El v¨ªdeo domina en las instalaciones
Bajo el t¨ªtulo gen¨¦rico Project rooms se inicia este a?o en Arco una novedad que consiste en que 22 galer¨ªas, acogidas a esta modalidad, muestran el trabajo de un ¨²nico artista que desarrolla un proyecto expositivo en un espacio acotado sobre el que puede intervenir en su totalidad. La propuesta de realizar obras para un lugar concreto parece inducir a embarcarse en el g¨¦nero denominado instalaci¨®n, que se puede desarrollar en sus variantes: objetual, ambiental y videogr¨¢fica. As¨ª, al menos, ha sido entendida la propuesta por la mayor¨ªa de los artistas y galeristas participantes en esta experiencia expositiva, que dispone de un emplazamiento acotado al final del pabell¨®n 7.El resultado es, sin duda, positivo tanto para los artistas participantes como para la feria. Lo es porque en estos cub¨ªculos se pierde la sensaci¨®n de amontonamiento de obras de diferente categor¨ªa que, acumuladas a t¨ªtulo de inventario del almac¨¦n, suelen presentar habitualmente las galer¨ªas, pudi¨¦ndose apreciar el trabajo de estos artistas como si estuvieran en una muestra muse¨ªstica. No hay que perder de vista en esta idea que buena parte de los compradores son instituciones culturales y museos y que estas obras no son f¨¢cilmente comercializables entre coleccionistas medios.
Las galer¨ªas que se presentan bajo el ep¨ªgrafe Projet rooms han logrado conseguir dignidad de montaje y una buena calidad art¨ªstica, aunque el mayor inter¨¦s recae en la obra de aquellos artistas que han sabido aceptar el reto de operar sobre las condiciones f¨ªsicas del espacio con ¨¢nimo de transformarlo.
Archivo imaginario
En este sentido, los cubanos Alexandre Arrechea (1971) y Marco Antonio Castillo (1970), que se presentan bajo el nombre art¨ªstico de Los Carpinteros, han replanteado un Archivo de Indias imaginario dibujando cajones en las paredes. Ren¨¦e Petropoulos ha ideado algo parecido, transformando el cub¨ªculo expositivo con una proyecci¨®n de las trazas de cuatro dormitorios, que son completadas con muestras de papeles pintados y cuadros reales. El puertorrique?o Aar¨®n Salabarr¨ªas (1964), por su parte, ha creado un espacio ilusorio con moqueta verde c¨¦sped en el suelo, y unas grandes franjas con olas de mar, espejeantes superficies y nubes fotografiadas sobre las paredes, que hacen referencia a la mitol¨®gica historia del Arca de No¨¦.En otros casos las obras tienden m¨¢s al g¨¦nero conceptual, como la interesante instalaci¨®n El cocodrilo de Humboldt no es el cocodrilo de Hegel, del colombiano Jos¨¦ Alejandro Restrepo (1959). De entre las obras que se aproximan al g¨¦nero ambiente, cabe mencionar la del asturiano Cuco Su¨¢rez (1961), que plantea la angustiosa presencia del dolor humano a trav¨¦s de una ampolla de goteo que va perforando la cabeza de una figura de barro, a la luz de una l¨¢mpara de quir¨®fano. El po¨¦tico Carlos Pazos (Barcelona, 1949) propone una sugerente escenograf¨ªa con un tren el¨¦ctrico que nos transporta a otras ¨¦pocas; mientras que Montserrat Soto (Barcelona, 1961) reproduce una habitaci¨®n con la insinuacion fotogr¨¢fica de unas ventanas que se abren a un para¨ªso de ficci¨®n. El g¨¦nero m¨¢s extendido, sin embargo, es el de la videoinstalaci¨®n, que cuenta con obras de Daniel Blaufuks (Lisboa, 1963); los mexicanos, Miguel Calder¨®n (1971) y Yoshua Okon (1970); Jordi Colomer (Barcelona, 1962) o Gerardo Suter (Brasil, 1957). De entre todas, cabe destacar la sencilla videoinstalaci¨®n de la artista iran¨ª Shirin Neshat centrada en la visualizaci¨®n de dos interpretaciones musicales, muy hermosas y emocionales, que, sin embargo, constituyen un alegato contra el sexismo en las sociedades isl¨¢micas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.