La ira compasiva
D¨¢maso Alonso es una de las contadas figuras que Espa?a ha aportado a la cultura universal de este siglo. Pero es tambi¨¦n un excelente poeta en una generaci¨®n, como la suya, de grandes poetas.Por eso hay que saludar con fervor esta nueva edici¨®n de su poes¨ªa -editada por Gredos, con el apoyo de la Comunidad de Madrid- en un volumen de bell¨ªsimo dise?o, que se desgaja ahora de la solemne serie de los 10 tomos de las Obras completas, incorpora alguna pieza m¨¢s y est¨¢ precedida de un luminoso pr¨®logo de V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha. Es la edici¨®n del centenario. D¨¢maso Alonso se la merec¨ªa y la ha tenido.
?l dijo siempre que acompa?¨® a su generaci¨®n como cr¨ªtico, apenas como poeta. Cronol¨®gicamente, es verdad: sus versos publicados antes de la guerra, Poemas puros y El viento y el verso, se sit¨²an entre el posmodernismo y la fidelidad a ciertas formas de la poes¨ªa pura y neopopular.
Sin embargo, su verdadera estatura l¨ªrica provendr¨¢ del encuentro con su surrealismo, que dar¨¢ lugar a su obra capital, Hijos de la ira, que se edita en 1944, a?o tambi¨¦n de Oscura noticia, libro compilatorio de versos anteriores, cuyo n¨²cleo duro anticipa el tono y el estilo de la gran poes¨ªa desarraigada de Hijos...
Sin el impacto del surrealismo, elemento clave en la po¨¦tica del 27, pasado por la lectura de ciertos libros de la Biblia, adem¨¢s de por la ascendencia de otros poetas centrales, como el brit¨¢nico Hopkins, a quien tradujo magistralmente, no hubiera sido posible ese diario ¨ªntimo de desesperaciones y aflicciones que es Hijos de la ira, t¨ªtulo que procede, por cierto, de san Pablo.
Una m¨¢scara
El lenguaje versicular y religioso era un instrumento y una m¨¢scara: un instrumento porque en sus ritmos dilatados y violentos se quebraba la realidad triunfal en la que media Espa?a aplastaba a la otra media: "Madrid es una ciudad de m¨¢s de un mill¨®n de cad¨¢veres (seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas)"; y porque el lenguaje b¨ªblico y cierta imaginer¨ªa religiosa permit¨ªan hacer saltar, sin m¨¢s cautelas, el acu?ado discurso estatuido de la Espa?a que caminaba "al paso alegre de la paz"Y as¨ª, acompa?amos al diarista por los vastos espacios de la soledad y el sufrimiento del hombre donde vaga sin destino la mujer con alcuza, s¨ªmbolo de nuestra condici¨®n y protagonista del m¨¢s c¨¦lebre poema del libro.
Despu¨¦s vinieron, bordeando siempre la raya de la heterodoxia, Hombre y Dios y Gozos de la vista hasta llegar al pat¨¦tico balbuceo testamentario de Duda y amor sobre el Ser Supremo. Irreductible, personal, conmovedora, restallante de pasi¨®n, de angustia y de airada y compasiva piedad en sus mejores momentos, esta poes¨ªa forma parte ya de nuestra memoria. Bienvenida sea su nueva edici¨®n.
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