Desorden, pero con talento
El Real Madrid alcanza un buen resultado ante un vulgar Bayer Leverkusen
Cuando el Madrid comenzaba a desesperar, Karembeu encontr¨® la porter¨ªa y el empate, un resultado espl¨¦ndido para un equipo que intenta encontrar una l¨ªnea de juego. Por la categor¨ªa de sus jugadores, nunca debi¨® tener problemas para imponerse al Bayer, que se limit¨® a aprovechar las carencias madridistas. Por f¨²tbol es una mediocridad de equipo. Pero en las circunstancias actuales, el Madrid permite la subsistencia de adversarios que no le tendr¨ªan que durar ni diez minutos.El irreprochable ejercicio de voluntad del Madrid qued¨® limitado por su condici¨®n actual: un equipo sin coser, con escasos fundamentos t¨¢cticos, pendiente de la improvisaci¨®n de sus jugadores. En algunos cap¨ªtulos las deficiencias son severas, especialinente en el desgobierno defensivo. El Madrid defiende al tun tun, sin conceptos que permitan esperar el m¨ªnimo de fiabilidad que se exige a un equipo de su categor¨ªa. El precio que paga por el desorden de la defensa es car¨ªsimo. Cualquier equipo tiene billete para llegar al ¨¢rea madridista de la manera m¨¢s simple: un contragolpe, un pelotazo, una diagonal. Y nadie encuentra ant¨ªdoto para detener la hemorrragia. Desde ese lado, la responsabilidad de Heynckes es inmensa. A d¨ªa de hoy, cuando la temporada se dirige a su ¨²ltima recta, el Madrid es extraordinaria mente vulnerable. El Bayer Leverkusen, que es un equipo de medio pelo, tuvo m¨¢s oportunidades de las que mereci¨®.
Con todas sus deficiencias, el Madrid super¨® al Bayer por la raz¨®n m¨¢s vieja del f¨²tbol: dispone de mejores jugadores. Con eso le bast¨® para dirigir el partido con cierta autoridad, aunque siempre expuesto a los disgustos defensivos. Porque el Bayer apenas se asom¨® a jugar. Fue el equipo f¨ªsico que se esperaba, dotado de cierto temperamento y fiel a la l¨ªnea que predomina en el f¨²tbol ale m¨¢n: dos centrales que marcan al hombre, un libre que se incorpora al ataque con relativa frecuencia, una inclinaci¨®n por el choque y la facilidad para sacar r¨¦dito de cualquier oportunidad. Nada de lo que hizo result¨® sorprendente. Ni siquiera el gol de Beinlich, de quien se conoc¨ªa su espl¨¦ndia pegada con la izquierda.
El Madrid se movi¨® por impulsos, sin una cadencia que hiciera reconocible su f¨²tbol. El inter¨¦s de los jugadores por resolver la situaci¨®n fue indiscutible. Nadie se borr¨®, pero la falta de armon¨ªa pro dujo efectos indeseables. Las ocasiones del Bayer se produjeron por errores del Madrid, muchos de ellos en situaciones favorables, jugadas de ataque que acababan en p¨¦rdida, con todo el equipo descolocado. Es decir, el Madrid hizo todo el partido: lo mejor y lo peor. El Bayer simplemente rapi?¨®.
Lo mejor procedi¨® de Savio, que aprovech¨® su ingenio y su puntita de velocidad para desbordar por la izquierda -en su primera incursi¨®n meti¨® un pl¨¢tano que golpe¨® el larguero-, tirar paredes y buscar el pase decisivo, como ocurri¨® en una acci¨®n maravillosa que no logr¨® resolver Ra¨²l frente al portero. Ra¨²l hizo lo que debi¨®: colocar el remate, en lugar del brochazo, pero Heinen sac¨® una buena mano.
Al Madrid le falt¨® concretar en el remate lo que realiz¨® hasta los tres cuartos. A Ra¨²l le falt¨® el punto de precisi¨®n necesario para sacar rendimiento a cuatro o cinco jugadas que ten¨ªan buena pinta. Ra¨²l ha perdido frescura y excitaci¨®n. Pasa por un periodo de transici¨®n en su carrera, probablemente preocupado por todas las cosas que hac¨ªa y que ahora tanto le cuestan. Es decir, problemas de crecimiento que deber¨¢ resolver cuanto antes.
Mijatovic se vio envuelto en un duro combate con W?rns, que se ocup¨® de no cederle un metro. Lo hizo por lo civil y por lo criminal, por utilizar la terminolog¨ªa huguista. Enredado en su conflicto, Mijatovic lleg¨® menos al ¨¢rea de lo conveniente. Quedaba el factor Savio, pero sus deberes en la banda izquierda le condenaban demasiadas veces a jugar lejos del ¨¢rea, preocupado por la anarqu¨ªa de Roberto Carlos, que resulta determinante para la buena salud del Madrid y tambi¨¦n para la mala. Varias veces apareci¨® fuera de foco, de innecesario extremo, con una despreocupaci¨®n que rozaba en la irresponsabilidad. Pero todas estas cosas estaban relacionadas con el contexto: el mal acabado t¨¢ctico del Madrid. El Bayer estuvo a punto de aprovecharse de las circunstancias, pero casi toda su munici¨®n se gastaba en tiros largos, bien detectados por llgner. Por lo dem¨¢s, su vulgaridad fue notable. Ni tan siquiera desbord¨® por temperamento. Era un equipo vulnerable, pero el Madrid no encontraba la manera de hincarle el diente. Puesto que la delantera estaba chata, hab¨ªa que pensar en la posibilidad de las incorporaciones de los centrocampistas para buscar el gol. M¨¢s o menos es lo que sucedi¨® en el tanto del empate: una llegada de Karembeu, que se encontr¨® medio aislado y decidi¨® seguir hasta al final. Lo hizo con un remate cruzado que super¨® al portero y dio al Madrid un resultado espl¨¦ndido. Pero el horizonte no es brillante. Este equipo juega por debajo de la calidad de sus jugadores.
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