Emulaci¨®n
?Mecachis, qu¨¦ bien sonaba todo! El bajista pulsaba una cuerda y a los o¨ªdos llegaba n¨ªtido el resultado, lo mismo que ocurr¨ªa cuando era el guitarra quien mov¨ªa su dedo o el bater¨ªa quien acariciaba los platos. Todo estaba tan bien sonorizado que hasta los pensamientos de los m¨²sicos pod¨ªan o¨ªrse. Y es que en Zeleste, en el estreno en directo de Portishead en Espa?a, m¨¢s que una mesa de sonido los de Bristol montaron una mesa de estudio en toda la regla. Es m¨¢s, si se comercializase el concierto de Barcelona como una grabaci¨®n de estudio, nadie notar¨ªa el gazapo.Que todo aquello que suena en los discos del grupo pueda ser reproducido con tal meticulosidad llev¨® al pasmo.
Parec¨ªa imposible tanta perfecci¨®n, regalada adem¨¢s en una maravillosa recta final que depar¨® las interpretaciones de soberbias canciones como Over, Elysium, Only you, All mine, Glory box y Sour times.
Portishead
Zeleste. Barcelona, 7 de febrero.
Con todo, quiz¨¢ m¨¢s imposible pareciera la voz de Beth Gibbons, una voz sencillamente esplendorosa que se ayud¨® de diversos filtros para hacerla m¨¢s met¨¢lica e inhumana cuando el repertorio lo requer¨ªa. Beth era la ense?a de un grupo que no se ense?aba, siempre embutido en un claroscuro que dificultaba ver m¨¢s all¨¢ de sombras. Esa imagen neblinosa, s¨®lo iluminada detanto en tanto por proyecciones, fue el fresco adecuado para regalar a la retina la imagen de un grupo que hac¨ªa m¨²sica perezosa, doliente y extra?amente humana. No se pod¨ªa pedir m¨¢s.
Aun as¨ª, siempre se puede pedir m¨¢s, y aceptando lo hermoso del ofrecimiento, lo bello del regalo, tambi¨¦n se puede pensar en c¨®mo Portishead desperdicia talento plante¨¢ndose como m¨¢ximo logro el reproducir aquello que es capaz de hacer en disco.
Si por un lado es meritorio que el grupo consiga recrear con exactitud las atm¨®sferas de sus grabaciones, por otro parece que tal reto es poco cargamento art¨ªstico para un grupo de verdad importante.
En el fondo es como si todo quedase centrado en cuestiones esteticistas, en pura emulaci¨®n que nunca a?ade una pincelada al colorido inicial, en una simple reproducci¨®n. Y, desde un punto de vista art¨ªstico, eso es pedirle muy poco a un concierto.
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