La larga espera del Tour
Las principales figuras coincidieron una semana en Mallorca: todos obsesionados con la ronda francesa
-Entonces, ?fue s¨®lo una idea del fot¨®grafo?-En efecto -responde Z¨¹lle-. Le puso un caj¨®n para que en la foto estuviera a mi altura.
La foto qued¨® casi convincente. Richard Virenque y Alex Z¨¹lle, todo sonrisas, con la cara a la misma altura comparten el mismo maillot, el del Festina. La idea es clara: dos personas, un l¨ªder, pero algo falla. Virenque se come el protagonismo. ?Es el pelo! La vista se clava en su cabeza, en la mata gris, casi blanca, que la corona. "Ah, es su car¨¢cter", dice Z¨¹lle. "Est¨¢ de moda te?¨ªrselo de rubio platino, pero ¨¦l dice: 'hostias, todos de rubio, entonces yo voy a demostrar algo de nuevo', y va y se ti?e de gris. La verdad es que parece mucho m¨¢s viejo".
Es todav¨ªa febrero. El Tour parece a¨²n lejano, a casi cinco meses, pero en Mallorca, donde casi todos los grandes han competido durante unos d¨ªas, da la impresi¨®n de que de un momento a otro va a aparecer a la vuelta de la esquina. Casi con morbo se anticipa lo que pasar¨¢ o podr¨¢ pasar. Es el tiempo de las dudas sin respuesta, de las buenas intenciones. Z¨¹lle est¨¢ convencido de que Virenque no le va a traicionar, y viceversa. Su director, Bruno Roussel, ya planifica la tenaza con la que ambos ahogar¨¢n a Ullrich. Ullrich ya sabe los errores que cometi¨® en el ¨²ltimo Tour y sabe c¨®mo evitarlos en su segundo, tal como sabe que adelgazar¨¢ los 12 kilos de m¨¢s que ha llegado a acumular este invierno. Jalabert no piensa echar de menos a Z¨¹lle en el ONCE, de la misma manera en que Olano no llorar¨¢ por la descomunal angina, origen de la infecci¨®n que le maniat¨® el a?o pasado, fuente de todos sus males. Y Blanco crecer¨¢ sano y fuerte, en el Vitalicio, con M¨ªnguez.
Hace un a?o, Jan Ullrich deambulaba por Mallorca casi an¨®nimo. La semana pasada, parec¨ªa un jefe de Estado rodeado de guardaespaldas. Ullrich sigue siendo un joven alem¨¢n, pero, entre un a?o y otro, gan¨® el Tour. Varios equipos de la televisi¨®n alemana le persiguen en su hotel, en la carretera, en sus entrenamientos. Un relaciones p¨²blicas con pinta de guardaespaldas se encarga de su protecci¨®n.
-?Me puede arreglar una entrevista con Ullrich?
Mirada de arriba a abajo. -Preg¨²ntaselo a ¨¦l o habla con Pevenage [su director] que te puede contestar en su nombre.
-Pero usted es el encargado de eso, ?no?
-S¨ª, pero Jan no quiere hablar con la prensa. Est¨¢ cansado de responder siempre a las mismas preguntas.
Dicen que Ullrich ha dicho que la causa de su bajo rendimiento en la ¨²ltima semana del Tour fue que acept¨® demasiadas peticiones televisivas, cen¨® tarde y mal y durmi¨® poco. Eso es parte de las dificultades que hay que superar para ganar un Tour. Para ganar el segundo, hay que empezar a lidiarlas casi un a?o antes. Riis, su compa?ero, se lo habr¨¢ explicado bien.
Ni Z¨¹lle, ni Olano han ganado a¨²n un Tour.
Ullrich tiene tiempo hasta julio para alcanzar el golpe de pedal que le permiti¨® volar en Arcal¨ªs y en Saint Etienne 97. Mientras tanto, no se deja hacer fotos con ropa ajustada. Para que no se le noten las carnes. Z¨¹lle marcha un poco m¨¢s retrasado que el a?o pasado, pero quiere estar total en mayo, en el Giro. "En mi cabeza est¨¢ ganar el Giro, aunque el Tour sea siempre lo primero", dice. "Pero lo del Giro es algo nuevo, nunca lo he corrido. Es como lo de cambiar de equipo. Eso es muy importante para la, cabeza". Tambi¨¦n ha sido importante para Z¨¹lle que Virenque le diera finalmente su aprobaci¨®n. "Richard le examin¨® los d¨ªas que han coincidido en las concentraciones", dice Bruno Roussel, director del Festina. "Le dio el OK. Dijo que era un tipo en el que se pod¨ªa confiar. As¨ª que no le traicionar¨¢. Richard no puede ir contra alguien que sabe que no va a ir contra ¨¦l. Esta es la moral del equipo: cuando alguien promete que va a hacer una cosa, no va a hacer lo contrario, sea cu¨¢l sea la circunstancia".
Z¨¹lle, sin embargo, avanza que "es normal" que "choquen" en el Tour. "Estoy seguro de que si me pongo de l¨ªder tras la contrarreloj, ¨¦l trabajar¨¢ para m¨ª, pero Virenque es muy volc¨¢nico, pero sin cosas malas, y en julio cambia el chip. Me dijo que es m¨¢s franc¨¦s que todos los dem¨¢s franceses. Es su car¨¢cter. As¨ª que al final decidir¨¢n las fuerzas de cada uno". Como el cuento de la rana y el escorpi¨®n cruzando el r¨ªo.
El ONCE y el Festina buscan crear un ambiente de pi?a, de familia unida. En eso se parecen. Tambi¨¦n en que ninguno de los dos equipos, de los mejores del mundo, ha ganado el Tour. Tambi¨¦n en las personalidades dominantes de sus directores, S¨¢iz y Roussel, dos licenciados en Educaci¨®n F¨ªsica. Pero s¨®lo hasta ah¨ª. "Ahora la ONCE sin m¨ª es un equipo normal, cl¨¢sico, como el Banesto", dice Z¨¹lle. "Un l¨ªder y ciclistas de menor nivel para trabajar para ¨¦l".
"Manolo estar¨¢ al loro, lo controlar¨¢ todo bien", dice Jalabert, ahora l¨ªder del ONCE.
Manolo es la figura.
-Alex, ?en qu¨¦ se diferencian Manolo y Roussel?
-Manolo es un gran jefe, pero muchas veces da la impresi¨®n de que tiene muchas cosas en la cabeza. ?sa es la gran diferencia.
El Banesto ten¨ªa un plan, estaba trabajando un gran bloque, pero lleg¨® el Vitalicio, que se hizo equipo debilitando a los dem¨¢s. Se fue Santi Blanco, el hombre de referencia para el Banesto 2000. Santi Blanco se pasa ahora las 24 horas del d¨ªa al lado de Pruden Indur¨¢in. Comparten habitaci¨®n y paseos. Y as¨ª estar¨¢n todo el a?o. Hasta en el Tour, si invitan al equipo. El corredor salmantino, que de vez en cuando recibe los consejos telef¨®nicos de Miguel Indur¨¢in, bromea. "Hoy he quedado el 1.006 en la etapa", le gusta decir. O, "apenas he podido entrenarme este invierno porque he estado todos los d¨ªas de juzgado en juzgado". Un 12 de febrero, en 1994, Javier M¨ªnguez sufri¨® el mayor shock, supo que su estancia en el Banesto acabar¨ªa r¨¢pidamente, cuando se mat¨® Antonio Mart¨ªn. Otro 12 de febrero, el de 1998, M¨ªnguez se ha quitado un gran peso de encima: Elio Aggiano logr¨® la primera victoria de la historia del Vitalicio. No hay mal que 100 a?os dure. Esto marcha.
Olano tambi¨¦n marcha. Hasta va a ser padre. No sabe si su futuro hijo le har¨¢ relativizar otras historias, pero teme que s¨ª. Y no le importa. "Soy muy ni?ero", dice. No ser¨¢ lo ¨²nico que cambie en su vida de un Tour a otro. Tambi¨¦n su forma de prepararlo. "No buscar¨¦ hacer exhibiciones en junio, como el a?o pasado. Me bastar¨¢ con saber que yo estoy bien, y no que se enteren mis rivales". En 1997 ya sab¨ªa que la cosa no iba perfecta antes incluso de la Dauphin¨¦ y de aquella ca¨ªda que le cost¨® la victoria.
Miraba sus CPKs y ve¨ªa que no recuperaba despu¨¦s de los entrenamientos. No sab¨ªa que ten¨ªa una infecci¨®n larvada en sus anginas. Nadie lo sab¨ªa. Supo en el Envalira que no ganar¨ªa ese Tour. Tambi¨¦n pens¨® entonces en abandonar, en dejarlo todo, como hizo luego en la Vuelta. Un a?o despu¨¦s siente como si el tiempo no hubiera pasado. Otra vez carga con el peso de demostrar que a¨²n no ha llegado a sus l¨ªmites en la alta monta?a.
Olano termina contrato este a?o. ?Renovar¨¢? "Vine aqu¨ª perdiendo dinero y sigo aqu¨ª muy a gusto. As¨ª que si ellos quieren, no creo que haya problemas", dice. El guipuzcoano quiere esperar a negociar su renovaci¨®n a despu¨¦s del Tour, arriesg¨¢ndose a ver bajar su cotizaci¨®n si le sale mal. Pero puede llegar a un acuerdo antes, firmar un contrato de renovaci¨®n con primas por un puesto en el podio de Par¨ªs.
S¨®lo unos pocos podr¨¢n ser h¨¦roes en el Tour.
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