Soluciones imaginativas
En el pleno del Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n celebrado anteayer, una concejala del PP -conmovida a¨²n por el reciente asesinato a manos de ETA del matrimonio Jim¨¦nez-Becerril- manifest¨® su airada protesta ante la actitud "de pitorreo" de los ediles de HB; tambi¨¦n descarg¨® su indignaci¨®n contra el alcalde socialista Od¨®n Elorza por tolerar la provocadora exhibici¨®n que esos concejales suelen hacer en los actos oficiales de s¨ªmbolos e iconos asociados a la banda terrorista. El cruce de acusaciones posterior entre el PSOE y el PP no hace sino mostrar la inviabilidad pr¨¢ctica (y seguramente la indeseabilidad te¨®rica) de cualquier intento de silenciar un debate p¨²blico sobre los medios adecuados para llevar adelante los fines que las fuerzas democr¨¢ticas acordaron hace diez a?os en el Pacto de Ajuria Enea con el prop¨®sito de dar una respuesta unitaria al terrorismo.Cada vez que un nuevo atentado de ETA muestra -como ha ocurrido con el doble crimen de Sevilla del pasado viernes- la crueldad fan¨¢tica de la banda terrorista vuelven a escucharse voces que exigen el final inmediato de esa pesadilla mediante f¨®rmulas r¨¢pidas y expeditivas. Al comienzo de la transici¨®n, el atajo propuesto por los impacientes atravesaba territorios pre-democr¨¢ticos o ajenos al Estado de Derecho: el restablecimiento de la pena de muerte, la ocupaci¨®n militar del Pa¨ªs Vasco o las operaciones de guerra sucia. La interiorizaci¨®n de los valores constitucionales y la comprobaci¨®n de los nefastos y contraproducentes efectos de los cr¨ªmenes de los GAL (tan aplaudidos en su d¨ªa por algunos pol¨ªticos y publicistas que s¨®lo los denunciar¨ªan a?os despu¨¦s de haber sido perpetrados) han puesto en minor¨ªa a ese tipo de arbitristas. Durante la anterior legislatura, el PP incorpor¨® al recetario de medicinas m¨¢gicas el cumplimiento ¨ªntegro de las condenas de los terroristas; ¨¦l pacto de investidura con el PNV y la experiencia del poder han disuadido a los populares de aplicar esa p¨®cima milagrosa.
En un brusco bandazo, la soluci¨®n imaginativa a la moda exhorta a una salida negociada del conflicto a trav¨¦s de una tercer¨ªa neutral. Tal propuesta de negociaci¨®n no debe ser confundida con el final dialogado de la violencia y las v¨ªas de inserci¨®n recomendados por el Pacto de Ajuria Enea para el supuesto (hoy inexistente) de que ETA abandonase las armas y sus miembros aceptaran los cauces democr¨¢ticos. La nueva soluci¨®n imaginativa implica que el Estado de Derecho y la voluntad abrumadoramente mayoritaria de los ciudadanos (vascos y espa?oles) deber¨ªan negociar en pie de igualdad con una banda criminal respaldada a lo sumo por 150.000 electores. Dado que las reivindicaciones de ETA incluyen la anmist¨ªa de sus 500 presos, la reforma de la Constituci¨®n y la incorporaci¨®n de Navarra a la comunidad aut¨®noma vasca, en un proceso que deber¨ªa conducir indefectiblemente a la plena soberan¨ªa de Euskadi, resulta evidente que las ofertas de tregua y los llamamientos a la negociaci¨®n lanzados de vez en cuando por la banda terrorista no son propuestas de paz sinceras sino estratagemas maquinadas simplemente para dar ¨¢nimo a los votantes de HB, provocar la desuni¨®n de los dem¨®cratas y proseguir la espiral de la violencia asesina.
Algunos defensores de esa soluci¨®n imaginativa negociadora son ex altos cargos de la Seguridad del Estado (v¨ªctimas tal vez de un ataque de mala conciencia causado por su deficiente gesti¨®n como responsables policiales), eclesi¨¢sticos equidistantes entre el Estado de Derecho y la banda terrorista (posibles adelantados de una variante vasca de nacionalcatolicismo) y profesionales de la intermediaci¨®n (financiados con recursos presupuestarios o ansiosos de gloria medi¨¢tica). Abstracci¨®n hecha de la buena fe y de los nobles motivos presumibles en sus promotores, hay s¨®lidas razones para creer que esa soluci¨®n imaginativa no s¨®lo no pondr¨ªa fin al terrorismo sino que reforzar¨ªa su amenazadora presencia.
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