A lomos del viento
Cerro de San Benito, alto de la Cereda y Risco Alto, con vistas a¨¦reas sobre San Lorenzo
Todos los a?os, por marzo, un personaje tremendo visita San Lorenzo de El Escorial. "Es el viento, el viento indomable", escribe Ortega -otro asiduo visitante del lugar-, y agrega: "Baja de la Merinera, all¨¢ en lo alto, arroll¨¢ndolo todo, y se rompe la frente contra la esquina occidental del monasterio; dando aullidos de dolor, despu¨¦s de hacer teclear las pizarras de las techumbres rueda por las vertientes, gana el valle entre tolvaneras y en un gran brinco postrero aspira hacia Madrid". En esos d¨ªas airosos, anota el fil¨®sofo, "este cielo parece el escenario dispuesto a una resurrecci¨®n".De esa circunstancia, la del viento, ya se hab¨ªa percatado fray Jos¨¦ de Sig¨¹enza, quien en su Historia de la Orden de San Jer¨®nimo (1605) consigna la oreada ubicaci¨®n de la f¨¢brica: "Guardadas las espaldas con el monte de los cierzos fr¨ªos, aunque por un canal que hacen las sierras descubierta a los c¨¦firos o favonios, que la fatigan en el invierno...". C¨¦firos o favonios: aires de poniente; o sea, que el canal a que se refiere es el que se abre entre el cerro de San Benito y el Risco Alto, frente por frente de la fachada occidental del monasterio; esto es, el alto de la Cereda, por el que se cuelan de rond¨®n los soplos de las altas tierras de ?vila.
Y los vientos, a las veces, traen las nubes: "Cuando San Benito se encapota, San Lorenzo se pone hecho una sopa". As¨ª que los lugare?os, sin necesidad de haber le¨ªdo a Ortega o al padre Sig¨¹enza -y no quiere decirse que los gurriatos no sean gente le¨ªda-, saben de sobra que el naipe del viento o de la lluvia se pinta, invariablemente, por el cerro de San Benito.
Es ¨¦ste un cono perfecto de gneis que descuella sobre el puerto de la Cruz Verde y que pasa por ser, seg¨²n los ge¨®logos, uno de los montes m¨¢s viejos de Espa?a. Viejo y calvorota: pues, a excepci¨®n de alg¨²n enebro y cuatro pinejos hu¨¦rfanos, no presenta m¨¢s obst¨¢culos al caminante que su pronunciado desnivel, que desde el puerto de la Cruz Verde frisa los 400 metros.
Pongamos, pues, que es una ma?ana ventosa de marzo, en que el aire le ha lavado la cara al paisaje. Desde el restaurante que hay en el puerto, cruzamos la carretera de ?vila y buscamos paso entre las vallas ganaderas, avanzando por la m¨¢xima pendiente hasta dar con la cerca de piedra que delimita los t¨¦rminos de San Lorenzo y Santa Mar¨ªa de la Alameda. Murete arriba, tras una hora de marcha, descubrimos el v¨¦rtice geod¨¦sico de San Benito y una soberbia panor¨¢mica: de Gredos a Pe?alara, pasando por la picuda Almenara y la llanura madrile?a. Bordeando la misma cerca de antes, pero ahora en direcci¨®n contraria, bajamos al alto de la Cereda. En este portachuelo, cruzamos de nuevo la carretera de ?vila -por la que podremos regresar m¨¢s tarde al punto de partida- y seguimos la que sube a Robledondo, para, a cosa de un kil¨®metro, tomar a mano derecha por una pista forestal; una pista reconocible por la se?al que proh¨ªbe el tr¨¢fico de motocicletas y que los ¨¦mulos de Arcarons -dicho sea con ¨¢nimo de espabilar a las autoridades- se la pasan por la culata.
Por dicha pista y luego por la cresta, coronamos, a tres horas del inicio, el Risco Alto o barranco de la Cabeza, nuevo v¨¦rtice geod¨¦sico y mirador que, al decir de los gurriatos, depara la mejor vista a¨¦rea del monasterio. Mayormente, al atardecer: a esa hora en que -para acabar como empezamos, con Ortega- "el sol, como una ampolla de oro, se quiebra contra los picachos de la sierra, y una luz blanda, coloreada de azul, de violeta, de carm¨ªn, se derrama por las laderas y por el valle, fundiendo suavemente todos los perfiles. Entonces, la piedra edificada burla las intenciones del constructor y obedeciendo a un instinto m¨¢s poderoso, va a confundirse con las canteras maternales...". Y ya s¨®lo se distingue en el monte -a?adimos nosotros-, sin confusi¨®n posible, el silbido del viento marce?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.