El diablo, en Kosovo
?Por qu¨¦ si una misi¨®n internacional intervino en 1991 en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª para proteger a la poblaci¨®n de la represi¨®n de Sadam Hussein no se ha de entrar en Kosovo para prevenir la represi¨®n de Milosevic contra los kosovares albaneses? La pregunta est¨¢ en al aire. La respuesta, en la medida en que la hay, es compleja. Desde luego no se trata de un mero "asunto interno" como pretende Milosevic, sino de una cuesti¨®n regional que reclama no ya un derecho, sino un deber de injerencia.En el caso de los kurdos, el objetivo expl¨ªcito fue protegerlos; pero el impl¨ªcito, evitar el surgimiento de un Estado kurdo en la zona, que, hoy por hoy, nadie desea, salvo los propios interesados. En Kosovo estamos justamente en una situaci¨®n inversa la comunidad internacional pretende no intervenir militarmente, no ya s¨®lo para dar a la presi¨®n diplom¨¢tica posibilidades, sino para evitar la secesi¨®n de los albaneses de Kosovo. ?Por qu¨¦? Porque podr¨ªa no ser una soluci¨®n, sino convertirse en un nuevo problema. La independencia de Kosovo puede poner en marcha un proceso de desestabilizaci¨®n en toda una zona moteada por minor¨ªas albanesas, con Albania en el centro. ?Han aprendido los europeos la lecci¨®n de la rotura de la antigua Yugoslavia? ?O ya es tarde, si los kosovares albaneses moderados se vuelven abiertamente independentista en vez de propugnar una autonom¨ªa real?
Como en la reciente crisis con Irak, se plantea la cuesti¨®n de qui¨¦n legitimar¨ªa tal acci¨®n. En este caso podr¨ªa ser el Consejo de Seguridad de la ONU, o la OSCE como organizaci¨®n regional de Naciones Unidas. Pero siempre se topar¨ªa con la postura rusa, favorable a Belgrado, lo que dificultar¨ªa la legitimaci¨®n (o incluso la dudosa actitud china). Ahora bien, en este caso, la legitimaci¨®n no es un problema principal. Como indica de un modo general el diplom¨¢tico italiano Roberto Toscano ("De la guerra a las mil guerras", Claves, marzo de 1998), lo verdaderamente complejo y dif¨ªcil en este tipo de situaci¨®n, es resolver el problema de las modalidades pol¨ªticas y operativas concretas de una operaci¨®n as¨ª y prever las consecuencias de la intervenci¨®n, pues algunas pueden acabar siendo no ya s¨®lo indeseadas, sino indeseables.
La situaci¨®n en Bosnia complica el rompecabezas. No s¨®lo porque la cooperaci¨®n de Milosevic es clave para mantener vivo el proceso de paz de Dayton, e incluso para llevar ante el Tribunal Internacional Penal en La Haya a los criminales de guerra (salvo ¨¦l, por desgracia), sino que las tropas de pacificaci¨®n en Bosnia -incluidas las espa?olas- podr¨ªan convertirse en rehenes de la situaci¨®n. Hay que evitar llegar a ponerse ante la elecci¨®n endiablada de salvar la recomposici¨®n de Bosnia o apoyar la independencia de Kosovo.
Si el tiempo lo permite, si las presiones internacionales sobre Milosevic logran su prop¨®sito, si la furia de los kosovares albaneses no revienta de la mano de la represi¨®n serbia, la salida menos mala podr¨ªa ser la autonom¨ªa, o, mejor a¨²n, un estatuto como Estado federado de Kosovo en la Rep¨²blica de Yugoslavia. Hay que convencer a los kosovares de ello, y las presiones internacionales en este sentido pueden, producir su fruto. Aunque, claro, para que la autonom¨ªa sea estable y verdadera se requiere la democratizaci¨®n en profundidad de la nueva Yugoslavia y de muchos de los pa¨ªses de su entorno. Como ha quedado demostrado en Bosnia, en este terreno es mucho m¨¢s barato construir que reconstruir.
La Uni¨®n Europea, que la semana pasada ha demostrado en Londres ser un factor de estabilidad para una parte de Europa, podr¨ªa dedicar un mayor esfuerzo a Kosovo y a toda la zona, incluida Serbia. Una especie de Plan Marshall bien dotado para estos Balcanes tan atrasados podr¨ªa ser la zanahoria que, junto al palo de las sanciones para unos y el no apoyo al independentismo para otros, hiciera moverse a las poblaciones y a sus dirigentes. Todo ello podr¨ªa contribuir a constituir de alguna forma un espacio -posmoderno, que no un Estado ni un imperio- no ya yugoslavo, sino balc¨¢nico, un espacio que garantizara a largo plazo la estabilidad, la democracia y la tolerancia. Como ha quedado demostrado en Bosnia, en este terreno es mucho m¨¢s barato, aunque no m¨¢s f¨¢cil, construir que reconstruir.
Ahora bien, a no tan largo plazo,, todo esto implicar¨ªa el suicidio pol¨ªtico de Milosevic. ?Lo aceptar¨¢? Probablemente, no; por lo que hay que presionar para lo menos malo pero, al tiempo, prepararse para lo peor.
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