cat¨¢strofes, persecuciones...
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