Serr¨ªn en las venas
Lo dijo hace pocos a?os Ingmar Bergman y hace muchos George Cukor: se nota en la primera mirada cuando un int¨¦rprete rompe la pantalla con armas adquiridas en el teatro. Llevan serr¨ªn en las venas, es el viejo dicho.Hay en los int¨¦rpretes de esta especie algo sangu¨ªneo, con pinta de ing¨¦nito y por eso no siempre f¨¢cil de definir, cuando no indefinible, porque en cada uno se manifiesta a trav¨¦s de una peculiaridad de su comportamiento ante la c¨¢mara. Pero tras esa peculiaridad se perciben en estos int¨¦rpretes rasgos de actuaci¨®n comunes, que son indicio seguro de ese serr¨ªn de las tablas en sus venas. Los m¨¢s acusados de estos rasgos comunes son tres.
Uno, es el pleno dominio del continuo en las tomas largas. Otro, la alta precisi¨®n y velocidad de sus r¨¦plicas, lo mismo cuando les toca decirlas -ya que por oficio son expertos en crear ritmos dentro de sus verbalizaciones- que cuando se callan y es el turno de hablar del o de la colega que tienen enfrente, lo que en la jerga esc¨¦nica llaman saber escuchar. Y un tercer rasgocom¨²n es la posesi¨®n del gesto total, de manera que en el cine se adue?an sin discusi¨®n de los planos generales, esos que les permiten expresarse con todo el cuerpo.
Galer¨ªa de monstruos
Morgan Freeman se abri¨® camino a la celebridad en un par de a?os a trav¨¦s de su paso por El reportero de la calle 42 y, sobre todo, en la imagen del arranque de Miss Daisy, aquella en que varios hombres husmean, todos tomados de cuerpo entero, en un interior y al instante uno de ellos, con peque?os y pausados movimientos del cuerpo, se hace im¨¢n de la escena. As¨ª conoci¨®, tan de pronto, medio mundo la presencia de uno de los grandes del cine actual, otro portentoso actor curtido en el teatro y atrapado por el cine.Este sello instant¨¢neo de procedencia -como los que estamparon Paul Muni, Orson Welles, Vittorio Gassman, Peter O'Toole, Katharine Hepburn, Fern¨¢n-G¨®mez, Charles Laughton, Lionel y John Barrymore, Vivien Leigli, Marlon Brando, Humphrey Bogart, Jos¨¦ ?sbert, Montgomery Clift, Spencer Tracy, Paul Newman, Mae West, Cary Grant, Charles Chaplin, Ana Magnani, Groucho Marx, Tallullah Bankhead, Richard Burton, Anthony Hopkins, Tot¨®, Michel Simon, Antonio Vico y tantos otros fuegos c¨®micos- sigue visible a primera vista en el truculento ama?o de las im¨¢genes desp¨®ticas de Seven, en la pausada y elegante cadencia de Cadena perpetua, en el genial y sofocante ¨¢mbito tr¨¢gico de Sin perd¨®n, filmes donde conforta verle adue?arle de la imagen y vertebrar su secuencia con la seguridad que le da el equipaje profesional de haber recorrido los intrincados itinerarios de la tarima.
Una chispa de lo m¨¢s elevado que ha creado el cine se produce cuando un gran hombre de teatro se revela tambi¨¦n due?o de la alquimia de la fotogenia y puede, como Morgan Freeman, convertirse con unas pocas pel¨ªculas -la mayor parte no relevantes, salvo en lo que su presencia aporta- en una obra de arte viviente y sin equivalencia posible.
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