Los legendarios ¡®Busby Babes¡¯
El recuerdo del gran Manchester pervive 40 a?os despu¨¦s de la cat¨¢strofe a¨¦rea de M¨²nich
Eran j¨®venes y amados. Jugaban de manera intr¨¦pida, con grandeza, la clase de f¨²tbol que conecta con las emociones de la gente. Quiz¨¢ nadie como el portero Harry Gregg ha explicado el sentimiento que provoc¨® aquel Manchester United: "Puede que no fu¨¦ramos el mejor equipo del mundo. Puede que nunca lo lleg¨¢ramos a ser. Pero sin duda fuimos los m¨¢s queridos. El equipo ten¨ªa juventud, carisma, y, sobre todo, humildad. La magia del Manchester pudo morir en M¨²nich, pero las emociones que gener¨® aquel equipo permanecen imborrables en la memoria de los aficionados".
Harry Gregg sali¨® con vida aquel 6 de febrero de 1958. Pero ocho de sus compa?eros, de los formidables Busby Babes, perecieron en el accidente de M¨²nich. A primera hora de la tarde, el avi¨®n Elizabethan de la compa?¨ªa BEA hizo escala en el aeropuerto Riem. Proced¨ªa de Belgrado, donde un d¨ªa antes el Manchester United hab¨ªa eliminado al Estrella Roja en una m¨¢s de las desinhibidas actuaciones que hab¨ªan hecho famoso al equipo ingl¨¦s. El Manchester se adelant¨® 0-3 en el primer tiempo, pero el equipo yugoslavo se reh¨ªzo bajo la direcci¨®n del gran Sekularac. Pero el empate a tres clasific¨® a los ingleses -hab¨ªan vencido 2-1 en el encuentro de ida- para las sernifinales de la Copa de Europa.
Durante la cena, se escucharon sus c¨¢nticos de alegr¨ªa. La fuerza de aquel equipo resid¨ªa en su cohesi¨®n y en su juventud. El defensa internacional Roger Byrne era el m¨¢s veterano del grupo. S¨®lo contaba 28 a?os.
Durante la operaci¨®n de repostaje, los jugadores descendieron del avi¨®n y curiosearon en las tiendas del aeropuerto alem¨¢n. Nevaba en M¨²nich y algunos pasajeros soportaban mal la perspectiva de volar en aquellas condiciones. Ninguno tem¨ªa m¨¢s a los aviones que Duncan Edwards, la estrella del equipo.
Edwards s¨®lo contaba 21 a?os, pero ya hab¨ªa disputado 18 encuentros con la selecci¨®n inglesa. Gracias a su poderoso f¨ªsico y a una ambici¨®n desbordante, pod¨ªa jugar en el centro del campo y en la delantera. "Si tuviera que jugarme la vida en un partido y llevar a alguien conmigo, elegir¨ªa a Duncan Edwards", ha dicho m¨¢s de una vez Bobby CharIton.
Edwards fue el primero de los Busby Babes (los ni?os de Busby). Firm¨® por el Manchester con 16 a?os y poco despu¨¦s se instal¨® en el primer equipo. "Juega como si el campo fuera suyo", escribi¨® el periodista Roy Perrott. El fichaje de Duncan Edwards estuvo determinado por la obsesi¨®n de Matt Busby, el c¨¦lebre entrenador del Manchester United.
Hijo de un minero escoc¨¦s, Busby jug¨® varios a?os como lateral en el Manchester City. Pero su nombre quedar¨¢ asociado para siempre al United. Paciente, intuitivo, amable con sus jugadores, predicador de un f¨²tbol generoso, Matt Busby arm¨® un equipo inolvidable alrededor de Duncan Edwards.
En 1953, una muchachada de imberbes comenz¨® a forjar la leyenda de los babes: el extremo Berry, el norirland¨¦s Jackie Blanchflower, el zurdo David Pegg, el poderoso Bill Foulkes y el goleador Dennis Viollet. Ninguno hab¨ªa cumplido los 20. Poco despu¨¦s se a?adieron dos futbolistas maravillosos, Bobby Charlton y el irland¨¦s Liam Billy Whelan. La calidad de Charlton hab¨ªa asombrado a los ojeadores de los mejores equipos ingleses. Procedente de la regi¨®n minera de Northumberland, decidi¨® fichar por el Manchester a pesar de los lazos familiares que le un¨ªan al Newcastle. Whelan era el brasile?o del equipo. Nadie estaba a su altura en habilidad.
En 1958, el Manchester United asomaba todo su potencial. En las semifinales de la Copa de Europa le esperaba el Milan y al fondo aparec¨ªa el Real Madrid, el coloso que dominaba el f¨²tbol europeo. No hubo posibilidad de celebrar aquel duelo esperado. Despu¨¦s de repostar, el avi¨®n intent¨® alzarse infructuosamente en dos ocasiones. El capit¨¢n James Thain abort¨® los dos entre el nerviosismo de los 43 pasajeros. Tras el segundo intento, los jugadores descendieron del avi¨®n. Cuando volvieron al bimotor, Bobby Charlton decidi¨® no quitarse el abrigo. Ten¨ªa malas sensaciones.
El Elizabethan no consigui¨® levantarse en el tercer intento de despegue. Se desliz¨® sobre la pista helada, choc¨® contra el vallado y se estrell¨® contra una casa. Nunca termin¨® de aclararse la causa del accidente, aunque se considera decisiva para explicar el siniestro la presencia de hielo en las alas y el motor. Una investigaci¨®n oficial levant¨® once a?os despu¨¦s todos los cargos contra el piloto.
22 pasajeros murieron en el acto: siete jugadores (Roger Byrne, Geoff Bent, Eddie Colman, Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor y Liam Whelan), tres personas adscritas al Manchester, ocho periodistas, dos miembros de la tripulaci¨®n, un aficionado que hab¨ªa viajado al partido y el delegado de la agencia de viajes.
Duncan Edwards fue trasladado en estado cr¨ªtico al hospital. Durante dos semanas luch¨® por sobrevivir de la misma manera que combat¨ªa al adversario en el campo. Ese partido no pudo ganarlo. Muri¨® como consecuencia de las m¨²ltiples heridas que sufri¨®.
Matt Busby consigui¨® recuperarse de sus grav¨ªsimas heridas. Otros se salvaron pero no pudieron regresar al f¨²tbol, como Jackie Blanchflower y Johnny Berry. Algunos, como Harry Gregg, que salv¨® a una mujer y a un ni?o de entre las llamas, Billy Foulkes, Dennis Viollet y Bobby Charlton, salieron indemnes.
En pocos d¨ªas volvieron a vestir la casaca del Manchester y tres meses despu¨¦s disputaron la final de Copa frente al Bolton Wanderers. El partido se jug¨® en medio de una intensa emoci¨®n. Venci¨® el Bolton, pero result¨® dif¨ªcil festejar la victoria. El sentimiento de los aficionados estaba en otro lado: en el recuerdo de los legendarios Busby Babes.
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