El yern¨ªsimo
Si alguien interesado en el marqu¨¦s de Villaverde busca datos sobre ¨¦l, se puede encontrar con la sorpresa de no encontrar otra referencia que la que proporciona el ¨ªndice de una reciente biograf¨ªa francesa de Francisco Franco. All¨ª se indica simplemente: "V¨¦ase Carmen Franco Polo". Estas cuatro palabras, en realidad, resumen lo que de verdad para la historia espa?ola de la ¨¦poca fue el personaje. Lo m¨¢s probable es que no hubiera adquirido relevancia alguna de no ser por la boda celebrada en abril de 1950.Pero si uno repasa las im¨¢genes de aquel acontecimiento, "parecen m¨¢s bien formidables, con el novio vestido de caballero de la Orden Militar del Santo Sepulcro y la prensa describi¨¦ndole ajetreado, aunque bien es verdad -como aparece en el art¨ªculo de Marichu de la Mora en la revista Semana- que m¨¢s por las llamadas telef¨®nicas invit¨¢ndole a cacer¨ªas que por otra cosa. Esa pretenciosidad, su car¨¢cter bronco y, sobre todo, su situaci¨®n en la peque?a corte de El Pardo condenaban al marqu¨¦s de Villaverde a convertirse en una figura arquet¨ªpica de un r¨¦gimen como el de Franco, destinado a ser soslayado como espinoso incordio por los adictos y convertirse en motivo de regocijo para los disidentes.
Es casi imposible que esa imagen se borre porque se acu?¨® tempranamente y sus rasgos se acent¨²an a medida que el analista se acerca a las fuentes inmediatas. El primo hermano de Franco, autor de un diario simpl¨®n pero de efectos devastadores, empieza sus referencias al marqu¨¦s indign¨¢ndose porque en los mentideros de Madrid se le acuse de hacer negocios poco claros con las Vespas. La indignaci¨®n le dura no muchas p¨¢ginas, porque pronto empiezan a menudear las cr¨ªticas al personaje. Aparece a continuaci¨®n censurado "por su afici¨®n a la ruleta y al bacarr¨¢" e incluso por la sensaci¨®n de poca reverencia por el entonces amo de Espa?a: resulta que en el verano le ten¨ªa hasta las tres y media sin comer practicando el esqu¨ª acu¨¢tico. Deb¨ªa de ser el ¨²nico espa?ol capaz de hacer algo parecido. Pero la alusi¨®n m¨¢s cruel del primo de Franco aparece en el diario tomada de labios del confesor del dictador, el padre Bulart. Al parecer, Carmen Franco "dijo que procuraba tener amigas que no fueran se?oras muy agraciadas f¨ªsicamente tal vez ante el temor de que no se vaya a enamorar de alguna su marido". Bulart despachaba al marqu¨¦s diciendo que "cada a?o est¨¢ m¨¢s fr¨ªvolo".
Pero esta imagen del marqu¨¦s no procede tan s¨®lo de esta especie de ayuda de c¨¢mara aficionado a los cotilleos, sino que se puede encontrar tambi¨¦n en persona tan sesuda como L¨®pez Rod¨®. La boda de su hija con don Alfonso de Borb¨®n situ¨® al marqu¨¦s en un primer plano de la vida social y pol¨ªtica. Algunos de sus comentarios, entonces, bordearon lo insensato, porque no ten¨ªa empacho en colocar a su hija y a su yerno como herederos de la Corona si faltaba don Juan Carlos. Las grescas con otros m¨¦dicos en el momento de Ias sucesivas enfermedades de Franco -de las que hay tambi¨¦n constancia escrita- acentuaron el esperpento.
El g¨¦nero necrol¨®gico siempre busca lo positivo de quienes han desaparecido. El marqu¨¦s no intervino mucho en pol¨ªtica, aunque cuando lo hizo en los setenta actu¨® en la extrema derecha. Algo bueno tuvo su actuaci¨®n, y es que fue catastr¨®fica para ¨¦l mismo y sus ideas. En mayo de 1976 present¨® su candidatura para un puesto vitalicio en el Consejo Nacional con el apoyo de los m¨¢s fascistas entre los fascistas. Apel¨® al recuerdo de su suegro y al deber de conciencia de los votantes. Pese a haber sido el yern¨ªsimo, le votaron tan s¨®lo 25. Casi triplic¨® sus votos un chusquero de la pol¨ªtica llamado Adolfo Su¨¢rez. Un mes despu¨¦s empez¨® la transici¨®n como presidente del Gobierno.
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